A PUEBLA NO LLEGA EL PRESIDENTE… VIENE EL CANDIDATO

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Desde que este lunes comenzó en Veracruz su innecesaria gira por cinco estados que están en alto riesgo y semáforo rojo por el Covid, Andrés Manuel López Obrador cambió su aboyada investidura presidencial, por la estridente casaca de candidato.

De por sí era rijoso y ahora se envalentonó más.

De por si despotricaba contra el “adversario” y ahora fue más contundente, como en el caso de los gobernadores del PAN, a quienes mandó a tildar de golpistas y separatistas.

Las líneas contra los albiazules las pronunció su “honesto” y “eficiente” mandatario veracruzano, Cuitláhuac García Jiménez.

Luego, este martes, en Tlaxcala, López Obrador se lanzó otra vez contra la prensa.

Reprochó que lo acuden de viejo chocho.

Lo negó.

Con el tono de voz aguda, ese que acostumbra en los mítines, por momentos evocó cualquier día de sus más de 16 años de campaña.

Aunque por ahora le habla a una masa virtual y no presencial, por las restricciones de la pandemia.

En menos de un año, el domingo 6 de junio de 2021, se registrará la elección más grande de la historia del país.

En las 32 entidades acudiremos a las urnas.

Estarán en juego 15 gubernaturas

Se renovará a nivel federal la Cámara Baja.

Y el escenario para su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), no es halagüeño.

Registra una caída de entre 15 a 20 por ciento en el último año, de acuerdo con varias mediciones.

Aunque todavía y sorprendentemente lidera a nivel federal y hasta tiene posibilidades de rescatar su mayoría simple en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Por eso, López Obrador está en una gira sin efectos administrativos ni ejecutivos de su gobierno.

Es un tour político.

Así viene a Puebla.

En pleno pico de la epidemia del Coronavirus.

Con su casaca de candidato, eso sí, el tabasqueño está cada vez más divorciado de la realidad.

Más desquiciado y enojado.

No hay conexión entre lo que dice y hace.

Presume la honestidad y austeridad de sus colaboradores y de su movimiento.

Pero, ¿y las acusaciones de corrupción contra Yeidckol Polevnsky, por presuntamente haber desfalcado a su propio partido?

¿Y el relojazo Rolex de 320 mil 580 pesos de su canciller, Marcelo Ebrard?

Ese que el ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México intentó esconder con torpeza de las cámaras que lo grabaron junto al presidente en un mensaje.

En tanto, ¡que siga el proselitismo!

Anunció que la próxima semana dará a conocer un presunto fraude por 48 mil millones de pesos que las autoridades solaparon en sexenios anteriores con “factureros”.

Será una “bomba”, prometió.

Estamos en campaña.

gar_pro@hotmail.com

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