Encuestadoras: ¿fábricas de mentiras?

Arturo Luna Silva

“Por su experiencia acumulada y por los contratos millonarios firmados con los partidos políticos y sus candidatos, así como con medios de comunicación, las principales firmas encuestadoras del país se van convirtiendo ellas mismas en actores políticos durante los procesos electorales, sobre todo durante las campañas y los conteos de los escrutinios.

“A varias de esas firmas se les señala por responder más a intereses económicos y políticos que (por) proporcionar información clave a sus clientes; a otras, de que “cucharean” los resultados para vender datos sesgados para favorecer a algún candidato.

Ricardo Barrueta, presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI), fundada en septiembre de 1992 e integrada por 32 socios, se deslinda. Advierte que él y sus compañeros no participan en ese tipo de prácticas ilegales que, arguye, “realizan empresas que no están reconocidas por ninguna asociación ni cumplen con los requisitos profesionales para la realización y presentación de las encuestas.

“Se sabe, dice, que algunas de ellas realizan incluso técnicas push pull, que en realidad son “campañas sucias”, pues son encuestas aplicadas a personas con la intención de modificar el voto haciendo campaña a favor de algún candidato o en contra de otros (…)

“La AMAI también ha detectado que algunas empresas encuestadoras y periódicos como El Universal, Milenio diario y Reforma han publicado como inserciones pagadas información de presuntas encuestas con datos incorrectos y que no han sido verificados (…)

“Una pifia más escandalosa aún fue la del 16 de mayo último. Ese día se realizaron comicios en Yucatán y (la) encuestadora Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), a cargo de Federico Berrueto y de Liébano Sáenz, hizo una encuesta de salida en la que aseguró al PRI que ganaría 100 de los 106 municipios. En Mérida, la emblemática capital que ha estado en manos de los panistas, lo ganaría con una amplia ventaja.

“Sin embargo, los datos resultaron incorrectos. Al final, los priístas sólo ganaron 63 municipios y si bien arrebató la capital a los panistas lo hizo con escasa diferencia de votos.

“El 24 de mayo último, el periodista Raymundo Riva Palacio acusó en un artículo a la encuestadora GCE de tener vínculos políticos y comerciales con Televisa y Grupo Milenio para manejar la información al mejor postor (…)

Adrián Villegas, directivo de Ipsos-Bimba y vicepresidente de la AMAI, reconoce que los encuestadores se han convertido en actores políticos por el trabajo de investigación que hacen para candidatos, partidos y entidades de gobierno y del Poder Legislativo. Pero insiste: el trabajo de Berrueto y Liébano Sáenz publicado en Milenio diario “ha provocado un poco de ruido” (…)”.

Los anteriores son fragmentos esenciales del amplio reportaje que la influyente revista Proceso publicó en su más reciente edición semanal, que ya circula, con el título: “Encuestas: fábricas de mentiras”, bajo la firma del periodista José Gil Olmos.

El texto adquiere relevancia porque, entre otras cosas, describe con exactitud la problemática que ciertamente hoy envuelve a varias de las encuestadoras, principalmente nacionales, que con datos sesgados o erróneos se ponen al servicio de los partidos políticos o sus candidatos para, primero, falsear la realidad; segundo, influir negativamente en los resultados electorales, y tercero, vender “espejitos” al que mejor los pague.

Vamos, que mercenarios son y en el camino andan…

No son pocas las firmas dedicadas a medir la opinión pública que se juegan todo –y todo es todo- este domingo 4 de julio.

Y, sin duda, Puebla será clave para descubrir cuáles son, efectivamente, burdas fábricas de mentiras y cuáles, en contraste, siguen haciendo honor a su nombre, experiencia, metodología, confianza y conocida credibilidad.

Hoy, como nunca, las encuestadoras y sus protagonistas están, sí, bajo la lupa.

¿Pasarán la prueba?

gar_pro@hotmail.com

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