La cadena de errores e insensateces ya cotidiana de Andrés Manuel López Obrador, que hubiera podido ir solamente a su abultado anecdotario en cualquier otro momento, resulta muy grave ahora, en medio de la ya decretada Emergencia Sanitaria por Causas de Fuerza Mayor, por el Covid-19. El Presidente está muy lejos de ser el líder indispensable para México en esta crisis y, en cambio, ha resultado un agente de confusión, de contaminación social, un generador de tensión y, en resumen, un obstáculo para la peligrosa batalla que libran cada día los especialistas serios de su administración y el ejército blanco de hombres y mujeres del Sector Salud. Hay que decirlo con esa claridad, porque la gente está muriendo, mientras el tabasqueño sigue extraviado.
Esta noche de lunes, con el decreto de la Emergencia Sanitaria más evidentes han quedado sus yerros.
Por la noche y desde hace semanas, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, ofrece el parte de la guerra contra el Coronavirus.
Hace recomendaciones.
Implora, con responsabilidad, a la gente que se quede en casa.
Advierte que estamos ante la última oportunidad para que el contagio masivo no se convierta en la tragedia que es en Europa.
Casi toma él las riendas del país.
Y ayer lo hizo el canciller (¿o vicepresidente?) Marcelo Ebrard.
Han asumido ellos, con mejores reflejos, la responsabilidad de llamar a la cordura a la nación.
En medio de la crisis, López Obrador el domingo siguió en su innecesaria gira por Baja California y Sinaloa, para supervisar obras menores y hacer turismo.
Encima, en un hecho “fortuito”, se encontró con la madre del peor narcotraficante de todos los tiempos, Joaquín El Chapo Guzmán, y la saludó de mano.
En plena contingencia.
A pesar de la vulnerabilidad de María Consuelo Loera ante el Coronavirus, pues tiene 93 años de edad.
Se justificó con argumentos “humanitarios”.
Porque a una ancianita no la iba a dejar con la mano extendida.
Dice que seguirá sus giras, al menos unas cuantas.
Independientemente del plan anunciado la noche de este lunes, producto de la reunión del Consejo de Salubridad General, Andrés Manuel se ha destacado como un elemento de grave confusión.
Hace exactamente lo contrario que piden los especialistas.
Los demerita.
Se mofa de ellos.
Peor aún, se burla de los hombres y mujeres, médicos, enfermeros, camilleros, que dan la lucha cada día.
Ese ejército blanco que ha salido a esta batalla sin fusiles…
Sin insumos, sin medicamentos, sin equipo.
Con miedo, pero también con mucho corazón.