Nadie con intenciones pacíficas empapa sus demandas con gasolina ni acompaña sus peticiones genuinas con tubos y palos. Ninguna persona que busca el diálogo abierto y directo con las autoridades se puede presentar encapuchado, buscando el anonimato para otras intenciones.
Este martes, estudiantes de la Escuela Normal Rural “Carmen Serdán”, del municipio Teteles de Ávila Castillo, realizaron una protesta en Casa Aguayo, sede del Poder Ejecutivo del estado de Puebla.
Sus demandas no se alcanzaron a entender del todo, porque fueron opacadas por el peligroso amago de un grupo de choque que acompañó a estas alumnas.
Varones encapuchados.
Armados con tubos y palos.
Con envases de vidrio de refrescos.
Con al menos un galón de gasolina a disposición.
Los materiales indispensables para la fabricación de bombas molotov.
Muchas preguntas surgen de todo esto.
¿Por qué en la manifestación de una Normal Rural de mujeres, la mayoría eran hombres?
¿Para qué el armamento?
¿Por qué tan cerca de la jornada electoral que habrá de celebrarse el próximo domingo 6 de junio?
Hay un contexto de legítima preocupación respecto de esa y las otras 16 normales rurales del país.
La seguridad de las y los estudiantes.
La evidencia de que hay grupos infiltrados que han impuesto un autogobierno muy parecido a los carcelarios, como aquí lo hemos expuesto en días pasados.
Lo han denunciado el Presidente de la República y el gobernador de Puebla.
Y justo este martes, con la abundante evidencia gráfica, quedó claro.
A los grupos infiltrados y de choque que tienen en esas normales sus cotos no les gustó la denuncia ni la exhibición pública de que fueron objeto, luego de la muerte de dos estudiantes, que cayeron de un camión que intentaban saquear.
Las familias denunciaron las vejaciones de las que eran objeto.
Agresiones.
Todo, para menguar el espíritu y doblegarlas.
Adoctrinarlas.
La responsabilidad es de esos grupos.
Lo dijo con esa claridad, aunque muy a su estilo, el presidente Andrés Manuel López Obrador desde Palacio Nacional.
“Los padres cuentan de que ahí, en la escuela hay grupos que obligan a los estudiantes a ir a ese tipo de actos a otros, porque si no, no tendrían derecho al comedor o a otros beneficios.
“Es muy doloroso eso. Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, pero sin violencia”, expresó en su mañanera del 25 de mayo.
El gobernador Miguel Barbosa también abordó el tema y dijo que se investigarán las prácticas de presunta coacción hacia las estudiantes.
Este se sumó evidencia.
Hay infiltrados.
Y eso no conviene a nadie.
Y menos a tan pocos días de la trascendental elección del domingo 6 de junio.