PAN Y PRI, ¿LA PRAGMÁTICA ALIANZA PARA ENFRENTAR A MORENA EN PUEBLA?

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Aunque por ahora se ve solamente como un escenario posible, con la designación de José Antonio Meade Kuribreña como virtual candidato presidencial del PRI -y su excelente relación con el ex gobernador Rafael Moreno Valle-, se ha abierto la hipótesis de que el Revolucionario Institucional y Acción Nacional (PAN) en Puebla puedan conformar una estrategia común, de colaboración de facto, para impedir la llegada del ahora morenista Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta a Casa Puebla.

Tal escenario toma sentido cuando se advierten las coincidencias ideológicas y de proyectos y de intereses del morenovallismo con Meade, y cuando se recuerda que el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) es su adversario común en el terreno electoral local y federal.

Los acuerdos nacionales podrían aterrizar en Puebla.

Es una obviedad que será muy complicado un soterrado juego doble, en el que el PAN contribuya a hacer ganar al ex secretario de Hacienda en Puebla con el PRI y, a la vez, consiga el triunfo para Martha Érika Alonso, la carta más fuerte del régimen, en la gubernatura.

Para hacer realidad ese deseo, que sería beneficioso para el priísmo e ideal para el grupo del ex mandatario, no bastaría siquiera la más pulcra y quirúrgica operación política; ni siquiera un milimétrico plan de voto diferenciado en la elección presidencial y en la de gobernadora.

De ahí que la alianza en los hechos, que no formal, del PAN y el tricolor debería ir en otro sentido, el que arrojaría impensables soluciones.

Se trata de una conjetura de trabajo para 2018 que desde antes de la unción de Meade se barajaba y que, ahora con las dudas resueltas, se analiza con suma seriedad.

El plan camina sí, y solo sí, el priísta Enrique Doger Guerrero termina por ser el candidato del PRI a Casa Puebla, pues podría terminar siendo también el “candidato del morenovallismo” dentro del PRI. Una especie de alfil útil, en caso de ser requerido.

El delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no sólo es el aspirante del PRI más competitivo según todas las encuestas; también es el único capaz de llegar a acuerdos con Moreno Valle y respetarlos.

Ya antes ha dado prueba de ello.

La ecuación que se contempla en los escritorios del poder es sencilla y se antoja bastante viable: como candidato priísta, Doger Guerrero garantiza que no se desplome el voto duro tricolor, pero en una estrategia de doble golpe, puede también ayudar a la eventual candidata del panismo, Martha Érika Alonso, o viceversa.

Para el ex gobernador Moreno Valle y para Meade el adversario en común es MORENA.

Será bastante complicado que el morenovallismo pueda hacer ganar en Puebla al también ex canciller y al mismo tiempo a Martha Érika Alonso.

Ya en 2012 fracasó ese intento, el de ganar localmente para el PAN y a nivel federal para el PRI.

En esos años, en la plenitud de su poder, el supuesto compromiso de Moreno Valle fue hacer ganar a Enrique Peña Nieto en Puebla, pero las cosas no salieron así.

Andrés Manuel López Obrador terminó por llevarse la plaza en número de votos en la contienda presidencial.

Para este 2018, ese objetivo se ve todavía más cuesta arriba.

Si la elección del año próximo fuera un “tú a tú” entre PRI y PAN, el triunfo de Martha Érika sería inexorable.

Sin embargo, ahora está MORENA y el arrastre de AMLO como tercer elemento en el tablero de ajedrez, un elemento inédito e indeseable para priístas y panistas que cambia las coordenadas.

De ahí que venga entonces, como una posibilidad, la alianza de facto, colaboracionista y pragmática de trabajo coordinado entre PAN y PRI, para no entregar la plaza a MORENA, cuyo virtual candidato, Miguel Barbosa, ha amagado con “meter a la cárcel” al ex gobernador –tal y como Moreno Valle lo hizo respecto a Mario Marín en 2010-

El puro pragmatismo es la creadora de la posibilidad de un pacto PAN-PRI.

La búsqueda del triunfo, su justificante.

Si Doger por el PRI y Martha Érika Alonso por el PAN se traban en un pleito encarnizado y real, lo único que conseguirán es facilitar el triunfo de MORENA; así de claro lo tienen en los dos wars rooms.

En ese escenario de lo posible, la candidatura de Doger tiene una suprema importancia estratégica e incluso abre una tercera vía.

En el caso extremo de que se dé una debacle y la candidatura de la esposa del ex gobernador encuentre rechazo, ¿a quién preferirá Moreno Valle, y también Tony Gali, como verdugo?

Por supuesto no al ex perredista Barbosa, quien ha dado incontables muestras de ingratitud y deslealtad, a pesar de que recibió dinero y poder del morenovallismo.

Entonces, la respuesta lógica es Enrique Doger, quien ya en el pasado ha llegado a acuerdos sólidos y conoce bien, muy bien, las reglas y los códigos del poder.

Con Doger como gobernador no habría cacería de brujas ni linchamientos ni persecuciones. Acaso los ajustes de cuentas indispensables para satisfacer la sed de venganza de los morenovallefóbicos. Primero está la gobernabilidad y la paz social del estado, no el pan y el circo.

Es una hipótesis.

Una posibilidad que se analiza.

Una decisión que podría tomarse, con base en lo que vaya ocurriendo, en los primeros días de 2018.

¿Impensable?

Para nada.

Cosas más raras han pasado en la política poblana desde que esta columna nació, allá por 2001.

gar_pro@hotmail.com

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