Marín, Moreno Valle y la Gordillo, el cónclave


Arturo Luna Silva

El 30 de agosto de 2010 deberá ser recordado en la historia de Puebla como el día en que Mario Marín y Rafael Moreno Valle se vieron por fin frente a frente, cara a cara, tras la derrota del primero y el triunfo del segundo el pasado 4 de julio.

A las seis de la tarde de este lunes, ambos llegaron por separado, pero puntuales, a la cita acordada en una residencia del Distrito Federal, donde ya los esperaba su anfitriona: Elba Esther Gordillo.

Tal y como estaba previsto, el esperado encuentro entre los dos gobernadores, el que está en funciones y el electo, se dio con suma discreción, aunque, como siempre sucede en asuntos donde intervienen más de dos, hubo quien lo supo y también quien confirmó el trascendental hecho.

En Puebla fueron pocos los enterados previamente de ése, el primer gran cónclave entre Marín y Moreno Valle, teniendo como testigo de calidad -y algo más, mucho más- a la todopoderosa e influyente mujer que hoy por hoy mueve el pandero del poder en México.

No hubo –no hay por supuesto- fotografías, grabaciones ni otra clase de registros, sólo la certeza de que la reunión se dio (ya se dio) y se dio en términos totalmente desconocidos para el gran público, pues obviamente fue privada.

De lo que ahí se dijo, de lo que no se dijo, sólo saben y conocen los tres únicos asistentes: Marín, Moreno Valle y la Gordillo; tal vez, en un futuro empiecen a trascender algunos detalles del contenido de la plática, aunque es muy probable que de los puntos finos, que tienen que ver con La Transición con mayúsculas, nunca se sepa nada, absolutamente nada.

Para llegar a la cita, Marín salió en helicóptero de Casa Puebla tras una comida privada; Moreno Valle hizo lo propio: hasta canceló su confirmada asistencia al informe vespertino que los diputados federales del PAN, Pablo Rodríguez y Valentina Díaz de Rivera, ofrecieron el mismo lunes 30 en el Teatro de la Ciudad.

Y es que ¿qué podría ser más importante que ir al encuentro con Marín y Elba Esther?

***

Apenas al inicio de esta semana le decía aquí que testigos confiables de alto nivel cuentan que el lunes 5 de julio, es decir, el día después de la trágica derrota del PRI en el estado, Elba Esther Gordillo se comunicó con Marín, para expresarle un breve pero contundente mensaje: “Gobernador: sigo siendo tu amiga”.

Cinco palabras con las que le dejaba en claro que la guerra había terminado y algo más importante: que no habrá persecución, ni cacería de brujas, ni noche de cuchillos largos.

Y que por eso, era parcialmente cierto lo que había asegurado a los medios el secretario de Gobernación, Valentín Meneses, acerca de la anunciadísima reunión entre Marín y Moreno Valle: que no se había dado por un problema de agendas. La verdad es que la agenda de ellos dos es la que no había podido empatar con la de Elba Esther, que este verano había estado fuera del país.

Y cito:

“Porque aunque oficialmente no trascienda y se niegue, la Gordillo va a estar físicamente presente cuando y donde se reúnan los dos gobernadores, el electo y el que está en funciones. Y no sólo porque así fue acordado en aquella breve llamada con Marín. Resulta que ella es la única capaz de servir de intermediaria y más que eso: de aval o garantía de los acuerdos –los grandes acuerdos políticos- a que Marín y Moreno Valle lleguen en su primer encuentro de frente, cara a cara, tras el 4 de julio. Marín lo sabe, lo acepta y más: así lo quiere, pues necesita un testigo de calidad de los arreglos o desarreglos que realicen. ¿Y quién mejor que aquella que le ha dicho, y clarito:
“Gobernador: sigo siendo tu amiga”?”.

Y así sucedió.

Ya.

Tal cual.

gar_pro@hotmail.com

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