EL CASO RUEDA Y EL CAMINO DIRECTO AL INFIERNO

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El director del Diario Cambio, José Arturo Rueda Sánchez de la Vega, vive hoy un proceso judicial que nunca esperó -del que incluso se burló- y al que lo llevaron sus excesos, su soberbia y sus delincuenciales abusos. Hoy está tras las rejas, además, por su presunta actividad ilícita de extorsión y se sumarán -aseguran fuentes bien informadas- otros presuntos delitos que tienen que ver con su actividad empresarial y en los que también aparece mencionado su socio, el diputado de Morena Ignacio Mier Velazco. Arturo N. no es un periodista encarcelado porque los procesos que se le imputan no tienen que ver con la libertad de expresión, ni con el ejercicio de informar... Bueno, en esencia: no es un periodista, nunca lo fue, nunca lo será…

Rueda en Puebla, desde hace por lo menos cinco lustros, se ha dedicado a desprestigiar el noble oficio del periodismo y a ofender/calumniar a todos los agentes de la vida pública.

Desde la burla pueril e insensata hasta la difamación más elemental con involucramientos criminales, a todos ha tocado.

Ofendió a mujeres asesinadas, desaparecidas, a sus familias, a políticos con o sin poder, a funcionarios, a ciudadanos de a pie, a pobres y a ricos, a perversos y honestos…

Se erigió como “administrador de reputaciones” por un par de tlacoyos y… en el pecado llevó la penitencia.

Mientras en la exclusiva zona de Polanco, en la Ciudad de México, intentaba sin éxito, la tarde de este sábado, eludir su orden de aprehensión, todavía a través de redes sociales lucró con el lamentable asesinato de la activista Cecilia Monzón.

Sin respeto al duelo, a su memoria y a su familia, con tal de pretender salvar su pellejo en medio de la confusión y la indignación, fue capaz de vincular ese crimen a su caso, favoreciéndose en la narrativa.

Desesperado, antes de su cantado arresto, quiso buscar enlodar con la ejecución a personajes que, como el diputado Jorge Estefan Chidiac, fueron, hace cuatro años, denunciados al calor electoral por Monzón.

Lo hizo directamente… aunque -fiel al estilo- sin una sola prueba de sus temerarias afirmaciones.

Un delito más.

Fue su última carta.

Su último exabrupto.

La última acción vomitiva de quien siempre se ha caracterizado por los excesos que llevan tintes escatológicos, y que avergüenzan hasta al más humilde de sus empleados o compañeros de trabajo.

Por supuesto solamente generó mayor indignación.

Se exhibió todavía más.

La verdad es que hoy, este moderno -pero limitado- Carlos Denegri está detenido por extorsión.

Por cierto, un delito que no admite caución por su gravedad.

En las investigaciones se han configurado más posibles delitos.

Los presuntos ilícitos y los pecados de Rueda ocurrieron, prácticamente, desde su aparición en la vida pública poblana.

De simple articulista pasó a dirigir un periódico, es decir, igual que si se pone a un niño al frente de una universidad.

Y se volvió loco.

Literalmente.

De la noche a la mañana ascendió a empresario de medios y como tal acumuló jugosos bienes de manera súbita.

Notoria.

Inexplicable.

(O al contrario: muy explicable).

El edificio del diario que decía dirigir es muestra de su abundante patrimonio personal.

Sobre eso vendrán pronto anuncios contundentes.

Lo mismo de otros bienes inmuebles que acumuló gracias a generosos favores de importantes operadores del morenovallismo.

Esa acumulación de propiedades también fue en sociedad con el poblano Ignacio Mier Velazco, coordinador de los diputados federales de Morena, quien está señalado junto con él en la investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) por lavado, operaciones con recursos de procedencia ilícita y evasión fiscal.

Por cierto: exactamente 24 horas después de que se supo de la detención, el ex priísta Mier Velazco lanzó un tibio tuit en el que, en resumidas cuentas, señala que el problema de Rueda es problema de Rueda.

Escribió el limitado -y eternamente sobrado- coordinador de Morena en San Lázaro:

“La amistad es un valor preciado, a los amigos no se les juzga, ni se les abandona, se les acompaña en sus trances más difíciles e injustos. Respeto el libre albedrío, por eso mi solidaridad con Arturo Rueda”.

No lo exonera.

Al contrario.

Da a entender que la condición judicial de su socio es producto de su “libre albedrío”.

En otras palabras: se lava las manos, lo deja solo, se desentiende de la célebre intentona de extorsión a Jorge Estefan Chidiac (hay un video muy ilustrativo en YouTube), pero eso sí: le envía toda, toda, toooda su solidaridad.

Rueda utilizó al periodismo como nave de negocios y para ello no tuvo escrúpulo alguno.

Se hacía pasar como “crítico del poder”, pero nada más alejado de eso.

Chantajeó, amenazó, rompió, se reconcilió, traicionó al poder a conveniencia…

En épocas electorales o cuando se quedó sin salidas, pactó.

Todo con el visto bueno de Ignacio Mier, aunque él hoy se llame ofensa y diga que no sabía, que no vio nada, que nunca supo nada…

Mier, beneficiario total y absoluto de los retorcidos acuerdos de su “amigo”.

El difunto Rafael Moreno Valle, por ejemplo, protegió a Rueda y gracias a él no acabó en la cárcel por el caso Estefan Chidiac.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el abogado egresado de la Libre de Derecho de Puebla -que en su momento lo desconoció tras otro de sus arrebatos- rompió esa liga y se encontró la horma de su zapato.

Hoy de verdad da lástima ver cómo todos festejan su ruina.

Cómo nadie lo aprecia.

Cómo nadie (o nadie realmente importante) sale en su defensa.

Nadie lo respeta, nadie lo admira, nadie lo va a extrañar, por tantos odios y tantos agravios que sembró.

¡Qué historia!

¿Cómo alguien que lo tuvo todo, y a manos llenas, puede acabar así?

La naturaleza humana, las pasiones, el poder (o sentirte “Dios en el poder”), la soberbia, la ambición

El camino directo al infierno.

Tu propio y muy particular infierno.

gar_pro@hotmail.com

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