Desesperación, enfermedad morenovallista

Arturo Luna Silva

Si bien ha protagonizado la campaña opositora más competitiva de que se tenga memoria en una contienda por la gubernatura de Puebla, Rafael Moreno Valle empieza a mostrar signos de una enfermedad muy peligrosa, y contagiosa, y mortal por necesidad, sobre todo cuando ataca a la mitad de la jornada: la desesperación.

La publicación de encuestas que marcan una considerable ventaja a favor de su contrincante, Javier López Zavala, quizá sea la razón detrás del nerviosismo que comienza a manifestar, tanto en público como en privado, el sin duda inteligente candidato de la coalición “Compromiso por Puebla”.

La resurrección de casos del pasado, tan gastados como inútiles, como el manoseado asunto de la compra-venta de una casa por parte del abanderado del PRI-PVEM, así como la pretendida –y ridícula- denuncia que el PAN anunció contra el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, por una comida de amigos -políticos y empresarios, pero amigos- en una residencia de la Angelópolis, son sólo dos muestras de que algo anda mal, muy mal, en el equipo que se ha propuesto sacar al marinismo, que no al PRI, de Casa Puebla.

Si esos son los misiles con que Moreno Valle pretende dar el tiro de gracia al grupo en el poder, la misión será aún más cuesta arriba de lo que ya de por sí ha sido hasta este momento. Faltará más imaginación para poder hundir al trasatlántico que Mario Marín conduce –se entiende- a puerto seguro.

Nunca participé en ningún acto de campaña, asistí a un encuentro con empresarios, que muchos de ellos tienen empresas en el Estado de México y fue atendiendo a una invitación de una comida de orden social”, dijo Peña Nieto, la víspera, al diario “Reforma”. Y agregó: “Efectivamente, el que hayan estado (los candidatos priístas de Puebla y Tlaxcala) no hace eso, ni eso le da lugar a ser un evento de campaña”.

Por su parte, López Zavala no la dejó pasar y aclaró que las acusaciones de su rival “son un acto de desesperación”, ante su estancamiento en los sondeos que miden las preferencias electorales y que ubican al ex priísta 16 puntos abajo. “Yo sí puedo demostrar de dónde saqué los 3 millones de pesos que usé para comprar esa casa; ojalá él (Moreno Valle) pueda hacer lo mismo con el hoyo de más de mil millones de pesos que causó al estado cuando fue secretario de Finanzas”, añadió.

Sí, pareciera que debe ser en ese contexto, el de la desesperación, donde hay que ubicar los tiros de salva –que eso, no otra cosa, han sido- de Moreno Valle, quien, por más que lo intenta, sigue sin encontrar el tema madre que, mediante la dinámica propia del escándalo, rompa con las inercias del poder en Puebla.

Bravuconas impropias en un político de su nivel, como aquella en la que afirmó que le pondrá “una madriza” a López Zavala, o ésa otra que lo llevó a lanzar una apuesta –“doble contra sencillo”, dijo- para reafirmar su convicción de triunfo, hablan de una sola cosa: la exasperación, ésa mala consejera, empieza a marcar los días y las noches de su campaña.

Dicen los que saben, que en política el que se enoja, pierde. Y francamente razones no le faltan.

Con la facción más dura del Yunque en su contra, con el desprestigio de Elba Esther Gordillo a cuestas, con la falta de química con su dupla en la ciudad de Puebla (el timorato Lalo Rivera Pérez), con la abierta contra campaña de no pocos panistas que saben que una victoria suya significa la pérdida del partido (y con éste, de las plurinominales y de los negocios al amparo del poder en turno), con la pésima relación con la mayoría de los medios de comunicación locales (que no ganan elecciones, claro, pero sí legitiman triunfos) y con los titubeos de algunos delegados federales que no acaban de comprender la forma de capitalizar electoralmente la acción de gobierno…

Así, tal cual, Moreno Valle camina hacia la gran cita del primer domingo de julio.

Es entendible, pues, que sufra arranques de desesperación y que su apuesta final sea el debate a que obliga el Código Electoral, un debate que se hará bajo las reglas y condiciones del PRI, que manda en el IEE, y del que espera mucho pero que le dará poco, entre otras razones porque se realizará cuando todo mundo esté volteando hacia otros lados y porque el posdebate, la parte más importante de un debate, lo tiene desde hoy perdido.

Lo peor para el senador con licencia es que el tiempo se agota. El arsenal, como se ve, luce pobre, muy pobre. La enfermedad crece, penetra todos los poros. Y el Mundial de Sudáfrica está, ya, a la vuelta de la esquina…

gar_pro@hotmail.com

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