Arturo Luna Silva
Pasos erráticos son los que no ha dejado de dar el general Andrés Vicente Ruiz Celio desde que tomó posesión de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito de Puebla capital.
Hoy, de hecho, hay una estela de dudas sobre sus decisiones, su mando, y no sólo eso: sobre sus relaciones ¿peligrosas?
Me explico.
Prácticamente un día después de haber llegado al cargo empezó a despedir a personas clave de la dependencia, lo que hace que no podrá cumplir con los compromisos contraídos con la alcaldesa Blanca Alcalá.
¿Ejemplo?
El Subsidio (federal) para la Seguridad Pública Federal, mejor conocido como Subsemun, al frente del cual trató de poner como coordinador (también del Programa CALEA, Comisión para la Acreditación de Agencias de Seguridad Pública) a Francisco Fierro, que tuvo problemas en la PGR, y a un tal Veloz, que de igual forma fue separado de la PGR y se dedicó a defender jurídicamente a integrantes de la delincuencia organizada.
Ruiz Celio trajo entonces a Mauricio Del Mar Saavedra como encargado de la Secretaría Técnica, con la instrucción de resolver los pendientes del Subsemun y del CALEA, cosa que no logró.
Él fue jefe de la policía en Pachuca, Hidalgo con Omar Fayad, en la época en que la delincuencia organizada ultimó al secretario de Seguridad Pública de ese estado; fue precisamente después de que Del Mar Saavedra deja el cargo que se da el famoso “pachucazo”, donde la AFI y PGR detienen a todos los comandantes, excepto a él, cosa que dejó muchas, muchas sospechas y un mal sabor de boca en la comuna poblana.
Desde un inicio, Del Mar Saavedra se ostentó en Puebla como “licenciado en criminología”, pero no lo es (como tampoco es maestro Manuel Alonso, el director de Tránsito que sigue firmando documentos como tal, aunque ésa –diría la Nana Goya- es otra historia).
No hace mucho la misma Blanca Alcalá ordenó a Ruiz Celio dar de baja a Del Mar Saavedra, pero el general no obedeció y lo sigue protegiendo con bajo perfil, lo mismo que a su particular (tal vez la siguiente quincena ya entienda quién manda en el ayuntamiento).
Por otra parte, desde hace varias semanas, el secretario ha dado muestras de que el miedo no anda en burro.
A donde quiera que va, al lugar que llega, lo acompaña un cerco de seguridad pocas veces visto en Puebla ya no se diga en torno a un secretario de Seguridad Pública, sino a un gobernador: sí, Ruiz Celio anda más protegido que el mismísimo Mario Marín.
Nuestro personaje se mueve en dos Jettas color gris propiedad del ayuntamiento, un Jetta negro del Lic. Velasco, dos RAMS 2500 de color blanco, una Ford Lobo de color guinda, una Escalade de color café, una Cherokee blanca blindada, una Durando gris, y tiene asignados a seis escoltas del Grupo Táctico.
Ante tal despliegue, en la oficina de Blanca Alcalá ya empiezan a levantar las cejas y a preguntarse varias cosas:
¿Por qué el uso desmesurado de guardaespaldas y de vehículos?
¿Por qué no es Alcalá la funcionaria municipal mejor cuidada, sino este sujeto que realmente se desconoce con exactitud de dónde y por qué vino a Puebla?
¿Qué causa el constante cambio de vehículos?
¿Qué, la paranoia?
¿Por qué hace unos días mandó a pintar la camioneta blindada y a cambiarle asientos si es totalmente nueva?
¿Por qué sus movimientos denotan un miedo enorme y una precaución desmesurada?
¿Por qué la insistencia en proteger hasta la ignominia a Del Mar Saavedra?
¿A qué, quién o quiénes teme?
¿Acaso convino algo que ya no pudo cumplir?
Y la última: ¿Por qué su hijo maneja gran parte de su oficina?
Extraño, ¿no?
En breve, más información.