Traidores (vendidos, omisos y remisos) en la Izquierda Poblana

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Si el abogado Mario Chapital hizo campaña una semana, fue mucho.

El candidato del Movimiento Progresista a diputado federal por el distrito 6 jamás se preocupó por conseguir votos.

Nunca le interesó convencer a los electores.

Es más: no puso de su bolsa un solo quinto.

Como un menesteroso, se la pasó pidiendo dinero fresco, primero, al PT y, luego, al PRD.

Para que dejara de moler, Nueva Izquierda, la corriente dominante en el sol azteca, le puso a un representante distrital: Alejandro Cedeño, un ayudante del diputado Erik Cotoñeto.

Pero Cedeño nunca rindió cuentas del trabajo electoral.

Una semana antes de ir a las urnas apenas hacía las listas de los representantes generales y de casillas.

No llegaba ni a los 100 de las 470 que se instalarían.

A última hora registraron a puro “fantasma”.

Seres inexistentes o sacados del directorio telefónico.

Obviamente tanto Chapital como Cedeño se quedaron con todo el dinero que se les destinó para ello.

La jornada electoral, claro, fue un desastre.

No se vigiló la elección en ese distrito.

Tanto Andrés Manuel López Obrador como los candidatos al Senado y a la diputación se quedaron desprotegidos.

No es extraño, por eso, que en el recuento que se ha realizado en el IFE, el candidato del PRI-PVEM, Enrique Doger, no sólo no ha perdido votos: ha ganado nuevos.

Será muy difícil que al ex rector y ex alcalde le tumben el triunfo al que se aferró como gato boca arriba.

No por nada, unos días antes del 1 de julio, a las oficinas de su rival, el candidato del Movimiento Progresista, ubicadas en 7 Oriente y 16 de septiembre, se presentaron varios operadores identificados con el PRI.

El ayudante de Chapital, de apellido Dikson, nunca supo de dónde salieron, sólo que el abogado y candidato, su jefe, los había mandado para manejar la estructura electoral.

De ahí que en las oficinas del PRD se quedaron sin entregar muchos nombramientos de representantes de casillas.

Y ahí siguen.

Y seguirán.

Las sospechas de que Nueva Izquierda y sus soldados se vendieron para facilitar los triunfos de los candidatos identificados con Casa Puebla, fuesen del PAN o del PRI, empieza a dejar de serlo.

***

En los otros distritos de la ciudad de Puebla ocurrieron cosas similares: llenaron formatos e inscribieron a “representantes” que nunca se presentaron en las casillas.

Algunos leales perredistas se confiaron en los representantes que supuestamente llegarían de Morena, el ejército de AMLO.

Se extraviaron en el camino o se quedaron dormidos porque nadie los encontró en ningún lado.

Luis Bravo, candidato sin pena ni gloria del distrito 11, sólo esperó cómodamente en la oficina­-galería de arte de Manuel Bartlett, en la 5 Oriente y 4 Sur.

Como loro repetía y repetía y repetía que él estaba tranquilo, que el PT le estaba cubriendo sus más de 400 casillas.

Era mentira.

***

Payasitos de la calle. Adolescentes de barrio. Jóvenes de la calle. Señoras de la tercera edad. Limpiaparabrisas. Y hasta varios “viene-viene”.

Todos ellos fueron contratados “con carácter de urgente” para acompañar a la candidata del Movimiento Progresista por el distrito 12, la diva Gabriela Viveros, en sus recorridos de campaña.

Fue, por razones muy especiales, la candidata consentida por “Los Chuchos”, como se conoce a los líderes de Nueva Izquierda.

Pero tampoco logró cubrir el 100% de sus 420 casillas.

¿Dónde quedó la bolita?

Y más: ¿dónde quedaron los miles y miles de pesos que le bajaron a la abanderada y que no se vieron antes, durante ni después de las elecciones?

***

Ahora resulta que todos quieren colgarse de López Obrador para decir que tuvieron miles de votos y que ellos comenzaron la Ola Amarilla.

Nada más falso que eso.

Simuladores profesionales, no cuidaron las casillas y dejaron al garete el rumbo electoral de su candidato presidencial, que ganó Puebla por su fuerza, no por estas rémoras.

Los que hoy chillan como plañideras son culpables, por lo menos, del pecado de omisión, primo hermano de la traición.

Junto con ellos, la delegada nacional Telma Guajardo, quien a la fecha no ha logrado explicar qué pasó y por qué no pudo cuidar la elección en los distritos de la ciudad de Puebla.

¿Será que se vendió?

***

Cuentan que Genaro Piñeiro López, el viejo lobo de mar fallecido el miércoles, pasó –literalmente- el coraje de su vida, y hasta el último minuto padeció la ingratitud de la “izquierda” poblana.

Días previos a la elección, “Los Chuchos” se negaron a registrarle a sus representantes de casillas en algunos distritos de la capital.

De hecho, se los borraron.

Peor: en el PRD, lo excluyeron, lo menospreciaron y le dieron una patada en el trasero.

Hasta el final, Genaro –qué historias contaba- hizo lo que pudo para apoyar a AMLO.

Fue tal su molestia por el trato recibido que eso, combinado con viejos achaques, provocó que enfermara y, luego, falleciera víctima de un asesino silencioso, disfrazado de derrame cerebral.

Descanse en paz.

***

Donde andan que no los calienta ni el sol (azteca) es en el cuartel general de Manuel Bartlett y José Agustín Ortiz Pinchetti.

Y es que se molestaron muchísimo con las declaraciones de José Juan Espinosa, quien manifestó que el gobernador Moreno Valle no metió las manos en el pasado proceso electoral, y menos para cometer un fraude.

Un cheque en blanco que nadie esperaba y que ni Bartlett ni don José Agustín querían extender.

La desconfianza hacia el diputado del Movimiento Ciudadano, uno de los partidos que apoyó a AMLO, ha crecido como la espuma en los últimos días.

Incluso, no dejan de preguntar:

¿Tú también, José Juan?

gar_pro@hotmail.com

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