Aquel pacto Espino-Marín-Calderón (para chingar a López Obrador)

Arturo Luna Silva

Nueva evidencia ha surgido sobre el siempre negado pacto entre PAN y PRI de 2006.

Aquel pacto que, como todo mundo sabe, en el caso de Puebla permitió dos cosas: la primera, que el gobernador Mario Marín salvara el pellejo en la Suprema Corte, donde fue juzgado y posteriormente exonerado del caso Cacho; y la segunda, que el aparato electoral del marinismo sacara las manos de los comicios federales, para que Andrés Manuel López Obrador perdiera y Felipe Calderón se entronizara en Los Pinos; con dudas y todo, “haiga sido como haiga sido”, pero que se entronizara en el poder presidencial.

O sea, casi nada.

Los nuevos datos que permiten sostener la tesis del acuerdo (acuerdo que aún horroriza a algunos panistas mojigatos e hipócritas, y que los marinistas quisieran enterrar en el baúl de los recuerdos que incomodan) aparecen en el nuevo libro del ex dirigente nacional del PAN Manuel Espino, “Volver a empezar. Un llamado a la perseverancia desde la Democracia Cristiana”, del cual habla en la revista Proceso de esta semana el acreditado periodista Álvaro Delgado, en el marco del 70 aniversario de Acción Nacional.

Entre otras revelaciones, Espino, una de las cabezas visibles del grupo nacional “El Yunque”, crítico y enemigo acérrimo del calderonismo, señala que en 2006, cuando dirigía los destinos del blanquiazul, habló con diez gobernadores priístas para convencerlos de apoyar a Calderón en lugar de respaldar a Andrés Manuel López Obrador.

La gran novedad es que por primera vez Espino menciona abiertamente el nombre del poblano Mario Marín como uno de esos gobernadores con los que entabló negociaciones y que aceptaron entrar al vergonzante acuerdo, a pesar de que éste iba en contra del candidato priísta Roberto Madrazo, víctima así de una traición sin nombre ni precedentes en la historia mexicana.

Narra Álvaro en su impecable texto:

En cuanto a las gestiones que hizo ante gobernadores priístas para que movieran sus maquinarias electorales a favor de Calderón en 2006, Espino las define como “un pragmatismo que no agravia principios”, porque buscó el voto útil. “Estaba yo tratando de convencerlos de que era mejor Calderón de que era mejor Calderón que Andrés Manuel López Obrador”.

-¿A cambio de qué?

-¡De nada! ¡No hubo negociación! Yo fui a generar una reflexión: “Tu candidato (Roberto Madrazo) no va a ganar. Escoge: Felipe o El Peje”. Punto. No hubo una negociación de esto a cambio de aquello, jamás la hubo”.

Continúa Delgado:

En el caso de Mario Marín, de Puebla, envuelto en un escándalo tras violar los derechos humanos de la periodista Lydia Cacho por encargo de Kamel Nacif, (Espino) dice que su caso se resolvería en el ámbito judicial, no en los espacios del Ejecutivo y el Legislativo.

Yo le dije: “Lo que pido es que le ayudes a tu estado a tener un presidente de la República que sea el mejor posible, y en este momento el mejor posible es Calderón”. No fui a ofrecerle impunidad ni apoyo, absolutamente nada. Lo planteo en el libro: El pragmatismo sin principios, por intereses partidistas, que no atiende al interés superior, es totalmente deleznable”.

Hasta ahí la cita del trabajo del reportero de Proceso.

Así que Manuel Espino se va de la lengua y confiesa su pecado, pero al mismo tiempo cree que nos chupamos el dedo.

O que somos unos… ingenuos.

Porque lo cierto es que después de que habló con Mario Marín, como finalmente lo acepta, pasaron por lo menos cuatro cosas:

La primera: al PAN poblano se le olvidó el caso Cacho, que de pronto retiró como principal bandera de campaña contra el PRI de Puebla.

La segunda: a Calderón le dio amnesia después de venir como candidato a sacarle tarjeta roja al gobernador, exigiendo a gritos, como niño malcriado, su renuncia por el célebre caso de violación a los derechos humanos.

La tercera: “El Peje” perdió estrepitosamente en Puebla y Calderón ganó en la mayoría de los 16 distritos, incluyendo las senadurías.

Y la cuarta (la que cierra el círculo): el mandatario estatal resultó a la postre exonerado en la Suprema Corte, en un fallo tan sorprendente como inesperado (con el vuelco incluso de última hora de dos magistradas que hasta unas horas antes del gran fallo estaban de lado de la periodista).

Dice Espino (y al decirlo insulta nuestra inteligencia) que negoció a cambio de nada.

Y la verdad es que su afirmación da risa, pues evidentemente nadie se la cree; bueno, ni él.

Las evidencias son contundentes: aunque hoy se horroricen muchas de las buenas conciencias panistas de Puebla, anexas y conexas, la verdad histórica es que el PAN le vendió el alma al PRI para poder seguir en Los Pinos, y que de esto fueron cómplices no pocos gobernadores del tricolor.

Así que la hipótesis del pacto dejó de ser eso, una mera hipótesis, para pasar a convertirse en un dato duro dentro de la biografía del panismo nacional, en específico del capítulo referente a sus claudicaciones, negociaciones en lo oscurito y concertacesiones con el priísmo.

A Manuel Espino, cuya memoria –ya se sabe- se estira y acorta a conveniencia, se le olvida que incluso ya había hablado públicamente de dicho acuerdo en “El presidente electo”, el libro de Salvador Camarena y Jorge Zepeda Patterson, editado por Planeta en 2007, la obra que mejor retrata las intimidades del convulso (y aún debatido) proceso electoral que llevó a Calderón al poder.

Cuenta el propio Espino –que nunca ha desmentido- al inicio del capítulo 7, página 161:

Y fui a hacer algo poco usual, fui a apretarles a algunos gobernadores. A advertirles que si en su estado perdíamos iban a tener una bronca fuerte. Porque había varios gobernadores con problemas serios, de diversa índole, y yo sabía cómo estaban operando a favor de su candidato, entonces yo dije “mira, con que pares esta operación, con que dejes correr las cosas, con eso”. Fui a varios estados. No fueron pocos, eh, fueron como la mitad. Luego, [como] su candidato se les había caído, yo estaba promoviendo el voto útil” (sic).

Así que sí hubo pacto y los gobernadores “con problemas serios” le entraron.

Ahora ya no hay ninguna duda.

Como diría el clásico: polvos de aquellos lodos.

gar_pro@hotmail.com

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