EL INFIERNO DE LA CORREGIDORA

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“Aunque no hay muertos, no podemos decir que esto no es una tragedia”, es la frase de un dubitativo y frágil gobernador de Querétaro, el panista Mauricio Kuri González, la que pinta además el panorama de desconcierto de las autoridades; la enorme carga de responsabilidad de muchas instancias y personas; la indignación de la sociedad y el desasosiego de un país entero, tras los hechos brutales del sábado en el Estadio La Corregidora de la capital queretana, hechos por los que hasta el cierre de esta entrega NO había UN SOLO DETENIDO!

Oficialmente no se reportan fallecimientos, pero el nivel de violencia fue superlativo.

Los dirigentes de la Liga del Futbol tampoco saben cómo actuar.

Hubo irresponsabilidad, negligencia criminal, desidia y omisiones imperdonables por parte de casi todos los involucrados.

En las mismas redes sociales del club de casa, Gallos Blancos, se incitó a la violencia calificando a sus aficionados como “gallos de pelea” y al comparar la cancha con un “ring”.

En la refriega, aparentemente de un solo lado estuvieron los agresores.

De la otra trinchera, las víctimas.

Por todos lados, el infierno.

Tal vez no sea correcto llamarlo “batalla campal”, sino ataque. Un ataque que sus autores celebraron por todo lo alto y los tenis manchados de sangre como se muestra en la abominable fotografía que acompaña esta entrega.

La tarde noche del 5 de marzo, los aficionados del Atlas, equipo de futbol de Guadalajara, Jalisco, fueron prácticamente emboscados.

Las condiciones en que fueron atacados por presuntos integrantes de las porras de Los Gallos Blancos hacen dudar de que se tratara de un hecho espontáneo.

Los efectivos de la policía eran escasos.

Apenas un puñado.

Ni siquiera una decena junta llega a aparecer en los testimonios audiovisuales.

Y, encima, no intervinieron.

Peor: algunos de ellos, por lo que se aprecia en los videos, fueron los principales facilitadores del sangriento enfrentamiento, al abrir rejas que separaban a las porras.

Los aficionados del Atlas, colocados por los organizadores en las gradas de detrás de las bancas, fueron literalmente encapsulados.

Hay muchos testimonios.

Desde los dos flancos llegaron sus atacantes.

Convertidos en enloquecidos verdugos.

Alguien tuvo el tino de dejar que algunos aficionados, algunas familias bajaran a la chancha, cuando se jugaba aproximadamente el minuto 15.

Huían de las agresiones.

Eso aminoró el saldo rojo.

Pero también bajaron, aprovechando el escenario, los agresores.

Demasiada violencia.

Patadas contra cuerpos inertes.

Sangre.

26 personas hospitalizadas.

Tres en estado grave.

Apenas tres dados de alta.

Ese era el saldo al cierre de esta edición.

Sin embargo, hay incredulidad en la opinión pública.

Los videos mostraron lo que los ojos entendieron se trataba de muertos.

Las autoridades aseguran que no hay.

Las versiones de la intervención del crimen organizado comienzan a cobrar carta de verosimilitud.

Circulan datos que ubican a integrantes de las dos porras como capos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de un lado, y de la principal banda de huachicoleros de Querétaro del otro.

La versión se fortalece con el altísimo nivel de violencia.

Sentido tiene.

Fue un infierno.

Y nadie intentó siquiera apagarlo.

¿Reflejo de la descomposición social de un país en vilo?

Sí y también de la normalización de la violencia en todos, absolutamente todos los ámbitos, y del imperio de la impunidad.

Los agresores actuaron sabiendo que nada les pasará y que en una semana, tal vez 15 días, la sociedad estará hablando de otra cosa… hasta que un nuevo episodio de salvajismo vuelva a “sorprendernos” y así una y otra y otra vez… hasta el fin de los tiempos.

Por cierto, que como “anillo al dedo” le cayó esta lamentable tragedia al fracasado régimen lopezobradodista, pues los bestiales hechos en La Corregidora le sirven de cortina de humo para tapar un poco el caso de la Casa Gris del hijo del presidente, el escándalo por el audio filtrado del inescrupuloso fiscal general Alejandro Gertz Manero y las crisis social, política, económica, de salud y de inseguridad en que está sumido nuestro país.

PUEBLA, AL RESCATE DE ESCUELAS DE TIEMPO COMPLETO

Se ha llevado el reconocimiento unánime, incluso de la oposición, la decisión del gobernador Miguel Barbosa Huerta de asumir el costo del Programa Escuelas de Tiempo Completo (PETC), que unilateralmente decidió eliminar la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal, sin dar más explicaciones.

Con ello, en Puebla se hubiera afectado a más de 93 mil estudiantes de nivel básico.

Con el enorme detrimento en el nivel educativo de niños y niñas.

El daño hubiera sido incuantificable.

La decisión no es sencilla.

Económicamente representará la erogación de más de 177 millones de pesos de las arcas estatales.

Dinero que no se tenía contemplado para ello.

No dudó Barbosa.

Eso lo reconocemos todos.

Incluidos todos los otros gobernadores del país que ya siguieron su ejemplo.

gar_pro@hotmail.com

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