Al ignorar las medidas de precaución por el Coronavirus, juegan con sus vidas y las nuestras los imprudentes que siguen saliendo a la calle, sin razones de peso.
Aquellos que organizan en plena Fase 3 partidos de futbol.
Esos que se aglutinan por una pizza gratis o que salen de paseo dominical.
Juegan a la ruleta rusa con el Covid-19, pero no solamente se apunta a la sien propia, sino también a la ajena.
A pesar de que Puebla está entre los siete estados con más muertes y más contagios de las 32 entidades del país, la gente no hace caso.
No ha habido explicación que les sirva.
El Coronavirus no tiene cura.
No tiene tratamiento.
Puede consumir una vida en días, en minutos, sin aviso de gravedad lógica previa.
Sin ser amarillista, hay que reconocer que, con base en casos confirmados, la epidemia en nuestro estado tiene 20 por ciento de letalidad.
Altísimo.
Gravísimo.
Haga cuentas: de 676 positivos, ya 141 fallecidos, hasta el viernes.
Cada día, en promedio, se están reportando 40 nuevos contagios y 10 muertos.
Aun así, con su propia interpretación sobre las restricciones de la emergencia, varios restaurantes abrieron el fin de semana.
Ya el gobernador Miguel Barbosa atajó la imprudencia.
Emitió un decreto que establece que solamente pueden ofrecer alimentos y bebidas no alcohólicas para llevar.
La economía importa, pero estamos en lo más grave ahora.
El viernes, Barbosa y el secretario de Salud, Jorge Humberto Uribe, expresaron profunda preocupación.
Llamaron a la sensatez.
A tomar en serio el riesgo de la pandemia.
A que se acabe la inconciencia social que se ha presentado, sobre todo en los últimos 10 días en la entidad.
La que se ha reflejado en las mediciones de movilidad.
Estamos en una crisis de salud, dijo Barbosa.
Los hospitales comienzan a saturarse.
El Ángeles anunció que ya no tienen camas para pacientes Covid.
Por eso es demencial suponer que no pasa nada.
Ellos y ellas, los temerarios, los ignorantes, los imprudentes, nos tienen con el arma en la cabeza.