Agüera vs Gali

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Y finalmente se configuró el escenario más esperado, también el más temido, por muchos: Enrique Agüera Ibáñez contra Tony Gali Fayad.

O lo que es lo mismo:

Enrique Peña Nieto contra Rafael Moreno Valle.

Los Pinos contra Casa Puebla.

PRI contra PAN.

#MoveraPuebla contra #PueblaUnida.

Fernando Moreno Peña contra Eukid Castañón Herrera.

Pablo Fernández del Campo contra Rafael Micalco Méndez.

BUAP contra SNTE.

Delegados federales contra secretarios estatales.

Masones contra Yunques.

Un verdadero choque de estructuras, operadores, estrategias, presupuestos…

Un encontronazo de proporciones bíblicas que no sólo decidirá el presente de Puebla, sino también la sucesión gubernamental del 2018.

Un duelo electoral de vida o muerte, de ganar o perder todo, que determinará qué grupo político prevalecerá durante los siguientes ¿12? o –tal vez- ¿24 años?

El fin de semana quedó claro -¡por fin!- quién resultó ganador de la contienda interna priísta: el ex rector Enrique Agüera escuchó las Palabras Mayores (Spota dixit) y de inmediato sucedieron dos cosas:

Por un lado la declinación –tuitera- del empresario Pepe Chedraui, quien hasta el final dio una batalla digna y leal y ahora (tras tomarse unos días de vacaciones) se perfila a competir por una diputación local, y por el otro, el resurgimiento de la cargada al más puro y viejo estilo del PRI: de inmediato, todos los sectores del partidazo (el obrero, el agrario, el territorial, el popular, las mujeres y los jóvenes) se pronunciaron unánimemente por quien nunca dejó de estar arriba en todas las encuestas, incluso aquellas que nunca fueron publicadas.

Redivivo y más vigente que nunca, el Gran Elector priísta fue congruente consigo mismo: Peña Nieto apuesta por ganar Puebla con su carta más competitiva, la más capacitada y políticamente dotada (hay estructura, dinero y equipo) para intentar recuperar la capital poblana, una auténtica joya de la corona tanto por su peso específico como por su volumen económico, social y electoral.

Con la unción de Agüera, el presidente de la República manda un mensaje claro y contundente: va por todas las canicas, sin opción de acuerdo con los contrincantes; pudo haber optado por su amigo, por aquel que se encuentra más cercano a sus afectos y a su mundo; sin embargo, prefirió al único que, según los análisis cuantitativos y cualitativos, le puede garantizar el triunfo, lo único importante de cara a su elección federal intermedia de 2015.

Fiel a su pragmatismo, Peña Nieto decidió con base en la razón; dejó de lado el sentimiento, y ahora se encamina a una verdadera guerra con el gobernador Rafael Moreno Valle, que por su lado no está manco ni es un improvisado y que también ha apostado por su pieza más competitiva: Tony Gali Fayad, el virtual candidato de la coalición PAN, PRD, Nueva Alianza y Compromiso por Puebla, un trabuco por donde se le vea.

Así que el choque será de antología, algo nunca visto en Puebla, ni siquiera en 2010;  ya lo decían las Sagradas Escrituras y el vaticinio de los profetas se cumplió: el duelo será de poder a poder, cara a cara, a navajazo limpio, sin posibilidad de tregua y por el todo por el todo, hasta donde tope.

Y es que mientras el morenovallismo se juega su continuidad como grupo de poder y la vigencia del proyecto político personal de su jefe máximo, el agüerismo tiene ante sí el enorme reto de consolidarse como una facción capaz de ganar el futuro de Puebla, de asumir el liderazgo y recambio generacional al interior de un priísmo anquilosado y esclerótico, y de instaurar una nueva clase política, apta para dar la pelea en 2018 a la cabeza del “nuevo” PRI.

¿Quién ganará?

El 7 de julio se sabrá.

Pero algo es claro desde ahora, cuando ya suenan claramente los tambores de guerra: la derrota de Agüera será la derrota de Peña Nieto y el fracaso de Gali será el fracaso de Moreno Valle.

Y cada quien resentirá las consecuencias con toda su crudeza.

Ineludible e inevitablemente.

***

Entre otras, una de las grandes amenazas del candidato Agüera es la simulación y la falta de unidad al interior del PRI.

Tras ser ungido por el partido, llamó poderosamente la atención la actitud asumida por los otros cuatro priístas que también compitieron por la nominación.

A diferencia de Pepe Chedraui, tanto Enrique Doger y Víctor Manuel Giorgana como Óscar Aguilar y el empleado marinista Víctor Gabriel Chedraui guardaron un silencio que sonó a inconformidad y falta de consenso interno.

Muestra de que el lenguaraz delegado del CEN del PRI, Fernando Moreno Peña, o no hizo bien su trabajo o los mencionados no quedaron a gusto con el premio de consolación que se les ofreció, lo que viene a ser exactamente lo mismo.

Los más grandes enemigos de Agüera estarán en su propio partido; con el paso de la campaña y el cruce de intereses en juego, traidores, simuladores, quintacolumnas y resentidos apostarán más por el triunfo de Tony Gali que por el suyo.

Y es que para ellos, la derrota del ex rector significará una posibilidad más de alcanzar Casa Puebla.

¿De verdad van a sumarse con Enrique Agüera los grupos de López Zavala, Blanca Alcalá, Doger, Juan Carlos Lastiri, Alejandro Armenta, Melquiades Morales, Mario Marín, etcétera?

Al tiempo.

gar_pro@hotmail.com

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