PRI: horas decisivas

Arturo Luna Silva


La controvertida –y comentadísima- encuesta de María de las Heras confirmó que el problema de Javier López Zavala sigue siendo la ciudad de Puebla, que concentra casi el 40 por ciento del padrón electoral.

De hecho, el secretario de Desarrollo Social debería despedir a quien le sugirió sacar a Blanca Alcalá y Enrique Agüera del sondeo de Demotecnia. (¿Fue Armenta acaso?).

No sólo absorbió él solo, como una esponja, el obvio voto anti Mario Marín, que existe pese a los corifeos de fin de sexenio, sino el voto anti PRI, que así no se pudo repartir con la presidenta municipal y el rector de la BUAP.

El gran beneficiario de este rompecabezas de mil piezas, ya se sabe, fue (es) Enrique Doger, quien no sólo ya gobernó Puebla capital sino que nadie le ha podido quitar su etiqueta (falsa pero efectiva etiqueta) de candidato “ciudadano” –que así, en tal condición, saltó de la universidad pública al gobierno municipal-.

Craso error zavalista el no subrayar hasta el cansancio que Doger es un priísta más: lobo con piel de oveja, con las mismas uñas y las mismas mañas, quizá peores, que cualquiera; pero no hubo estrategia en ese sentido; por lo tanto, el ex edil resintió poco, muy poco, el voto de rechazo, que solo cachó López Zavala (un funcionario vigente del gobierno del estado, y hoy los gobiernos no son precisamente los mejor evaluados, sobre todo tras los nuevos impuestos).

Tampoco hubo diseño de discurso para la ciudad de Puebla: en giras de trabajo, comidas y reuniones, el discurso del “delfín” sólo ha estado dedicado a los pobres, que sí son importantes y numerosos, pero no lo son todo en esta cosmopolita y contrastante capital.

López Zavala no ha tenido un discurso para los jóvenes, uno para las mujeres (amas de casa y trabajadoras), uno para los empresarios y uno para los obreros. Sólo ha hablado de y para los más desprotegidos y eso, desde una óptica meramente asistencialista.

Tal carencia quedó plenamente reflejada en la encuesta de María de las Heras: sólo los priístas estables (los que tienen “hueso” que roer y dependen económicamente del sistema) ven con claridad que su candidato es López Zavala, pero no los jóvenes, las mujeres, los empresarios y los obreros sin partido, ausentes en la estrategia zavalista (aunque fundamentales para ganar un sondeo, es decir, una elección entre población abierta, y más en la ruidosa y caótica ciudad de Puebla).

Hasta hace unos días la señal de Casa Puebla era que Mario Marín podía solo, que no necesitaba de nadie (y ese nadie incluye a los otros aspirantes, a la clase política en general, a la iniciativa privada no domesticada y a la mayoría de los medios, que en el fondo sigue despreciando y minimizando) para imponerse; hoy la lectura, al menos en el círculo rojo, es otra: Demotecnia demostró que la soberbia es mala consejera, y que López Zavala necesita de Alcalá y también de Doger para ganar. Sin ellos, pierde; con ellos, gana. Y es que le dan lo que él no tiene o no ha logrado construir pese a tanta inversión: el voto ciudadano de la capital y la zona conurbada, donde sus registros de confianza e intención del voto siguen siendo bajos.

(Ejemplo: el pasado fin de semana estuvo en Huaquechula para celebrar el Día de Muertos. ¿Qué era más rentable? Ir a la Mixteca o quedarse en la ciudad de Puebla para visitar, no sé, algún atiborrado panteón citadino (digo, si la idea era aprovechar la festividad de Todos Santos para hacer proselitismo). ¿Quién tiene más peso en una encuesta como la de Demotecnia? El ciudadano de Huaquechula o el ciudadano de Puebla. De primaria).

En términos reales, falta menos de un mes para que haya candidato del PRI a la gubernatura; si no oficialmente, sí en los terrenos de la percepción pública (y publicada). Corren, por tanto, días cruciales. Horas decisivas. La famiglia priísta, con Marín a la cabeza, debe ponerse de acuerdo urgentemente: candidato de unidad, previa negociación con todos los grupos en disputa (que a cada quien le toque la rebanada del pastel que quiere), o consulta a la base, con el obvio peligro de una ruptura interna cuyo único beneficiario serán el PAN y su abanderado –quien quiera que sea éste-.

El gobernador ha demostrado ser el hombre de los imposibles. Desde abajo caminó con todo en contra y llegó al poder. Venció el más serio intento de destitución, vía la Suprema Corte, de la historia contemporánea de México. Soportó el más fiero ataque mediático de los últimos tiempos (hasta es objeto de estudio en una universidad norteamericana). Y logró vencer a todos sus detractores, incluso cuando se llegó a pronosticar tormenta electoral.

¿Esta vez lo logrará? Si es cierto aquello de que el poder no se toma, se arrebata y se mantiene, ¿se volverá a salir con la suya? ¿Y a qué precio –porque todo, todo en la vida tiene uno-?

Falta poco para saberlo. Porque lo único de lo que no son dueños es el tiempo.

gar_pro@hotmail.com

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