En el epicentro de la pandemia del Coronavirus y del infierno mismo, el sueño americano de una vida mejor está hoy en pausa.
La supervivencia es la tarea que ocupa ahora a los poblanos que se cuentan en alrededor de un millón 200 mil en aquella región triestatal.
No hay trabajo.
Se han quedado -por ejemplo- muchos sin poder pagar sus rentas.
Aunque por instrucciones de las autoridades locales, no serán desalojados.
Otros ya no tienen alimentos.
Algunos, que han perdido a seres queridos, sufren el duelo y la incertidumbre de la falta de dinero.
Ese es el panorama que pintan los paisanos al cónsul Jorge Islas López, en sus sesiones diarias por Internet.
El Consulado hará su parte.
De gobiernos como el de Puebla, están recibiendo apoyo, informó el funcionario.
Habrá, cuando haya posibilidad, apoyo en efectivo para el pago de los servicios funerarios y la repatriación de las cenizas.
Pero en sus preocupaciones íntimas, los paisanos tienen una más y muy grave.
¿Cómo pasarán la contingencia sus familias en el estado de Puebla?
¿Tendrán para el pan de cada día?
Sus remesas dan seguridad alimentaria a muchos municipios.
Al cierre de 2019, los envíos de dinero desde Estados Unidos a Puebla sumaron mil 763.01 millones de dólares, de acuerdo con el Banco de México (Banxico).
Hoy no hay trabajo.
No llegarán muchas de esas remesas.
Esas que se abultan con cariño los 10 de mayo, para festejar a sus madres.
Las que en diciembre llegan cargadas de nostalgia y de regalos gringos.
Aquellas que pagan las fiestas patronales en muchas comunidades.
Pero, sobre todo, que sostienen a cientos de miles de familias.
Cualquiera que sea el final de esta pandemia allá, le seguirá aquí por muchos meses la carestía.
La realidad será, tristemente, todavía muy cuesta arriba.