El adiós a Huesca: la historia lo absolverá

Arturo Luna Silva


A partir de mañana, cuando, en un acto multitudinario en el estadio Cuauhtémoc, formalmente entregue la estafeta a monseñor Víctor Sánchez Espinosa como nuevo y máximo jefe de la Iglesia católica en Puebla, Rosendo Huesca Pacheco tendrá asegurado un lugar de privilegio (butaca de primera fila) en la historia de una entidad, ésta, que no se entendería sin la presencia e influencia política y moral de quien es, ha sido y será sobre todo -valorando aciertos y errores, que los hubo sin duda- un esforzado y brillante constructor de estabilidad.

¿Ejemplos?

Uno, y muy valioso, es el que reporta Roderic Ai Camp, el mexicanólogo más respetado en el mundo, en su obra “Cruce de espadas” (Siglo XXI, 1998), el más completo examen sobre el papel y rol políticos del catolicismo y de sus protagonistas en nuestro país.

Al retratar a cada arzobispo a partir del estilo personal para ejercer su autoridad, proceso naturalmente lleno de tensiones, aciertos y omisiones (recuérdese el papelón de don Rosendo en el caso del impune sacerdote pederasta Nicolás Aguilar), el también autor de “Las elites del poder en México” se expresa en estos elogiosos términos del oriundo de Oaxaca (pero más poblano que el mole):

“Un tercer enfoque es el que sigue Huesca, conservador en materia de religión. Pero como sucede con tanta frecuencia entre los administradores, los sesgos ideológicos personales, incluso dentro del alcance de la posición filosófica tradicional de la institución, no se traducen necesariamente en una posición arbitraria y exclusiva del administrador.

“Dejemos que Huesca se exprese:

“Mi actitud hacia mis sacerdotes es la de respetar las disposiciones del Vaticano Segundo. He dividido la diócesis en seis distritos. Cada mes me reúno con los seis consejos que representan esos distritos. Son responsables de elegir a sus propios representantes. En general los consulto. Creo que tengo una buena relación con mis sacerdotes. Sólo en casos aislados he tenido conflictos con ellos. Trato de darles suficiente autonomía y ellos prefieren participar activamente en los asuntos de la diócesis. No tengo ningún bloque ideológico, porque eso evitaría su participación. Sí, compartimos una diversidad de puntos de vista, pero esos puntos de vista son tolerables para todos”.

Sí.

Así gobernó Huesca Pacheco por 32 años en Puebla.

Con los instrumentos propios de la política.

De hecho, en el libro citado, el autor recuerda incluso una época de tensión durante el apostolado de don Rosendo, cuando se vio obligado a convivir con sacerdotes de la corriente de la Teología de la Liberación, que a finales de los años 80 y principios de los 90 tuvo fuerte presencia en el estado.

Dice Roderic Ai Camp (páginas 409 y 410):

“La clave del éxito de Huesca es el establecimiento y el uso real de estructuras de mediación entre obispo y sacerdote. Tal vez sea todavía más importante la forma en que trata personalmente a cada sacerdote.

“El padre Rafael Tapia, discípulo de la Teología de la Liberación, inició comunidades de base en la Arquidiócesis de Puebla. Aun cuando a Huesca no le agradaba particularmente la idea, le dio total autonomía a Tapia para poner en práctica el programa, diciendo que era parte del Vaticano Segundo y que si beneficiaba a sus feligreses él lo permitía.

Tapia y otros sacerdotes que entrevisté en la diócesis, a pesar de sus desacuerdos en materia de política eclesiástica, lo respetaban enormemente, calificándolo de “amable”, “bondadoso” y “respetuoso” (sic).

Hasta aquí la cita.

El dicho popular dice, y dice bien:

“Si quieres conocer a una persona, dale poder”.

Y yo agregaría:

“Y si verdaderamente lo quieres conocer, quítaselo”.

En el caso de Huesca, la prueba -me consta- ha sido superada.

De ahí que por eso, pero sobre todo por su decidida contribución al largo periodo de estabilidad política y social de Puebla, producto de un callado, paciente y poco publicitado trabajo hormiga entre una diversidad de grupos de presión fuera y dentro de la Iglesia, él debe ser reconocido y felicitado.

Sí.

Como diría de Fidel Castro la brasileña Claudia Furiati, la famosa escritora de una de las más interesantes biografías del viejo dictador de la isla:

A Huesca, tarde o temprano, la historia lo absolverá.

***

Para leer en abril.

Ensayo: De eso se trata: Ensayos literarios, Juan Villoro. Ed. Anagrama / Entrevista: Conversaciones con Woody Allen, Eric Lax. Ed. Lumen / Novela: El lector, Bernhard Schlink. Ed. Anagrama / Teatro: Adulterios, Woody Allen. Ed. Tusquets / Periodismo: Diario de Berlín, William Shirer. Ed. Debate / Novedad: ¿Quién quiere ser millonario?, Vikas Swarup. Ed. Anagrama.

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