LA (NI TAN) SECRETA REUNIÓN DE MARIO MARÍN CON EL OPERADOR DE MORENA EN LA MIXTECA

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Por si había alguna duda de que el ex gobernador Mario Marín Torres se ha convertido en el jefe de su propia facción dentro del Movimiento Regeneración Nacional y uno de los principales lugartenientes del lopezobradorismo en Puebla, están los hechos sobre los trascendidos: el góber precioso hace unos días se reunió, en público y sin recato, con el operador de MORENA en la Mixteca, el ex diputado tricolor y ex alcalde de Tepexi de Rodríguez, Venancio Ojeda Hoyos. En paralelo, como ayer apuntábamos, está asistiendo a actos con sus ahijados priístas para, como reza la frase coloquial, taparle el ojo al macho.

Con algunos integrantes de su familia, el góber se dejó ver con su operador favorito de la Mixteca Alta, en el restaurante Corazón del Mar, en Tepexi.

Con su paisano Ojeda, nos dicen fuentes confiables, Marín selló acuerdos y estrategias, entre cervezas y luego de una buena “camaroniza”, esas que tanto disfruta el de Nativitas Cuautempan.

No hay duda ya, si alguna hubo.

Con todo y su imagen impresentable, Mario Marín es un lopezobradorista consumado y, parcialmente, priísta a la vez.

Desde los dos bandos conocen su operación dual y la comparten.

Sin embargo, su cinismo podría tiene un alto precio, pues cuelga sobre él una guillotina por los pecados del pasado.

Lo mismo desde esferas nacionales, que desde el morenovallismo.

De hecho, nada raro sería ver el cumplimiento de aquella lacónica advertencia: “o lo guardan ustedes o lo guardamos nosotros”.

El góber precioso negocia para unos con los otros y viceversa, y asegura posiciones.

Hace giras para apuntalar a sus candidatos priístas, como en Huixcolotla, Tepeaca, Quecholac y en la capital, por mencionar algunas de sus zonas de influencia, pero también por debajo del agua, sin escrúpulos y sin temor a ser descubierto, se ha erigido como uno de los jefes de MORENA.

Es estratega, financiador, consejero y hasta patriarca.

Eso, por supuesto, lo saben Andrés Manuel López Obrador y Luis Miguel Barbosa Huerta, candidatos presidencial y a la gubernatura, que no solamente lo consienten, sino que los complace.

Sin embargo, y es extraño en un saco de mañas como es, Marín no ha calculado el coletazo que se le viene.

Con su traición al PRI -como adelantamos hace unas semanas-, él mismo ha terminado por consumir el manto de impunidad e inmunidad que lo ha cobijado por tantos años desde el gobierno federal y la reprimenda está próxima por su apoyo a López Obrador y a sus candidatos morenistas (http://www.pueblaonline.com.mx/garganta_prof/?p=10362#.Wvs77IgvzIV)

Marín tiene una larga lista de pendientes, sospechas de corrupción y enriquecimiento inexplicable fácilmente comprobables y un contexto jurídico muy, pero muy frágil.

El gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido el que más ex gobernadores ha sentado en el banquillo de los acusados y ha puesto tras las rejas.

El combate a la corrupción es uno de los ejes de la campaña presidencial de José Antonio Meade, ¿o no?

En este entorno electoral, la cabeza del poblano sería un trofeo reluciente, que se llevaría los aplausos de muchos por todo el país.

Suponer que no habrá castigo político, vía jurídica, por el doble color de Marín, tricolor al frente y morado detrás, es ingenuo.

Encima, está expuesto a un posible fuego cruzado, pues también en las instancias de justicia poblanas hay expedientes largos y abultados que llevan su nombre.

Ese escenario está puesto.

Lo que son las cosas, pareciera que la única tabla de salvación a la vista para él, se llama Andrés Manuel y se apellida López Obrador.

¿Quién lo diría de uno y de otro?

gar_pro@hotmail.com

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