EL FACTOR BARBOSA HUERTA RUMBO AL 2024

LUIS MIGUEL BARBOSA

La abierta y tan adelantada campaña en que se han metido el senador Alejandro Armenta Mier y el diputado federal Ignacio Mier Velazco, rumbo a la sucesión en la gubernatura de Puebla, tiene no solamente mucho tiempo y muchas cosas por ocurrir todavía, sino además un elemento de indispensable ponderación: el peso en la decisión y la actuación, para vetar o bendecir, que tendrá indudablemente el gobernador Miguel Barbosa Huerta.

Quienes realizan pronósticos sin ponderar la fuerza del mandatario tienen como destino el fracaso.

Es él el jefe político del estado.

Dentro, y con más fuerza, de su propio partido.

Es un gobernador con buenas calificaciones entre los poblanos.

Su imagen y su aparato político son sólidos.

De la pasada elección local salió no sólo fortalecido, sino con sus enemigos -externos e internos- derrotados, exiliados o moribundos.

En tanto, los aspirantes adelantados tienen también algunas aristas a considerar.

Efectivamente, Ignacio Mier Velazco tiene una aparente cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Le cae bien.

Pudo, con sus relaciones nacionales, por ejemplo, principalmente con su amigo Mario Delgado Carrillo, presidente nacional de Morena, detener el aluvión de consecuencias jurídicas que se le venían a su hijo por los asesinatos de tres agentes ministeriales en Tecamachalco, en donde Nacho junior es presidente municipal.

Es muy cierto que Mier Velazco tiene una relación muy fuerte con Delgado.

Por ello, le heredó el cargo de coordinador de los diputados federales morenistas y hasta le regaló la posición número uno de las diputaciones locales plurinominales, para su hija Daniela.

Por todo ello y por su cargo, es que indudablemente tiene acceso al Presidente de la República.

Pero esos son, a la vista, sus únicos méritos.

Ignacio Mier Velazco no ha podido sacar adelante los grandes encargos legislativos.

Los temas realmente importantes los negocia directamente con las bancadas de oposición el secretario de Gobernación lopezobradorista, el también tabasqueño Adán Augusto López Hernández.

Caerle bien al Presidente no es suficiente carta de presentación con los poblanos, aunque tiene un peso innegable.

Al momento carece de estructura y sus operadores y voceros, formales e informales, nomás no le ayudan en la construcción de alianzas.

En la otra esquina, está el primo de Ignacio Mier, el senador Alejandro Armenta Mier.

Según las encuestas que se conocen, nadie es tan conocido, como él, en el estado.

También es ex priísta.

Despachó como presidente del tricolor, en los tiempos de auge del régimen marinista, al que le debe buena parte de su carrera política.

Sin embargo, al haber puesto Alejandro Armenta todo su capital en manos de la propia aspiración presidencial de su coordinador en la Cámara Alta, Ricardo Monreal Ávila, da la impresión de que todo depende del futuro del zacatecano.

Entonces, el poblano dependerá esencialmente de quién es el o la candidata a la Presidencia de la República en 2024.

Si es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, poco puede aspirar Armenta a la candidatura a la gubernatura de Puebla.

A menos que sea producto de una negociación de consolación que realice Monreal.

Si el abanderado es Marcelo Ebrard, el escenario mejora para Armenta.

Como todo mundo sabe, Monreal no está de ninguna manera en el ánimo de Andrés Manuel López Obrador.

Y la suerte del ex gobernador zacatecano parece que será la suerte del senador poblano, para bien o para mal.

En todo este escenario de posibilidades y complicaciones, por supuesto, el dedo de oro de Palacio Nacional está por encima de todo.

Sin embargo, Miguel Barbosa Huerta es un político hábil y conocedor, como pocos, de los intrincados vericuetos del poder.

Aunque tenga enemigos que tooodos los días buscan descomponerla, tiene una buena relación con López Obrador.

Y todavía falta mucho de aquí al 2024.

Aún no vemos, de hecho, las señales desde Casa Aguayo.

¿Tiene o va a construir Barbosa Huerta una carta alterna (hombre o mujer) a las existentes hasta hoy?

¿Será una ficha real o una ficha de negociación?

¿Va a dejar que toda la decisión corra en Palacio Nacional?

De ser así, ¿cómo va a dejar sentir su opinión, a favor o en contra?

Hasta hoy lo único cierto es que no se la va a jugar con una carta ajena a Morena, o a la 4T.

Lo suyo no es la traición.

Todo, en resumen, está, por escribirse.

gar_pro@hotmail.com

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