LA MONARQUÍA ALDEANA DE LOS RIVERA NAVA, RETRATO COSTUMBRISTA DE CACIQUES SERRANOS

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No hay referencia histórica en Puebla ni en el país de un nepotismo y cacicazgo de grado tan descarado como el que ocurre actualmente en la Sierra Norte con la familia de filiación priísta Rivera Nava. No hay un caso tan demencial, antidemocrático y absurdo, como que padre, madre, hijo y sobrino acaparen los cargos legislativos de esa región de la entidad, con la complacencia de las dirigencias estatal y nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el respaldo del candidato al Senado, Juan Carlos Lastiri Quirós, y sin la menor resistencia de los sometidos cuadros y militantes de la zona que controlan. El surrealismo convertido en despreciable costumbrismo. Y luego se preguntan por qué el tricolor está en tercer lugar de las preferencias electorales.

La narrativa de esta trama es tan intrincada que ni Martín Luis Guzmán, autor de La sombra del caudillo, o el director de cine de muchas películas sobre la Revolución Mexicana, Emilio “El Indio” Fernández, hubieran podido concebir a personajes así, a caciques así.

Hoy, el patriarca, Lorenzo Rivera Sosa, es diputado federal con licencia por el Distrito 2 con cabecera en Zacatlán; ya antes fue legislador local.

Sin embargo, hace apenas unas semanas, dejó su curul para fungir ahora como titular de la Delegación en Puebla de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), posición de mucha importancia por ser la dependencia federal que entrega las dádivas a la población, controla los padrones de beneficiarios y desde la que puede armarse una compleja operación electoral.

Lencho padre fue antes delegado en Puebla de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, siempre impulsado por Lastiri, quien fue subsecretario primero en Sedatu y luego en Sedesol. Puras coincidencias.

Son caciques apadrinados.

En tanto, su hijo Lenchito Rivera Nava será postulado -si es que antes la familia no tiene algún destello de decoro y declinan a esa posibilidad- por la vía plurinominal a una curul local, pero además la mamá de éste, Rosa María Nava Herrera, va por el Distrito 5 de Tlatlauquitepec, por mayoría relativa, y el sobrino en primer grado de Lorenzo padre, Juan Enrique Rivera Reyes, presidente municipal con licencia de Chignahuapan, va por la diputación federal del mismo distrito que dejará el 31 de agosto su tío Lencho.

¡Sí, monopolizaron todo en el ámbito legislativo de la región!

Son lo más parecido a una monarquía aldeana en la que el Rey, la Reina y los Principitos son coronados, metafóricamente, con cargos, aunque falta ver cómo los recibe la gente en las urnas.

Pero no todo hay que verlo en negativo, pues atajando sus argumentos de defensa, hay que reconocer que son unos innovadores, pioneros en la política mexicana y poblana.

Y es que de llegar Lenchito y su mami a las curules por las que compiten en la próxima LX Legislatura local, se tratará del primer caso en la historia del país en que vástago y progenitora compartirían espacio y tiempo en un Congreso, mientras papi los arropa desde la Sedesol, por aquello de que habrá que repartir apoyos asistencialistas, y el primo Quique los apuntala al futuro desde San Lázaro, porque uno nunca sabe.

También será la primera vez que se recuerde, que un tío deja la curul federal a su sobrino. Todos unos precursores.

Al menos, de concretar sus planes, Lenchito -quien es dirigente estatal de la Red de Jóvenes del PRI-, podrá preguntarle a su mamita Rosy, cómo votar y hasta pedirle ayuda si hay que redactar alguna iniciativa o algún punto de acuerdo en la próxima LX Legislatura local.

Si le cambió los pañales de niño y lo ayudaba en sus tareas desde el kinder, como suponemos, no veo por qué le negaría ahora su apoyo.

En tanto, Quique Rivera bien puede ser el custodio del Distrito 2 federal, si gana, para que luego regrese a la Cámara de Diputados o bien su tío Lencho, su primo Lenchito o, si hace falta cumplir cuota de género, ahí está la tía Rosy. ¡Faltaba más!

Que los priístas luego no se quejen de la baja votación y el amplio rechazo ciudadano, o de “la imposición de monarquías”, cuando no solamente consienten, sino promueven prácticas caciquiles que ni en los años de la postrevolución hubieran sido bien vistos.

Son el costumbrismo serrano y el priísta.

Los caciques que parecen una mala broma, pero que mucha gente ve como una mentada de madre.

gar_pro@hotmail.com

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