Sin regatear los beneficios que podría traer la instalación de parquímetros en el Centro Histórico de la capital poblana, la medida es sin duda muy difícil de tomar, porque incide directamente en lo que más nos duele a todos los ciudadanos: nuestros bolsillos. Una cosa es muy segura, se trata de un tema que debe analizarse a profundidad, pero lejos de las posiciones radicales o ignorantes y sopesar, efectivamente, sus pros, tanto como sus contras.
El principal argumento de quienes se oponen es el económico.
Aducen que se trata “solamente de una medida recaudatoria”.
Incluso acusan al Ayuntamiento de Puebla capital de buscar compensar los recursos que perdió con el rechazo del Derecho de Alumbrado Público (DAP), por el Congreso del Estado.
Efectivamente los parquímetros traerán recursos a las arcas municipales.
Pero no es solamente ése el objetivo.
En términos de recaudación hay otras medidas más efectivas y directas.
Si es que fuera el caso.
En tanto, quienes están a favor de su implementación, que no es nueva, pues han existido en otros tiempos en la capital y hay actualmente en otras ciudades del estado, tienen una lista de argumentos.
Algunos son muy atendibles.
El ordenamiento de los sitios para estacionarse, que son escasos y muy disputados.
La anulación de las mafias que los controlan.
Principalmente de grupos de franeleros que abusan de los usuarios y se apropian, literalmente, de las calles.
Algunos que cobran hasta 50 pesos por un lugar de estacionamiento en la vía pública.
Pero no solamente son los franeleros, sino también locatarios y comerciantes ambulantes que apartan lugares.
Que se convierten en propietarios de las calles.
Hagamos un comparativo.
Las principales 50 ciudades del mundo tienen parquímetros.
Londres, París, Roma, Berlín, Madrid y Dublín, por ejemplo, en Europa.
Sao Paulo, Buenos Aires, Ciudad de México y Nueva York, por citar algunas, en este lado del Atlántico.
Su instalación obedeció, en casi todos esos casos, de acuerdo con los antecedentes históricos, en la necesidad y urgencia de poner orden en sus calles.
De estructurar los espacios.
Los parques vehiculares de esas 50 principales ciudades del mundo son enormes.
Además, crecen cada año.
Cada día, prácticamente.
Poner orden urbano se convirtió en una necesidad imperiosa.
El abundante tránsito en la ciudad de Puebla se ha convertido ya en un problema grave.
Por cierto, en el estado hay en San Pedro Cholula y Zacatlán.
En el Centro capitalino los grupos de franeleros se apropian de las calles.
Los comerciantes establecidos apartan con cubetas y otros objetos los sitios frente a sus negocios.
La única opción es pagarles o gastar en un estacionamiento establecido.
Los precios son descomunales, casi siempre en ambos casos.
Esa regulación es otro pendiente.
Pero sí, efectivamente, en todos los casos pega al bolsillo.
¡Y cómo duele!
De ahí que sea una buena noticia la consulta, entre comerciantes y habitantes del Centro, que realizará el Ayuntamiento.
También, se hará un programa piloto.
Lo cierto es que, en este tema, y en otros, no hay que caer en los extremos.
Hay pros y contras.
Argumentos a favor y en contra.
Hay que escuchar y decidir.
No al revés.