Archive for September, 2009

El canje de Arriaga: ¿Puebla por San Andrés Cholula?

Thursday, September 17th, 2009

Arturo Luna Silva

Desde hace varios días, en informados círculos de poder, empezó a circular la versión de que Luis Alberto Arriaga habría entrado a un interesante proceso de negociación con sus jefes en el PRI para bajarse de la carrera por la candidatura a la alcaldía de Puebla.

¿El fin?

Dejarle el camino libre al favorito de Casa Puebla y puntero en las encuestas: Mario Montero Serrano.

Y no de a gratis, por supuesto.

A cambio de levantarle la mano al secretario de Gobernación, el actual diputado local aceptaría ir por San Andrés Cholula.

La especie, obviamente, debe tomarse con las reservas del caso, no obstante que altos dirigentes priístas se la confirmaron ayer a este reportero.

Hay que decir que la posibilidad de dicho canje –natural, por lo demás, en asuntos propios de la política- ha encontrado eco debido a dos factores:

El primero, la notable (pero inexplicable) ausencia de Arriaga en la reunión que esta misma semana sostuvieron los aspirantes del PRI a la presidencia municipal de Puebla con los árbitros del proceso, reunión en la que curiosamente la mayoría de los presentes se le lanzó a la yugular a Montero.

Y el segundo, porque en los últimos días el ex conductor de Televisa ha modificado su discurso de manera radical.

Sí, primero se le vio muy echado para adelante e incluso haciendo fuertes señalamientos acerca de los “dados cargados” y la “inequidad” en el proceso interno, pero luego comenzó a titubear con declaraciones como la que ayer le dio a “El Sol de Puebla”, afirmando que ahora lo va a pensar mejor y que seguir o no en la pelea “depende de muchos factores, encuestas, posicionamientos, hablando (sic) con actores políticos, hablando lo que a la gente y a Luis Alberto Arriaga le conviene más”.

O sea: sí pero no, no pero sí, poniendo de esta manera en duda, de hecho, hasta su asistencia a la nueva reunión que habrá entre los jerarcas del PRI, el próximo 28 de septiembre, y todos, todos los que quieren suceder a Blanca Alcalá.

Fuentes bien informadas señalan por su parte que en las últimas semanas hubo por lo menos una reunión privada entre Arriaga y Mario Montero.

Fue después de estos encuentros que al legislador ya no se le vio tan decidido, tanto que empezó a analizar “para qué le alcanza” su capital político.

Parece ser que para buscar la presidencia municipal de San Andrés Cholula, una tarea que no se antoja tan fácil como algunos creen, debido a que el PAN ha gobernado allí desde hace varios trienios y a la larga lista de priístas de la zona que aspiran por la candidatura y que se sentirán sin duda con más derechos que el periodista: son 10, más los que se acumularon desde que usted empezó a leer esta columna.

Sólo el tiempo dirá si la versión sobre el canje de Arriaga fue real o una vacilada.

Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese, Luis Alberto es un activo importante para el PRI.

La popularidad que ganó por tantos años en la pantalla chica se refleja en los últimos sondeos.

No está mal posicionado.

Quizá resulte hasta una buena idea mandarlo a pelear por San Andrés para que sea él quien termine de una vez por todas con la hegemonía panista.

¿Qué es mejor que un candidato fuerte en la zona conurbada?

Pues dos: uno por Puebla capital y otro por Cholula.

Como diría un ciego: vamos a ver.

gar_pro@hotmail.com

11 (razonadas) objeciones al Viaducto Elevado

Wednesday, September 16th, 2009

Arturo Luna Silva

1. Porque los viaductos (o segundos pisos) resuelven sólo parcialmente problemas crónicos de tránsito. Para que sean eficientes deben integrarse bien a la dinámica que los rodea. También deben tener el espacio suficiente para accesos y salidas. Por lo general, el contexto físico crítico donde parecen requerirse no permite que se den esas dos condiciones. El proyecto de Blanca Alcalá no resuelva el problema, sólo lo pospone. Es un parche, una aspirina para una enfermedad mayor, enfermedad que tiene que ver con el tolerado desordenado crecimiento urbano de Puebla capital.

2. Porque parece una obra de relumbrón, motivada más por razones políticas que técnicas y pensada única y exclusivamente como parte de una estrategia de marketing en función del proyecto personal electoral de la alcaldesa rumbo al 2010.

3. Porque si no tienen continuidad, los viaductos resultan disfuncionales de entrada; requieren mucho espacio para sus soportes en el trayecto y por tanto disminuyen la capacidad de la ya deficiente vialidad debajo de ellos. Esto se agudiza en las rampas para entrada y salida.

4. Porque si bien son carriles adicionales que aumentan la capacidad de las vialidades que pretenden mejorar, el problema surge cuando se interrumpen (como será el caso) y esos carriles adicionales bajan y congestionan la vialidad convencional, creando nuevos conflictos que pueden ser peores que los que pretendían resolver.

5. Porque un segundo piso corto (y 1 500 metros, o 1.5 kilómetros, es muy corto) de zona conflictiva a zona conflictiva, como es el caso, no resuelve nada. La tercera parte del mismo sería sólo para subir y bajar. No tiene sentido.

6. Porque los costos para la degradación urbana serán muy grandes. Sólo hay que ver el ejemplo del segundo piso del Periférico capitalino. La obra en sí es muy fea, demanda mucho espacio, la falta de luz acentúa la fealdad, promueve la delincuencia y el valor económico de la zona baja considerablemente.

7. Porque no se ve cómo un estudio de origen y destino sensato pueda dar como resultado un segundo piso localizado en cierta zona y en las demás no. Los accesos y salidas no son destinos en sí mismas.

8. Porque la gente en general, y los medios de comunicación, ven las soluciones al transporte en forma simplista y por lo tanto es fácil venderles la idea del viaducto elevado o segundo piso. Total, cuando falla se les vende la ampliación, pero la ciudadanía no reflexiona sobre las consecuencias negativas hasta que éstas se dan, y tampoco se les ocurre que la “solución” deriva en nuevos, y a veces peores, problemas.

9. Porque lo que se requiere es algo menos complejo y costoso que la “gran” propuesta del ayuntamiento capitalino: replantear el uso de la vialidad existente, recuperándola para el uso de los diversos modos de transporte, basados en la capacidad por hora y por sentido que ofrecen dichos modos. Los autos van a seguir, pero el 70% de los viajes en una ciudad como Puebla se realizan en autobuses.

10. Porque no hay proyecto ejecutivo, se tendrá que contratar nueva deuda –que hará aún más abultada la ya existente-, parece una idea caprichosa y no se entiende que los requerimientos de espacio, velocidades y dinámica de autos y autobuses son diferentes. Deben separarse para beneficio de ambos, pero sobre todo para beneficio del movimiento de las personas, no sólo de los vehículos.

11. Y porque con el dinero que el gobierno de Blanca Alcalá pretende invertir en la magna obra, 270 millones de pesos, se podría dar mantenimiento y/o pavimentación a 375 calles de colonias, que en conjunto sumarían unos 531 mil metros cuadrados aproximadamente (el viaducto contempla en términos brutos sólo 13 calles y 20 mil metros cuadrados aproximadamente).

gar_pro@hotmail.com

Aquel pacto Espino-Marín-Calderón (para chingar a López Obrador)

Monday, September 14th, 2009

Arturo Luna Silva

Nueva evidencia ha surgido sobre el siempre negado pacto entre PAN y PRI de 2006.

Aquel pacto que, como todo mundo sabe, en el caso de Puebla permitió dos cosas: la primera, que el gobernador Mario Marín salvara el pellejo en la Suprema Corte, donde fue juzgado y posteriormente exonerado del caso Cacho; y la segunda, que el aparato electoral del marinismo sacara las manos de los comicios federales, para que Andrés Manuel López Obrador perdiera y Felipe Calderón se entronizara en Los Pinos; con dudas y todo, “haiga sido como haiga sido”, pero que se entronizara en el poder presidencial.

O sea, casi nada.

Los nuevos datos que permiten sostener la tesis del acuerdo (acuerdo que aún horroriza a algunos panistas mojigatos e hipócritas, y que los marinistas quisieran enterrar en el baúl de los recuerdos que incomodan) aparecen en el nuevo libro del ex dirigente nacional del PAN Manuel Espino, “Volver a empezar. Un llamado a la perseverancia desde la Democracia Cristiana”, del cual habla en la revista Proceso de esta semana el acreditado periodista Álvaro Delgado, en el marco del 70 aniversario de Acción Nacional.

Entre otras revelaciones, Espino, una de las cabezas visibles del grupo nacional “El Yunque”, crítico y enemigo acérrimo del calderonismo, señala que en 2006, cuando dirigía los destinos del blanquiazul, habló con diez gobernadores priístas para convencerlos de apoyar a Calderón en lugar de respaldar a Andrés Manuel López Obrador.

La gran novedad es que por primera vez Espino menciona abiertamente el nombre del poblano Mario Marín como uno de esos gobernadores con los que entabló negociaciones y que aceptaron entrar al vergonzante acuerdo, a pesar de que éste iba en contra del candidato priísta Roberto Madrazo, víctima así de una traición sin nombre ni precedentes en la historia mexicana.

Narra Álvaro en su impecable texto:

En cuanto a las gestiones que hizo ante gobernadores priístas para que movieran sus maquinarias electorales a favor de Calderón en 2006, Espino las define como “un pragmatismo que no agravia principios”, porque buscó el voto útil. “Estaba yo tratando de convencerlos de que era mejor Calderón de que era mejor Calderón que Andrés Manuel López Obrador”.

-¿A cambio de qué?

-¡De nada! ¡No hubo negociación! Yo fui a generar una reflexión: “Tu candidato (Roberto Madrazo) no va a ganar. Escoge: Felipe o El Peje”. Punto. No hubo una negociación de esto a cambio de aquello, jamás la hubo”.

Continúa Delgado:

En el caso de Mario Marín, de Puebla, envuelto en un escándalo tras violar los derechos humanos de la periodista Lydia Cacho por encargo de Kamel Nacif, (Espino) dice que su caso se resolvería en el ámbito judicial, no en los espacios del Ejecutivo y el Legislativo.

Yo le dije: “Lo que pido es que le ayudes a tu estado a tener un presidente de la República que sea el mejor posible, y en este momento el mejor posible es Calderón”. No fui a ofrecerle impunidad ni apoyo, absolutamente nada. Lo planteo en el libro: El pragmatismo sin principios, por intereses partidistas, que no atiende al interés superior, es totalmente deleznable”.

Hasta ahí la cita del trabajo del reportero de Proceso.

Así que Manuel Espino se va de la lengua y confiesa su pecado, pero al mismo tiempo cree que nos chupamos el dedo.

O que somos unos… ingenuos.

Porque lo cierto es que después de que habló con Mario Marín, como finalmente lo acepta, pasaron por lo menos cuatro cosas:

La primera: al PAN poblano se le olvidó el caso Cacho, que de pronto retiró como principal bandera de campaña contra el PRI de Puebla.

La segunda: a Calderón le dio amnesia después de venir como candidato a sacarle tarjeta roja al gobernador, exigiendo a gritos, como niño malcriado, su renuncia por el célebre caso de violación a los derechos humanos.

La tercera: “El Peje” perdió estrepitosamente en Puebla y Calderón ganó en la mayoría de los 16 distritos, incluyendo las senadurías.

Y la cuarta (la que cierra el círculo): el mandatario estatal resultó a la postre exonerado en la Suprema Corte, en un fallo tan sorprendente como inesperado (con el vuelco incluso de última hora de dos magistradas que hasta unas horas antes del gran fallo estaban de lado de la periodista).

Dice Espino (y al decirlo insulta nuestra inteligencia) que negoció a cambio de nada.

Y la verdad es que su afirmación da risa, pues evidentemente nadie se la cree; bueno, ni él.

Las evidencias son contundentes: aunque hoy se horroricen muchas de las buenas conciencias panistas de Puebla, anexas y conexas, la verdad histórica es que el PAN le vendió el alma al PRI para poder seguir en Los Pinos, y que de esto fueron cómplices no pocos gobernadores del tricolor.

Así que la hipótesis del pacto dejó de ser eso, una mera hipótesis, para pasar a convertirse en un dato duro dentro de la biografía del panismo nacional, en específico del capítulo referente a sus claudicaciones, negociaciones en lo oscurito y concertacesiones con el priísmo.

A Manuel Espino, cuya memoria –ya se sabe- se estira y acorta a conveniencia, se le olvida que incluso ya había hablado públicamente de dicho acuerdo en “El presidente electo”, el libro de Salvador Camarena y Jorge Zepeda Patterson, editado por Planeta en 2007, la obra que mejor retrata las intimidades del convulso (y aún debatido) proceso electoral que llevó a Calderón al poder.

Cuenta el propio Espino –que nunca ha desmentido- al inicio del capítulo 7, página 161:

Y fui a hacer algo poco usual, fui a apretarles a algunos gobernadores. A advertirles que si en su estado perdíamos iban a tener una bronca fuerte. Porque había varios gobernadores con problemas serios, de diversa índole, y yo sabía cómo estaban operando a favor de su candidato, entonces yo dije “mira, con que pares esta operación, con que dejes correr las cosas, con eso”. Fui a varios estados. No fueron pocos, eh, fueron como la mitad. Luego, [como] su candidato se les había caído, yo estaba promoviendo el voto útil” (sic).

Así que sí hubo pacto y los gobernadores “con problemas serios” le entraron.

Ahora ya no hay ninguna duda.

Como diría el clásico: polvos de aquellos lodos.

gar_pro@hotmail.com