LOS RENGLONES TORCIDOS DEL PRI, EN EL ESTABLO DE LASTIRI

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Como bálsamo bendito, una tabla de salvación que les evite enfrentar procesos penales y administrativos y, como ulterior consecuencia, pisar la cárcel, varios presidentes municipales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) buscan colarse a las candidaturas de su partido a diputaciones federales, de preferencia, o locales, si no queda de otra.

Estos personajes, que tienen cuentas pendientes con la Auditoría Superior del Estado y también de la Federación, por anomalías millonarias en el manejo de recursos públicos o que han sido señalados por posibles vínculos con grupos criminales, coincidentemente pertenecen al establo –léase en términos boxísticos– del sub secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, Juan Carlos Lastiri Quirós. Además, alentados también por el aspirante a la gubernatura, coquetean con la posibilidad de sumarse al Frente Ciudadano, a través de las invitaciones que les ha hecho Fernando Morales Martínez, viejo aliado de Lastiri, ex priísta y hoy presidente de Movimiento Ciudadano (MC) en Puebla.

Son vistos como los renglones torcidos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en quienes ya no se puede confiar y quienes están dispuestos a vender su alma (y algo más) a cualquier color y postor, con tal de alcanzar el cobijo del fuero.

En la lista destacan los lastiristas David Huerta Ruiz, de Tepeaca, metido en graves bretes por los signos de ingobernabilidad en su municipio y su presunto vínculo con chupaductos; Carlos Morales, de Huejotzingo, municipio también involucrado en el robo de combustible y un alcalde que gusta de amenazar a periodistas y ningunea a sus colaboradores.

A la lista sume al empresario migrante, cuya familia es dueña de bares en barrios latinos de Nueva York, en los que se ofrecen servicios femeninos más allá de las copas –como han denunciado activistas en pro de los derechos de las mujeres–, Juan Navarro Rodríguez, de Chalchicomula de Sesma; están también los alcaldes de Acatzingo, Carlos Alejandro Valdez Tenorio, alias El Caliche, y el de Quecholac, Néstor Camarillo Medina, gobernantes de esos municipios de la zona considerada como la Meca del huachicol.

Con pecados menos inconfesables, está en esa banda y también con el sueño de una curul, el alcalde de Chignahuapan, Juan Enrique Rivera Reyes, quien ha sido denunciado por hacer negocio hasta con la asignación de números oficiales de calles y avenidas y abuso de poder, pero nada tan grave como los anteriores… todavía.

Los ejemplos más claros de estos apóstoles del lastirismo están en el llamado Triángulo Rojo, en donde los primeros ediles de una docena de municipios –también hay algunos panistas y de otros institutos– han sido vinculados con las bandas de huachicoleros y son investigados por ello.

¿Qué tan firme se podrá mantener la dirigencia estatal del tricolor, que encabeza el diputado Jorge Estefan Chidiac, ante las presiones de los padrinos de estos anhelantes del fuero?

La duda viene a cuenta porque algunos de estos torcidos políticos además del respaldo de Lastiri, quien los ha premiado con recursos de la Sedesol, antes, y de la Sedatu, ahora, también cuentan con el cobijo del impresentable ex gobernador Mario Marín Torres.

Les viene de ascendencia lo arqueados.

Pero el tema no queda ahí, pues a la lista de las presuntas anomalías de estos alcaldes, hay que sumar la traición, al menos en estado potencial.

Más de uno de ellos ha amenazado a su todavía partido -y por ende a Lastiri- con que abandonará sus filas para sumarse al Frente Ciudadano por México en Puebla, a través de MC y la invitación de Fernando Morales, “El Parri”.

Hay que recordar que el hijo del ex gobernador Melquiades Morales ha advertido, con ese tono bravucón tan suyo, que ganará al PRI con los mismos priístas.

Medio regionales han comenzado a reportar esas posibilidades, negociaciones y coqueteos.

Por eso, nada raro sería que del establo de Lastiri salieran púgiles para el de Fernando, pues en el pasado los dos fueron firmes aliados.

Hay que recordar que el ahora sub secretario casi llega a senador, si no es que el requerimiento de género lo derriba de la candidatura, en 2012, cuando Morales Martínez era el presidente estatal del tricolor.

La amistad y alianzas no sólo siguen, sino que se han fortalecido, nos cuentan.

¿A pesar de ese negro historial de sus renglones chuecos, el PRI se atreverá a llevar a estos ediles en una boleta que puede costarle políticamente muy caro a su abanderado por la Presidencia?

Es pregunta.

gar_pro@hotmail.com

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