NÉSTOR CAMARILLO: RELACIONES PELIGROSAS

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Como el edificio de la Avenida Defensores de la República, que es sede del PRI en Puebla, el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE), Néstor Camarillo Medina, se ha quedado vacío de ideas, de ideales y de amistades. Sus ansias y su creencia de que puede ser el candidato de una alianza con el PAN y el PRD a la alcaldía capitalina (él lo cree y lo cuenta en serio: ¡no se rían!), más la fragilidad en que se encuentra, al igual que su dirigente nacional, Alito Moreno, quien lo puso y lo apadrina, lo muestran como el presidente estatal priísta con menos autoridad moral de toda la historia. A eso hay que sumarle un largo historial de malas compañías.

Si un priísta poblano está preocupado, al máximo, por los audios que han venido apareciendo y en los que Alejandro Moreno Cárdenas se muestra insensible, soez y hasta confiesa presuntos delitos, ése es Néstor Camarillo.

Apenas este martes, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, dio a conocer nuevas grabaciones, en las que Alito habla de terrenos, de millones de pesos y de un presunto blanqueo de recursos.

El todavía presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI ha dicho, al estilo Mario Marín, que “es mi voz, pero no es mi voz”.

Sin embargo, muchas cosas se saben y se presumen en esas grabaciones, que tienen valor casi confesional.

No vaya a ser que eso pase también con algunos poblanos, que luego no pueden ni explicar sus millonarios festejos familiares.

Muy gruperos.

Muy onerosos.

Sobre todo, hay que tener las cuentas claras, ahora que el impresentable Alito está en caída libre.

Pero volviendo a Camarillo: hace unas semanas se le vinculó reiteradamente en relaciones con el grupo del coordinador de los diputados federales de Morena, Ignacio Mier Velazco, y con sus socios.

Fuentes informadas llegaron a asegurar, incluso, que el dirigente del PRI era uno más de los porristas de Mier rumbo a 2024.

Muy indignado, Néstor Camarillo lo negó y lo renegó.

Pero explicaciones y deslindes contundentes no hubo.

Mientras tanto, Néstor Camarillo quiere el cargo que hoy ocupa Eduardo Rivera Pérez, de quien era hasta hace poco su mejor promotor.

Pero no tiene fuerza ni experiencia.

Ni carisma.

Titubea y tiembla cuando alguien lo confronta cara a cara.

Ni lo conocen en su colonia, en la Angelópolis.

Donde sí es conocido es en su municipio, Quecholac.

Pero resulta que ahí, en los comicios de 2021 el tricolor fue derrotado.

Cuando no se puede lo pequeño, pues menos paquetes mayores.

Por cierto, él fue presidente municipal de Quecholac en el periodo más largo, aquel de 4 años 8 meses, por la reforma electoral, entre 2014 y 2018.

La que les regaló el difunto Rafael Moreno Valle.

El municipio no tuvo transformaciones importantes, a pesar de ese amplio periodo de gobierno.

Cuando era alcalde Néstor Camarillo, ocurrió, en la junta auxiliar de Palmarito Tochapan, el ataque más sangriento de las Fuerzas Federales contra los huachicoleros de El Toñín.

Los elementos de la Marina se defendieron.

Fue un infierno.

Hubo mucha tinta después sobre el caso.

Se filtraron videos, con una narrativa que parecía intentar la exculpación de los atacantes.

Por cierto, los publicó el hoy detenido Arturo Rueda, socio de Mier Velazco.

Fue terrible.

Grotesco.

Un ejercicio “periodístico” de pena ajena, como tantos en el historial del ex director de Cambio.

Pero volvamos al PRI, a Alito y a Camarillo.

Aseguran que ya casi nadie va al edificio de la Diagonal.

Que nadie respalda mucho a Néstor.

Que él mismo se ha encargado de ganarse animadversiones, porque de todo culpa a los demás y no asume ninguna responsabilidad.

Que su dirigencia tiene fecha de caducidad.

Próxima.

Que si cae Alito, como puede pasar, cae también el dirigente poblano.

Por eso está preocupado al extremo.

Dicen esas cosas.

Y el eco de esas palabras se escucha en todo el edificio de la Diagonal.

gar_pro@hotmail.com

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