La eficacia muchas veces es mal entendida. Hay quienes creen que ésta consiste en transitar del punto A al objetivo B, a como dé lugar. Una visión más sustentable de este concepto implica la consecución de la meta sin dinamitar el camino para volver a transitar sobre él.
Fernando Manzanilla es considerado por muchos como un operador eficaz y, sin embargo, no le es permitido caminar por las veredas que ya cruzó.
En el piso dejó demasiados heridos, maltrató a demasiados personajes. Por ello ha tenido que mudar de pieles partidistas en distintas ocasiones.
Ya es conocido en el PRI y difícilmente estará de regreso.
También lo recuerdan en Movimiento Ciudadano, donde compartió espacios con Eukid Castañón.
Aunque mantiene diálogo con sus dirigencias nacionales y les ha ofrecido apoyo para vencer a Morena en Puebla, no lo quieren de regreso en sus filas.
Lo mismo ocurre en el PAN. Después de que escribió sendos artículos ensalzando su ideología, terminó abandonando su militancia albiazul.
De igual forma, sabe que sus días están contados en las filas morenistas. Al privilegiar una agenda personalísima, muy pronto fue inviable su permanencia en el gabinete estatal.
Todo ello viene a colación pues Fernando Manzanilla prepara una nueva mutación.
Aunque siempre ha buscado vender una imagen de tolerancia, el problema es que ya todos lo conocen.
Su talante autoritario –heredado a su ex cuñado, el hoy finado Rafael Moreno Valle- no es bien recibido en el PAN.
A pesar de contar con una evidente alianza con Genoveva Huerta, presidenta estatal de Acción Nacional y el último peor error de Martha Erika Alonso, el líder nacional de ese partido, Marko Cortés, ya le cerró totalmente las puertas para el 2021.
Duro golpe para su empleada y promotora Genoveva y difícil panorama para el eficaz operador.
Como se dice popularmente, “no se halla” en su actual partido, y ninguno de los que fueron su hogar lo quiere de vuelta.
Mientras tanto, Manzanilla considera que el nuevo PES le queda pequeño para sus aspiraciones.
Pero ante la ausencia de mejores panoramas, hoy considera aceptar la plurinominal número uno de ese nuevo partido en Puebla.
Hay que recordar que la legislación impide a los partidos de nueva creación ir en alianza en su primera elección. Al mismo tiempo, la eliminación de la figura del “gran perdedor” pone en manos de la dirigencia de ese partido la definición de la primera plurinominal.
Fernando Manzanilla, odiador profesional de todo lo que huela a Miguel Barbosa, a pesar de que este lo hizo dos veces secretario de Gobernación, asegura que el nuevo PES mantendrá el registro y esa sería su recompensa.
¿Será?