Y Deloya se va, se va… ¡se fue!


Arturo Luna Silva

Mientras usted lee estas líneas, Guillermo Deloya Cobián seguramente estará terminando de entregar la oficina que hasta hace unas horas ocupaba como secretario particular del gobernador Mario Marín Torres.

Congruente y valiente como pocos, Memo –como lo llaman sus amigos, que, por cierto, son muchos- ha decidido marcharse para luchar (ahora sí abiertamente) por la dirigencia estatal del PRI.

Como tantos otros en su partido –que se desmorona como frágil castillo de naipes-, no está dispuesto a tolerar ni a soportar la Nueva Imposición con mayúsculas.

¿Cuál otra?

La de Javier López Zavala, ese persistente factor de división en las filas del tricolor poblano.

Pero una diferencia hay entre Memo y esos otros: él ha decidido pasar de las palabras a los hechos.

Vamos: abandonar la rebelión silenciosa para enfocarse en la rebelión activa.

Y dar un paso adelante para dejar a un lado la inmovilidad, la apatía, la obsecuencia y la obediencia ciega, características tan comunes entre sus pares, mismos que suelen confundir lealtad con sumisión hasta la ignominia.

No hay muchos detalles del momento justo en que cruzó la línea, línea sin retorno.

Cuentan, sin embargo, que fue hace unos días –entre el jueves y viernes de la pasada semana- cuando, franco como es, Deloya expresó a su jefe en voz alta su irrenunciable negativa a cerrar los ojos, callar la boca y agachar la cabeza ante el forzado y manipulado arribo al mando tricolor del Gran Perdedor del 4 de julio.

La censura fue censura en toda regla pero no fue personal, sólo de índole política, estrictamente política, y ésa precisamente, la política -principio de todo-, lo llevó a final de cuentas a tomar una de las decisiones más importantes de su vida.

Así, Memo dejará la comodidad de Casa Aguayo para emprender, digamos, por la libre una carrera larga y llena de obstáculos pero para la que, también como pocos, está más que preparado.

Es joven, talentoso, con experiencia, con visión de Estado, con relaciones nacionales sólidas y estupenda capacidad de interlocución hacia adentro y hacia afuera del PRI, elementos que forzosamente debe reunir todo aquel que aspire a encabezar el esfuerzo de reconstruir a un partido que, terco y ciego, no quiere darse cuenta de lo que pasó el 4 de julio.

Muy probablemente será el próximo lunes cuando, en una rueda de prensa, el propio Guillemo Deloya Cobián exprese sus razones y abunde sobre las causas que lo movieron a dejar la Secretaría Particular.

Pero hoy, a la luz de los acontecimientos, cómo adquieren valor y dimensión algunas de las afirmaciones que plasmó en su ya célebre artículo de prensa “Que no exista duda… ¡en Puebla empieza la Revolución!”, publicado apenas hace unos días en Puebla On Line, entre otros medios:

“Sabemos que hay nuevas circunstancias y que se requieren de nuevas estrategias. El PRI no ha tenido esas condiciones a lo largo de su historia en el estado. Estaremos en la oposición y eso significa aprender a hacer política desde una perspectiva diferente. Pero dentro o fuera del gobierno las prioridades del Partido son las mismas: favorecer las prácticas democráticas de la vida política y garantizar un mejor futuro para las nuevas generaciones.

“Hoy, la asignación de la responsabilidad de dirigir al Partido no sólo debe ser legal, sino debe ser un ejercicio de legitimidad y democracia, sustentada en el apoyo real de las bases.

“La reorganización debe plantearse como una aspiración colectiva de la militancia, necesitamos muestras de amplio apoyo porque esto ya es parte de la competencia política a la cual estamos sometidos ante una nueva circunstancia. Es la primera vez que estamos en la oposición y desde ahí daremos las futuras batallas. Ante las actuales circunstancias del país, la derrota del 4 de julio pasado ha generado incertidumbre en algunos sectores de la sociedad poblana, por lo que tenemos que ser la oposición que detenga la descomposición social generalizada; que evite la destrucción de las instituciones sociales y que revierta la inseguridad pública y la ingobernabilidad que hoy se generaliza por todo México.

“No es hora de buscar responsables de este tropiezo electoral. Debemos ver en él a una oportunidad de reorganización y de redefinición de grandes metas. Necesitamos de autocrítica; de argumentos y proposiciones constructivas. Requerimos de un debate civilizado, no pendenciero ni descalificador de las demás opciones, ¡Es momento de ver hacia adelante!… ¡Veamos todos hacia adelante con mayor generosidad!.

“Tenemos que atender las razones y las quejas de la verdadera militancia. Debemos ampliar el diálogo con todos los sectores sociales, principalmente con las mujeres que son más de la mitad de la población, y con los jóvenes que comienzan su vida de votantes con reclamos de oportunidades, proyectos de largo aliento y necesidades ingentes que cubrir.

“Llamo a actuar con responsabilidad, con prontitud y acierto. No hay tiempo qué perder. Es urgente y necesario avanzar en las nuevas estrategias. Lo que necesitamos es unidad. Unidad en la autocrítica. Unidad en el trabajo político. Unidad en la reorganización del partido. Unidad en la definición de los nuevos horizontes”.

gar_pro@hotmail.com

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