BARBOSA Y LAS INCONGRUENCIAS DEL TRÁGICO-CÓMICO CASO LOZOYA

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Cuando en el Congreso de la Unión, especialmente en el Senado de la República -que fue cámara de origen-, comenzó a cocinarse la aprobación de la Reforma Energética, el poblano y entonces senador Miguel Barbosa Huerta daba la batalla más importante de su existencia, por conservar la vida.

El entonces coordinador de los 22 senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) estaba apenas por salir del coma diabético, que casi lo mata, cuando comenzaron los supuestos sobornos por 80 millones de pesos a legisladores de oposición e incluso del partido gobernante, el PRI, para “planchar” el paquete de iniciativas del gobierno de Enrique Peña Nieto.

De acuerdo con un noticiario televisivo que implicó al hoy gobernador de Puebla, con base en un “documento” filtrado, la entrega de ese dinero se inició el 11 de diciembre de 2013.

En esos días, Barbosa apenas regresaba a la conciencia, desde las puertas de la muerte, con la felicidad de seguir en este mundo, pero con el shock y la pésima noticia de que le habían amputado un pie y parte de la pierna derecha.

La mutilación quirúrgica ocurrió el 5 de diciembre de 2013.

Se había descuidado.

Su ritmo de trabajo, tan intenso como jefe de la tercera bancada en número de la Cámara Alta, lo absorbió al grado de desatenderse todo.

La alimentación.

El descanso.

Los hábitos.

“Yo fui un diabético de clóset toda la vida. La única que sabía era mi esposa, pero ni mis hijos sabían, hasta que me ocurrió esto (señala su amputación)”, dijo el poblano a Grupo Reforma, en una entrevista, tiempo después.

La alta médica, pero con semanas de reposo en casa por delante, ocurrió el 13 de diciembre.

En esos mismos días, de acuerdo con el noticiario que informó sobre los sobornos, fluía el dinero que entregó el entonces director de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya Austin.

Según esa información, que no ha sido ratificada por las autoridades, los recursos oscuros se dieron en siete entregas: 11 de diciembre de 2013, 9 de enero, 14 de febrero, 7 de marzo y 2 de abril, todos estos cuatro días del año 2014.

Siempre, según esa información, en oficinas de Pemex.

Miguel Barbosa, entre aplausos del pleno senatorial, regresó a su escaño el 4 de febrero de 2014, en muletas y con una muy notable baja de peso.

Había estado a centímetros de la tumba.

Escapó.

Regresó para comandar la bancada del PRD que, en las distintas votaciones, entre diciembre de 2013 y agosto de 2014, votó consistentemente en contra de todos los dictámenes de la Reforma Energética, que fueron y vinieron de cámara a cámara.

Era un gran paquete de modificaciones constitucionales y a leyes secundarias.

Los perredistas, entonces, siempre fueron en contra.

Barbosa, en silla de ruedas, acompañó incluso una marcha contra esa reforma, al lado de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en la Ciudad de México, el 31 de enero de 2014, apenas con una incipiente recuperación.

“Al cabo de un debate en el que senadores del PRD y del PT reiteraron su oposición a la reforma y senadores del PRI, PAN y PVEM refrendaron su respaldo a la misma, el pleno aprobó en lo general, con 90 votos a favor y 27 votos en contra, el dictamen con el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley Federal de Presupuesto y de Responsabilidad Hacendaria y de la Ley General de Deuda Pública”, dice el comunicado oficial del Senado del 6 agosto 2014.

En la cabeza del boletín se lee: “Senado aprueba en lo general último dictamen de las leyes energéticas”.

¿Entonces?

Si él y su bancada votaron siempre en contra…

Si él estaba en coma cuando comenzó a repartirse el dinero y a cocinarse la aprobación de la reforma peñista…

Si, de paso lo mencionó hoy el gobernador en su conferencia, nunca cambiaron a su hermano, trabajador de Pemex, a las oficinas centrales…

¿Por qué habríamos de suponer que entró al juego para apuntalar la reforma “estrella” del sexenio?

No cuadra, ¿verdad?

De ahí que sea tan pertinentes los cuestionamientos que lanzó el mismo Barbosa:

“Desconozco las motivaciones que están en el origen de llevar a que aparezca yo ahí; lo sabré. Me llegaré a enterar de dónde salen esas motivaciones y esa perversión. Yo estoy limpio, yo actúo con honestidad y con buena fe”.

Para que una acusación progrese, debe tener, si no la verdad, al menos la verosimilitud.

Aquí, ni una, ni otra.

gar_pro@hotmail.com

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