El Grupo Secreto de Ardelio

Fiel a su vocación de represor, el secretario de Seguridad Pública, el priísta Ardelio Vargas Fosado, sin duda está haciendo todo lo humanamente posible para meter en un serio, muy serio aprieto al gobernador del estado de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas.

Y es que de un momento a otro, saldrá a la luz un conjunto de tropelías cometidas por el Grupo de Operaciones Especiales de la Policía Estatal, un grupo parapoliciaco, que existe pero que no existe y que es utilizado por el buen Ardelio para ciertos trabajos que requieren -¡claro!- toda la “discreción” del mundo.

La unidad táctica, que funciona como una especie de silencioso escuadrón del terror y que se encuentra bajo el mando de un desertor del Ejército, el capitán Alejandro Magaña García, si bien es cierto quizá ha capturado a uno que otro hampón, también ha incurrido en numerosos excesos, como los hechos que se encuentran denunciados y asentados en las averiguaciones previas 2432-2011-Agencia Centro y la 2433-2011-Agencia Centro.

Allanamientos ilegales, levantones y casos de tortura inimaginables que envidiaría la propia Santa Inquisición, están siendo documentados –para desgracia de Moreno Valle Rosas- por organizaciones de derechos humanos que en los próximos días darán a conocer en la capital del país.

Por lo pronto, ahí le dejo nada más como adelanto de lo que está por venir el horroroso caso de la maestra Ana Cruz Kauffman, cuyo domicilio y el de su nuera fueron allanados “por error” por este grupo parapoliciaco y aún cuando sobre el particular ya se han presentado las denuncias respectivas por abuso de autoridad, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) ha optado por desaparecerlas, o al menos por esconderlas, para proteger así al flamante secretario de Seguridad Pública del gobierno que sacó a Mario Marín del poder, sí, pero insiste en parecerse tanto, tanto a él.

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Por cierto, a petición de sus numerosos lectores (después de todo, el respetable manda) repetimos la columna de ayer: Discurso.

Total y absolutamente convencido de que no hay política más catastrófica que la de no ejercer el poder que se tiene, pues existe la extendida creencia de que el poder devora a quien, teniéndolo, no lo usa, el gobernador Rafael Moreno Valle ha dejado en claro que más que amado, El Príncipe (Maquiavelo dixit) debe y necesita ser temido.

Y aunque lo extraño es que haya quien se extrañe de ése, su particular estilo de gobernar, todavía hoy en el ambiente político local hacen eco aquellas palabras inaugurales, palabras llenas de cordura y sensatez, que sembraron esperanza donde no la había, y arrojaron luz en medio de un mar de confusión, ruido e incertidumbre en tiempos de cambios tan radicales como abruptos en la otrora Puebla monolítica.

Para mí –dijo Moreno Valle al asumir el cargo-, la campaña electoral quedó atrás, y ha llegado el momento de colaborar, poniendo lo mejor de cada quien, al servicio de los poblanos (…)

“Con la fuerza que otorga un mandato popular claro y contundente, me presento hoy ante esta soberanía.

“Al rendir protesta, como Gobernador Constitucional del Estado de Puebla, he asumido la máxima responsabilidad, el compromiso más grande y el más alto honor, al que puede aspirar un poblano.

“Me inspira, el legado de las generaciones que nos antecedieron. Me guían, los valores de nuestra cultura y nuestras tradiciones. Y mis únicos compromisos, son el bienestar de los poblanos y el desarrollo del estado.

Agregó:

“El proceso electoral, permitió contrastar distintas propuestas y dar a los ciudadanos la última palabra. Con esta visión, participé en la pasada contienda, sin caer en la tentación de responder a las calumnias de que fui objeto. El tiempo, y el voto de los poblanos, nos dieron la razón, y la esperanza venció al miedo.

Y subrayó:

En la democracia, los cambios de gobierno generan grandes expectativas. En Puebla, la esperanza es aún mayor por ser la primera vez que hay alternancia política. Y más esperanza, significa mayor responsabilidad. Asumo con optimismo y humildad, este desafío”.

Sí. Siempre es y será un buen momento para recordar aquellas palabras que, desde varios puntos de vista, resumieron con puntualidad la que para muchos es la esencia de toda alternancia política que se respete: el cambio, cambio verdadero, sin rupturas.

De lo contrario, se corre el riesgo… El riesgo de que todo acabe en eso. Sólo en eso. En discurso.

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Al argumentar entre si es mejor ser amado o temido, Maquiavelo dice que sería menester ser lo uno y lo otro pero como resulta difícil combinar ambas cosas, es mucho más seguro ser temido que amado cuando se haya de renunciar a una de las dos cosas.

Aunque eso sí, señala –y con una claridad meridiana- que El Príncipe “debe, no obstante, hacerse temer de manera que si le es imposible ganarse el amor, consiga evitar el odio, porque puede combinarse perfectamente el ser temido con el no ser odiado”.

Enorme lección del genial pensador italiano.

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Servidos.

gar_pro@hotmail.com

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