CORRUPCIÓN, INEFICIENCIA, TRAICIÓN… ARÉCHIGA Y SU CESE FULMINANTE

GUILLERMO ARÉCHIGA

El cese fulminante de Guillermo Aréchiga Santamaría de la Secretaría de Movilidad y Transporte del gobierno del estado tiene el cuadro completo de causas y agravantes: deslealtad, deshonestidad, corrupción y traición.

La salida del otrora líder magisterial de la sede de la dependencia en la colonia La Paz, desalojado por policías estatales, es apenas el principio de las consecuencias de sus actos.

Fuentes cercanas a Casa Aguayo aseguran que Aréchiga, por cierto diputado federal con licencia, arrastra también actos de complicidad con el ex secretario de Gobernación, David Méndez Márquez.

Si bien el dato que más salta a la vista es su ineficiencia para cumplir el compromiso de modernizar el transporte, condición que se puso para el aumento del pasaje en octubre de 2019, ese resulta posiblemente el menor de los pecados.

Hace un año, aproximadamente -nos dicen-, el gobernador Miguel Barbosa llamó al ex panalista.

Lo reconvino con energía.

Sobre el escritorio, le puso las pruebas de su pésimo desempeño.

También de su deshonestidad.

Temas irregulares, como la compra de cámaras para las unidades del transporte, permisos, nuevas concesiones, el solapamiento de unidades piratas

Un largo etcétera de fallas.

El gobernador esperó que el entonces secretario tuviera una de dos reacciones: corregir o renunciar.

No hizo ninguna de las dos.

Desperdició una oportunidad de oro que, con su actitud, demostró que nunca mereció.

Eso, a pesar de que el gobernador, nos aseguran, siempre lo respetó.

Por eso lo soportó, suponiendo que iba a rectificar.

Pero llego al límite

Y vino la gota que derramó el vaso.

En noviembre de 2020, a escondidas, Aréchiga empezó a trabajar reformas a la Ley del Transporte, pero sin avisar al gobernador.

Tampoco al consejero jurídico.

Eso sí, para los asuntos soterrados tiene mucha experiencia el profesor sindicalista que fue, en su momento, consentido de la maestra Elba Esther Gordillo Morales.

Así actuó, desde que fue diputado federal del PRI en el marinismo.

Luego, como legislador local por la alianza morenovallista.

Los acuerdos en las sombras son lo suyo.

Para esa transa legislativa, se alió con lo peor de la mafia transportista.

Acomodó la Ley de tal forma, que sus intereses y privilegios siguieran vivos.

Incluso, de este juego estuvo enterado el ex secretario de Gobernación, David Méndez Márquez.

Sin embargo, guardó un silencio cómplice.

La trampa fue tejida cuidadosamente por Aréchiga y compañía.

Incluso, consiguió que en el Congreso local los diputados -incluidos los de Morena- aprobaron esas reformas.

Recientemente fueron promulgadas.

Con lo que no contaba Aréchiga, es que también, con sigilo, se fue advirtiendo y descubriendo toda esta trama.

Eso, además del cúmulo de irregularidades.

Corruptelas.

Traiciones.

Miguel Barbosa se enteró, finalmente, con detalle y documentación, de todo esto.

Ordenó su cese fulminante.

Sin contemplaciones.

Junto con un penoso operativo policiaco, para su desalojo de las oficinas de Rosendo Márquez, en la colonia La Paz.

Habrá acciones legales contra quien mintió, ocultó, se corrompió y traicionó.

Esta historia apenas comienza a escribir su segunda parte.

gar_pro@hotmail.com

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