Luna de miel Moreno Valle-Agüera causa de amasiato Marín-Doger

Otra lectura de la inesperada, y hasta sorprendente, reunión de la pasada semana entre Mario Marín y Enrique Doger tendría que ver, en mi opinión, con la también inesperada, y hasta sorprendente, luna de miel entre el gobernador Rafael Moreno Valle y el rector de la BUAP, Enrique Agüera.

A mayor cercanía de éstos, más unión de aquéllos. Los polos se unen tanto como se repelen. Tiene que ver con la física pero también, sobre todo, con los juegos de poder, los nuevos juegos de poder en Puebla, los de hoy y los del 2012.

Los conflictos entre –y el odio que se profesan- Doger y Agüera son públicos desde hace tiempo.

No hay rompimiento como tal entre Agüera y Marín, pero sí frío, mucho frío desde que en la etapa de la transición, el primero logró buenos, estupendos arreglos con Moreno Valle, tanto que hoy éste no tiene empacho en llamar “amigo” en público a su nuevo aliado.

Y ante la nueva correlación de fuerzas en Puebla, los nuevos tiempos, la revolución en partidos, iglesia, empresa, sindicatos, medios de comunicación y otros factores de poder, ¿qué puede unir más a dos viejos enemigos (Marín y Doger) que un enemigo en común, un enemigo de ambos? Un enemigo, además, al cual le han colgado la etiqueta de “traidor” (así ven -por causas diferentes pero esencialmente idénticas- Marín y Doger al rector)

Veamos algunos primeros argumentos para defender la hipótesis de trabajo:

Quien conoce al ex gobernador Marín sabe de su actuar y frialdad política.

El góber precioso es: simulación + engaño = perversidad política.

De ahí que su multicomentada y multianalizada reunión con Doger haya sido todo, menos una casualidad.

De hecho, se trató de una maniobra política pensada con todo, todo detalle (incluyendo la difusión de su contenido, o lo que el propio Marín planeó que se difundiera: su verdad, su versión), y una reacción a la estupenda nueva relación entre Moreno Valle y Enrique Agüera.

No una, por lo menos dos veces en el último mes, Marín ha expresado a sus cercanos su gran irritación por el acercamiento entre el gobernador y el rector de la BUAP.

El desayuno en Casa Puebla que Moreno Valle ofreció a Agüera y a los incondicionales de éste hace una semanas (Garganta Profunda, 17/04/11) fue, por decirlo de algún modo, la gota que derramó el vaso. Un golpe seco, duro en pleno rostro para Marín y la confirmación de todas, todas sus sospechas, tanto que empezó a hablar de “traición”, palabra mayor.

Y es que hubo un tiempo, largo tiempo, en que Marín se sintió dueño de la BUAP y también de su rector, a quien incluso le aceptó ser su compadre.

¿Cómo uno de sus más fieles “súbditos”, a quien tanto mimó, presumió y apoyó durante su sexenio, pudo haber dado un viraje tan grande: pasar de marinista a morenovallista en un santiamén y colocarse en el ánimo de quien el 4 de julio le propinó la peor humillación y el mayor fracaso de su vida política; ése, el hoy gobernador Moreno Valle, el mismo que le impidió concretar su proyecto transexenal para seguir mandando a través de su hijo-títere llamado Javier López Zavala?

Así que Marín se siente ofendido; cree que Agüera ya le dio la espalda; que llegó la ruina política y con ella el abandono, el olvido de sus verdaderos “amigos”; el rencor lo ciega; no entiende, el ex gobernador, que la alianza con Moreno Valle era la única posibilidad de sobrevivencia del rector de la BUAP, y que del Marinmato planeado, ya ni cenizas quedan, por más que Marín diga o piense lo contrario. Y que cualquiera en los zapatos de Agüera hubiera dado los mismos, idénticos pasos.

Fue, pues, en ese ambiente y contexto que Marín armó y amarró su reunión con Enrique Doger, auténtico enemigo del marinismo, odioso y fiero rebelde que no claudicó durante todo, todo su sexenio.

Si hubo una piedra incómoda para Marín en su tiempo, ésa fue Doger. Es historia escrita. Todo Puebla lo sabe.

Calculador y con estupenda memoria, Marín no olvida que Doger siempre se sintió agraviado por Agüera.

Que si un adversario tiene el rector de la BUAP, ése es el hoy diputado Doger.

Que en su enorme saco de reproches, Doger dice que en su momento apoyó con todo a Agüera para que fuese rector y su sucesor en la BUAP.

Que eso lo llevó a sostener la madre de todas las guerras con Marín, quien no tenía a Agüera como su favorito para la máxima casa de estudios, y que una vez en el poder universitario, Agüera lo traicionó aliándose con el gobernador Marín, precisamente el súper archi recontra enemigo de entonces de Enrique Doger.

Polvos de viejos lodos que hoy, sin embargo, cobran enorme vigencia, de cara sobre todo al 2012, y que explican los acercamientos y los pactos entre Marín y Doger. El amasiato, pues.

Al reunirse con Doger, el ex gobernador manda varios mensajes, pero en realidad uno muy siciliano y muy, muy importante: está en desacuerdo con Agüera y su luna de miel con el gobernador Moreno Valle.

“No es conveniente”, parece decirle. “Nos nos conviene, o mejor dicho: no me conviene que la BUAP esté bien con el actual huésped de Casa Puebla”, le reprocha, como si Agüera y la BUAP siguiesen estando dentro de su inventario. “Si persistes, por la razón que sea, tus viejos enemigos serán mis nuevos amigos, y entonces arderá Troya”, lo amaga.

Por supuesto que Marín sí quiere ser senador, por increíble que parezca, y que está haciendo todo por conseguirlo, por más que el absurdo nuevo delegado del CEN del PRI, el veracruzano Ranulfo Márquez Hernández, diga lo contrario.

Por supuesto que no desconoce la enorme influencia que tendrán Moreno Valle, Elba Esther Gordillo, Enrique Peña Nieto y el PRI nacional, juntos y por separado, en la definición de las candidaturas, especialmente la suya (y más si es plurinominal, como la quiere).

Por supuesto que se ha alejado de su pupilo Javier López Zavala, a quien ni siquiera ve como competencia o rival en potencia (“Su estructura es mi estructura, y en cualquier momento se lo demuestro”, suele decir Marín), y que lo ha vetado para el Senado, al igual que a la ex alcaldesa Blanca Alcalá (otra enemiga, por cierto, de ambos: Marín y Doger).

Por supuesto que sabe que el pacto de impunidad con Moreno Valle sigue vigente pero que es temporal; que todo pacto, por muy pacto que sea, se agota; que el suyo a finales de 2011 y principios de 2012 caducará, y que entonces necesitará estar fuerte, muy fuerte para resistir lo que sea a la justa hora de las definiciones electorales.

Por supuesto que, viendo el escenario (la cercanía Moreno Valle-Agüera, los movimientos del rector de la BUAP, el alejamiento con López Zavala, la pésima relación con Blanca Alcalá, las enormes oportunidades de Fernando Morales Martínez gracias al pacto entre el melquiadismo y el morenovallismo, y el crecimiento natural de Jorge Estefan Chidiac, etcétera), no le desagradaría hacer mancuerna con Enrique Doger para el Senado (“En tiempos de guerra, cualquier hoyo es trinchera”, dice el clásico).

Y por supuesto que Marín tiene bastantes recursos económicos para cumplir sus objetivos. Su burbuja está escondida pero intacta; sus cómplices, operadores y provocadores, sólo esperan la señal; todavía tiene a su lado a algunos medios de comunicación, que hoy, por miedo o conveniencia, guardan bajo perfil pero que, mañana, añoran la venganza del 4 de julio, sentimiento alentado sobre todo por los malos tratos y el desprecio que les han hecho los actores centrales del morenovallismo.

En otras palabras: Marín no está manco ni cojo ni loco, y sabe bien, muy bien, lo que está haciendo.

Quiere ser senador, está en pie de guerra, una nueva guerra; quiere resurgir de sus cenizas; quiere fortalecerse, y sobre todo quiere regresarle golpe por golpe, piedra por piedra, lodo por lodo, a Rafael Moreno Valle.

Y si para ello debe unirse a Doger y hacer que Agüera pague los platos rotos, lo hará. ¡Claro que lo hará!

gar_pro@hotmail.com

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