Todos me piden que aplaste a Marín

Fue a finales de febrero. En los días previos a la aprobación unánime por parte del Congreso del decreto por medio del cual nació formalmente el Centro de Rehabilitación Teletón (CRIT). Y semanas antes de que PAN y PRI aprobaran la última cuenta pública de un tal Mario Marín.

Atentos y en silencio, todos, absolutamente todos los diputados del PRI escuchaban las palabras del gobernador Rafael Moreno Valle, que los había convocado a una reunión privada, privadísima, en Casa Puebla.

El jefe del Ejecutivo iba de un tema a otro. Orador único, pedía apoyo para sacar adelante sus iniciativas legislativas al tiempo que, ausente de rencores y fobias, les extendía la mano.

“En mí van a encontrar un aliado”, les decía. “Los apoyaré con sus gestiones para sus distritos”, agregaba. “Estoy en la voluntad de sumar, no de restar, presenten sus proyectos y, si son viables, saldrán adelante”, prometía.

Pero también dejaba en claro: “No creo que ninguno de ustedes quiera jugar a las vencidas con el gobernador, ¿verdad? Entonces trabajemos juntos en beneficio de Puebla…”.

Pan y palo. “Nos vamos a reunir por lo menos una vez cada periodo de sesiones. Revisaremos los temas de coyuntura y sacaremos sus pendientes. Cuenten con eso”, aseguraba.

Y las palabras de Rafael Moreno Valle rebotaban por las cuatro paredes del salón donde los diputados priístas, encabezados por su coordinador, José Luis Márquez, asistían en bloque y ataviados de oposición al primer encuentro formal con el gobernador.

Fue en ese momento que Moreno Valle mencionó el nombre de Marín, Mario Marín, y citó varias veces, con especial énfasis, la palabra gobernabilidad.

Palabras más, palabras menos, dijo:

“Como han logrado ver, hasta hoy he apostado más por la gobernabilidad que por el conflicto. Puebla no es ni será Oaxaca. Por fortuna. Y hay quienes, pese a ello, me cuestionan”.

Y añadió, midiendo perfectamente cada palabra, cada gesto, cada pausa, y sus efectos:

“¿Saben cuántas presiones recibo a diario para que nos lancemos contra Marín? Las televisoras, el PAN, gente muy importante de la izquierda, empresarios, ciudadanos sin partido… todos los días me piden que nos vayamos contra Marín y sus principales funcionarios, que apliquemos la ley y que cortemos cabezas. Razones sobran; ahí está, por citar un ejemplo, la cloaca de las Casas Puebla en Estados Unidos, pero repito: prefiero la gobernabilidad de Puebla y la tranquilidad de los poblanos. Se dice que hay pacto. No hay ningún pacto, y menos un pacto de impunidad. Lo que sí existe es la urgencia por reconstruir Puebla y un alto sentido de la responsabilidad. No voy a poner en juego la gobernabilidad de Puebla. No será el gobernador quien incendie el estado”.

Silencio. Los diputados del PRI tragaron saliva y apuraron el café. Cruzaron miraditas nerviosas. Y el gobernador continuó con su monólogo pero ya sobre otros asuntos. Después de todo, el mensaje que importaba ya había sido comunicado, y con una claridad abrumadora.

Casi al final del cónclave, del que en su momento poco o nada se reportó en los medios, el jefe del Ejecutivo dio pie a la intervención de algunos legisladores. Márquez tomó la palabra. Y sin que viniera al caso, rechazó estar maiceado por el gobierno morenovallista. “Es que por ahí se anda diciendo y yo quiero negarlo aquí delante del gobernador”, dijo, torpe, olvidando que “aclaración no pedida…”.

Nadie defendió a Marín. Ni siquiera aquéllos que comieron de su mano. Otro más alzó la mano y desmenuzó algunas de las precarias –así dijo- condiciones en que desarrollan su trabajo en el Palacio Legislativo: “Las oficinas son insuficientes y no hay presupuesto para contratar los asesores que tanta falta nos hacen”, se quejó.

Moreno Valle escuchó amable y atento pero no se comprometió a mucho. Sólo mencionó que hay un proyecto para que los magistrados y el personal del vetusto Palacio de Justicia se trasladen definitivamente a la moderna y funcional Ciudad Judicial de Cholula, con el fin de que el histórico inmueble de la 5 Oriente número 9 (a una cuadra del Congreso) sea habilitado por completo como oficinas de los diputados.

“Sólo es un proyecto, subrayó, pero podemos ir dándole viabilidad”, dijo el gobernador antes de despedirse de mano de cada uno de los atónitos (y empequeñecidos) legisladores del PRI, los mismos legisladores del PRI que no daban crédito a lo que sus oídos habían escuchado en esa tarde en Casa Puebla, tarde de definiciones, tarde –sobre todo- de no pocas confesiones en tiempos en que se aprobó la última cuenta pública de un tal Mario Marín.

gar_pro@hotmail.com

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