La izquierda poblana: apocalípticos, prostituidos e integrados

Arturo Luna Silva

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Hoy, sobre todo en Puebla, ser de izquierda es un buen negocio.

¿O alguien lo duda?

Hagamos un poco de historia:

Después de varios procesos de unidad, las izquierdas en México se conjuntaron para su último intento, que fue el Partido Mexicano Socialista (PMS), resultado de las experiencias del Partido Comunista Mexicano (PCM) y el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).

Llegó el catártico 1988, postularon al ingeniero Heberto Castillo Martínez, se dio la primera escisión importante en el sistema y salieron Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros priístas, para formar la “Corriente Democrática del PRI”.

Así, se construyó el Frente Democrático Nacional (FDN), compuesto por el PFCRN, PPS, PARM y los propios ex priistas, que lanzaron la candidatura de Cárdenas Solórzano a la Presidencia de la República.

El PMS decidió unirse al FDN y Heberto Castillo declinó a favor de Cuauhtémoc Cárdenas; ante esa coyuntura, muchas organizaciones sociales y grupos de izquierda se sumaron a ella.

Esta fue la primera vez que la izquierda compitió fuerte y tal vez hasta ganó la elección presidencial a Carlos Salinas de Gortari.

Se cayó –y se calló- el sistema con Manuel Bartlett Díaz, y el partido hegemónico sufrió un duro golpe, así como la más fuerte sacudida política en su historia. Era el fin del partido único y hegemónico. Los últimos estertores del gran dinosaurio transmutado en el ogro filantrópico que señalaba Octavio Paz.

Ganó” Salinas de Gortari en una contienda muy compleja y atípica; el Congreso de la Unión fue la última vez que se convirtió en Colegio Electoral. Moría un país y emergía otro.

Cárdenas y Manuel J. Clouthier encabezaron una movilización en contra del fraude electoral. Adictos desde entonces a la traición, los panistas negociaron en lo oscurito con Salinas y dejaron solo a Cárdenas.

Fue así que se gestó uno de los movimientos sociales más importantes en la vida política del país, el cardenismo sumó fuerzas y protestas en contra del PRI.

La izquierda se vio ante dos posturas: enfrentar al Estado o construir un amplio movimiento de masas, muchos quisieron dar la batalla y enfrentarse al PRI, pero ganó la segunda opción.

Fue así como Cárdenas Solórzano le dio un cauce legal a la protesta por el fraude, evitó la confrontación violenta (todavía hay quien se lo reprocha) y el 5 de mayo de 1989 llamó a construir el Partido de la Revolución Democrática, el PRD, el partido del sol azteca.

El PMS acordó su disolución y entregó su registro.

La convocatoria fue para construir un partido para los ciudadanos y por el rescate de las mejores causas democráticas en México.

Se sumaron a su fundación una gran cantidad de fuerzas de izquierda, movimientos sociales, grupos ciudadanos, intelectuales y universitarios.

Por vez primera, la izquierda tuvo una amplia presencia en el Congreso de la Unión, fueron los mejores momentos para ella. Momentos de oro que, por cierto, ya no regresaron.

Cuauhtémoc Cárdenas fue su primer dirigente nacional.

A lo largo de los años lo secundaron gente de la talla de Porfirio Muñoz Ledo, Pablo Gómez Álvarez, Amalia García Medina, Rosario Robles Berlanga y Andrés Manuel López Obrador, entre otros, hasta llegar a la era actual con Jesús Ortega Martínez, el jefe de “Los Chuchos”, la corriente dominante.

El PRD ha sido un partido con altibajos políticos, marcado por una severa crisis interna debido a sus confrontaciones entre sus corrientes y tribus.

En el 2006 nuevamente se presentó con fuerza, ahora en contra del PAN.

AMLO fue el candidato presidencial, estuvieron a punto de ganar la elección presidencial con la alianza “Por el Bien de Todos”.

Empero, se cometieron muchos errores políticos y de estrategia; simplemente, la izquierda no quiso ganar la Presidencia en medio de la ola progresista que se daba en América Latina.

Con el tiempo, nuevamente se generó un amplio movimiento social encabezado por López Obrador, quien acabó por alejarse del PRD, confrontarse con “Los Chuchos” –súbditos del PAN-, y en estos momentos sigue construyendo su organización con miras al 2012. Quién sabe si vuelva a ser él de 2006. La izquierda real lo seguirá esperando.

Con Jesús Ortega Martínez en la dirección nacional, después de la fuerte confrontación con Alejandro Encinas Rodríguez, el PRD ahora más o menos se ha estabilizado internamente.

Alejado “El Peje” de la vida interna, los dirigentes nacionales del PRD han aprovechado para impulsar una estrategia electoral totalmente pragmática para los procesos electorales locales del 2010.

Muchos dicen que fue un acuerdo de “Los Chuchos” con Felipe Calderón Hinojosa, para hacer una alianza electoral con el PAN.

En Puebla, la izquierda está extraviada, sin brújula, sin visión de poder y corrompida.

Pocos se salvan.

Andan apocalípticos, prostituidos e integrados… al sistema.

Aquí, todos los que provenían del PMS se sumaron al PRD, lo mismo que unos cuantos miembros del PRI.

El sol azteca se fundó el 20 de noviembre, frente a la casa de los Hermanos Serdán.

Ahí estuvieron el ingeniero Luis Rivera Terrazas, Alfonso Vélez Pliego, Alfonso Arau, Doroteo Fernández de Lara, Adolfo González Zamora, Rubén Moreno, Jorge Chávez y Gaudencio Ruíz, entre otros.

Los de ahora, como Jorge Méndez, Arturo Loyola, Miguel Ángel de la Rosa, Luis Miguel Barbosa Huerta, Erik Cotoñeto, Irma Ramos, Armando Méndez o Rodolfo Huerta, nunca lo formaron, nunca lo sufrieron y mucho menos lo fundaron.

Después se sumaron.

Su primer dirigente local, después de todas las broncas internas de siempre, fue Eduardo Fuentes de la Fuente.

Las dos principales corrientes internas eran: la Corriente Socialista y la Corriente Revolucionaria de Masas.

Jorge Méndez Espínola sumó al ex priista Luis Miguel Barbosa Huerta y luego lo hizo dirigente local.

Después, Barbosa Huerta lo traicionó, se fue a la corriente de “Los Chuchos” y pasó a controlar la vida interna del PRD en Puebla.

Desde entonces el caos.

Tras ser impuesto, Sixto González se robó el dinero junto a otros perredistas, salió del PRD, propuso a María Elena Cruz Gutiérrez, se dividieron y dejaron a la corriente barbosista.

Barbosa Huerta se hizo diputado federal, su acercamiento con “Los Chuchos” le resulta fundamental para seguir fortaleciendo su cacicazgo y en pocos años se convirtió en un hombre de la cúpula nacional perredista.

Con el control de todo el aparato partidario, los perredistas, con Barbosa a la cabeza, negociaron con Manuel Bartlett, con Melquiades Morales y con Mario Marín.

Imponen a Miguel Ángel de la Rosa como dirigente local, Rodolfo Huerta rompe con él y se aleja por no haber sido él elegido.

Un dato curioso: todos los diputados locales que Barbosa Huerta ha impuesto, se han ido al PRI.

Resultado de la división interna, se multiplicaron las corrientes; ahora hay: Nueva Izquierda, Izquierda Democrática Nacional, Alianza Democrática Nacional, Foro Nuevo Sol, Los Tachos, Los Amlos… Más las que se acumulen esta semana.

Ayer (Bartlett dixit) por una camioneta se dividían, hoy lo hacen por los recursos de las prerrogativas y por las candidaturas plurinominales.

El PRD poblano vive su peor momento.

Todos, todos los grupos están cooptados por el gobierno, pero quien más ganancia ha sacado, es Barbosa Huerta.

Hasta que en estos momentos, en la actual coyuntura, rompió sus acuerdos con el PRI, por la alianza con el PAN.

Lo cierto es que desde hace rato perdieron la visión, dejaron de ser opción de poder y sin ninguna identidad con los valores de la izquierda, hoy sólo son una franquicia.

Franquicia que priístas y panistas utilizan como papel de baño.

Sí, ser de izquierda en Puebla hoy es un estupendo negocio.

Rubén Hernández, Irma Ramos Galindo, Jesús Cañete, Sixto González, Jesús Morales Tapia, Armando Méndez, Rodolfo Huerta y Susana Wuotto… Ayer, todos de Nueva Izquierda; hoy todos colaboran con el PRI y sus candidatos trong>Javier López Zavala y Mario Montero Serrano.

Por su parte, Luis Miguel Barbosa, Jorge Méndez, Rosa Márquez, Arturo Loyola, Neftalí Garzón, Rosa Avilés, Miguel Ángel de la Rosa, Erik Cotoñeto, Gerardo Aguirre, Luis Ortega, Ruth Campos, Julián Rendón, Genaro Piñeiro, María Elena Cruz Gutiérrez, Eduardo Fuentes y más, son aliados del PAN.

Extraña metamorfosis: algunos simulan y otros guardan una impostura.

Pero eso sí: se han repartido los mejores espacios entre las principales corrientes:

Erik Cotoñeto, escudero de Barbosa Huerta, será diputado plurinominal de la alianza opositora.

Arturo Loyola González, nuevamente será regidor en la capital poblana (ya lo fue durante el trienio de su amo, Enrique Doger Guerrero).

David Méndez Márquez, antes brutal opositor al blanquiazul, de la guardia republicana de AMLO, ahora quiere ser regidor municipal de la ¡alianza PAN-PRD!

A propósito: dicha alianza va mucho más allá.

Y es que ante el desgaste de Nueva Izquierda en Puebla, los barbosistas y los bejaranos impulsarán para la dirección estatal del PRD a Jorge Méndez Espínola.

Todos desde hoy, por supuesto, dicen estar y trabajar para Marcelo Ebrard, quien representa el nuevo negocio.

Ya dejaron solo al “Peje”, ya le sacaron todo el jugo posible y ahora lo abandonaron; sí, a ése que apenas ayer defendían con su propia sangre.

Así son los viejos y nuevos perredistas en Puebla, se traicionan entre ellos y su único valor es el de la deslealtad.

A 21 años de distancia, así está el PRD poblano.

Son como camaleones: se transforman y cambian de color según las condiciones.

Esto es lo que dicen aportan a la alianza opositora, que, según ellos, busca derrotar al marinismo, a ése del que tanto comieron y bebieron.

La verdad es que sólo simulan.

Como diría el clásico: “¡qué asquerosidad es esto!”.

Feliz aniversario.

gar_pro@hotmail.com

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