Es Montero

Arturo Luna Silva

El “pacto de silencio” acordado anoche entre los aspirantes del PRI a la presidencia municipal de Puebla y sus dirigentes no impidió sin embargo que trascendiera que hay un denominador común en las dos encuestas que les presentó Roy Campos, director general de Consulta Mitofsky: Mario Montero Serrano supera, y por amplio margen (de entre 15 y 20 puntos), tanto a Jorge Estefan Chidiac como a Pablo Fernández del Campo y Víctor Manuel Giorgana en las preferencias electorales. Ya ni se diga al resto de los contendientes.

Ahora lo que forzosamente viene es la feria de las declinaciones y, en su caso, las últimas negociaciones con quienes siguen terqueando, haciendo berrinche y sin querer ver lo obvio: que el ex secretario de Gobernación será el candidato del PRI para suceder a Blanca Alcalá.

Para ello, el dirigente estatal del tricolor, Alejandro Armenta Mier, pidió evitar filtraciones sobre los datos de los sondeos (“para no herir susceptibilidades”) y también abrir un espacio de 72 horas para que la política impere y también la generosidad con el partido, más que con algún personaje en lo particular, acuerdo que todos aceptaron porque todos en el fondo saben que el deseo del “Gran Elector” es que a la asamblea de delegados del 17 de marzo se llegue con un candidato único y de unidad.

Ayer, tras los resultados de Mitofsky, quedó claro que Mario Montero no sólo tiene el único voto que cuenta al interior del Revolucionario Institucional, el de Casa Puebla, sino también la popularidad y el capital político suficientes para lograr que el PRI siga gobernando la cuarta ciudad más importante del país.

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Vaya tragedia la que vive el PAN en el municipio de Puebla.

Y es que no sólo anda en crisis de liderazgos y adeptos, sino que sencillamente no tiene pesos pesados para encarar la guerra electoral del 4 de julio.

La militancia activa, ésa que no pasa de 3 mil –varios de ellos ya difuntos-, sólo tiene de dos sopas: elegir como candidato a alguien que gana adentro del partido pero no afuera del mismo, como Eduardo Rivera Pérez, mejor conocido como “El Cabo Catoche” o “El Patrullero 777”, o a quien tal vez posee potencial para ganar afuera, pero no tiene con qué ganar adentro del blanquiazul, como Humberto “El Tigre” Aguilar Coronado.

Por si fuera poco, los dos sin excepción son rechazados por su candidato a la gubernatura, Rafael Moreno Valle Rosas, que los ningunea y minimiza por considerarlos poco competitivos, tanto que hasta ayer seguía presionando para que el CEN panista cancele el proceso interno, mande a volar a Lalo y a Beto, y designe por dedazo a Enrique Doger o a un perfil “ciudadano” que le garantice suma y no resta de votos en la ciudad de Puebla.

¿Y si mejor Moreno Valle hace dupla con “El Arlecas”?

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Un punto central dentro de los acuerdos entre Blanca Alcalá y Javier López Zavala fue la contención del beligerante y siempre molesto Sindicato Único de Empleados y Trabajadores del Ayuntamiento de Puebla, encabezado por el caciquil Israel Pacheco.

Cuando en enero López Zavala y Alcalá se sentaron a negociar para la suma de ésta a la candidatura de unidad del “delfín” marinista, la alcaldesa puso sobre la mesa precisamente ese tema. “Es indispensable para que yo pueda terminar fuerte mi administración”, le dijo. Y López Zavala no sólo estuvo de acuerdo, sino que se comprometió a intervenir para despejar la permanente amenaza representada por Pacheco.

La tersa (y ya anunciada) negociación salarial de este 2010 entre el gobierno municipal y dicho sindicato, que aceptó sin chistar un incremento de 5% directo al tabulador y de 6.4% en diversas prestaciones, es fruto en parte, precisamente, de la operación política, silenciosa pero eficaz, de López Zavala.

Hoy, Alcalá puede estar y gobernar en paz, pues la rémora sindical ha bajado los brazos. La presidenta sabe, además, que en el candidato del PRI a la gubernatura tiene un aliado que, entre otras virtudes, sabe cumplir su palabra.

gar_pro@hotmail.com

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