PRI: ¿Y Dónde está el Piloto?

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Todavía no empiezan las campañas y el PRI poblano ya da muestras de agotamiento, descontrol, división y un desorden que, visto desde lo global, francamente debería preocupar –y sobre todo ocupar- al Comité Ejecutivo Nacional.

Y es que además de la soberbia de sus dirigentes y candidatos, que piensan que el Efecto Peña Nieto será suficiente para ganar el 7 de julio, hubo en los últimos días una serie de sucesos –verdaderamente inesperados- que hablan de un partido desarticulado, sin idea, sin rumbo y, en especial, sin mando.

Señales que tienen mar de fondo y que presagian tormentas y terremotos con su evidente saldo de heridos y muertos.

Veamos sólo algunas:

1. La disputa que ya se observa entre el dirigente estatal, Pablo Fernández del Campo, y el delegado del CEN, Fernando Moreno Peña, por adjudicarse un triunfo para el que ni siquiera han hecho méritos. El colimense desplazando al poblano de las decisiones trascendentales, incluso del manejo de los dineros, e intentando ya un doble juego: si se gana, la victoria será de Moreno Peña; por el contrario, si hay derrota, la culpa –toda la culpa- será de Pablo Fernández, quien asumirá todas las consecuencias de ello.

2. La designación de un coordinador –de tercera división- para la campaña en la ciudad de Puebla, ligado profunda e históricamente al gobernador Rafael Moreno Valle a través del lazo que los une: Beatriz Paredes Rangel, la mejor amiga priísta de Casa Puebla, la misma que en 2010 tuvo candidato a la gubernatura y ése no fue precisamente el marinista Javier López Zavala. Como se ha dicho, la esposa del coordinador, Jaime Alcántara Silva, es empleada del gobierno morenovallista, que la ha salvado del despido al menos un par de ocasiones. Si hay necesidad, se entiende. Lo que no se comprende –ni justifica- es que a la fecha la funcionaria no haya renunciado, al menos para dar un poco de credibilidad al deslinde de Alcántara, el único que no ve ningún conflicto de intereses al coordinar la campaña del PRI y tener a su pareja trabajando con el “enemigo”.

3. La increíble presentación del citado coordinador ¡sin la presencia del candidato a la alcaldía!, el ex rector Enrique Agüera, un error de principiantes. Es la primera vez que ocurre en una campaña del PRI. El mensaje es que Jaime Alcántara entró con fórceps, contra la opinión del aspirante y más que por el CEN, impuesto por el lenguaraz Fernando Moreno Peña, quien coincidió con Alcántara –de quien se hizo amigo- cuando ambos fueron secretarios generales adjuntos de Beatriz Paredes en los tiempos que la tlaxcalteca presidió el Comité Ejecutivo Nacional. Lo dicho: por querer comerse todo el pastel, el famoso delegado colimense empieza a dejar de ser simpático a muchos en Puebla.

4. La designación de 8 delegados “especiales” oriundos… ¡de Colima!, pasando por encima de trayectorias locales y desplazando a liderazgos naturales. ¿No hay talentos en Puebla capaces de hacerse cargo de las campañas de alcaldes y diputados en las regiones? ¿Qué fue de los viejos, probados operadores priístas de Puebla? A ojos de Fernando Moreno Peña, ¿no tienen capacidad? ¿Hay que traer a la “legión extranjera” porque la selección local es peor que la de José Manuel “El Chepo” de la Torre? Si hay algo que odia el poblano, y más el priísta poblano, es que lo ninguneen. Y eso ha hecho precisamente el señor Moreno Peña. Si el 7 de julio hay huelga de brazos caídos, hija natural de la simulación, ya se sabrá por qué. Y por culpa de quién.

5. El “agandalle” –no hay otra manera de calificarlo- de los dirigentes del PRI y PVEM, Pablo Fernández y Juan Carlos Natale, al premiarse con los lugares 1 y 3 de la lista de candidatos a diputados por la vía plurinominal. Además del evidente abuso, el mensaje es claro: ni siquiera ellos, los líderes, creen en el triunfo de su propio partido; por ello, pase lo que pase, mejor se aseguran una diputación por 4 años y 8 meses, es decir, una beca que da las tres delicias del político típico: fuero, dinero y tiempo de recreo.

6. Si las campañas electorales –y la disputa misma por el poder- son en la actualidad, sobre todo, campañas de comunicación, el PRI va saliendo reprobado: en el escenario de guerra, no sólo no ha fijado la agenda en temas sensibles (la “poblanidad” o no del candidato Agüera, el proceso interno de selección de candidatos, el reclutamiento del ejército que dará la guerra, etcétera), sino que de plano ha perdido las coordenadas mínimas. Por falta de operación y de una política seria de comunicación por parte del partido, han sido reactivos antes que proactivos. Actúan a la defensiva. Y ya se sabe que lo viene detrás, detrás se queda. En política y en comunicación política, los vacíos se llenan. Y el que pega primero, pega dos veces.

7. La promoción de la visita este domingo de la secretaria general del CEN del PRI, la yucateca Ivonne Ortega, para tomar protesta a los candidatos a presidentes municipales y a diputados. Se ha vendido como la panacea. Como la gran noticia. Como el hit del año. Pero, ¡alto!: ¿Qué no Puebla era una de las grandes prioridades electorales del PRI? ¿Qué no era la joya de la corona? ¿La cereza en el pastel? ¿El gran botín a ganar? Y entonces por qué no es el mismísimo –e ilustre- presidente del CEN del PRI, César Camacho, quien viene a dar la bendición a sus candidatos. ¿Por qué manda a Ortega, quien además pronto será mamá y naturalmente se alejará un buen rato de sus encargos? ¿Acaso la elección de Puebla ya pasó a un plano secundario? ¿Ya no interesa? ¿O sí, pero ya no tanto? En una campaña, los detalles, incluso los más pequeños, dicen mucho: mientras el dirigente del PAN, Gustavo Madero, viene a Puebla a la menor provocación –estuvo la pasada semana- para apapachar y respaldar a sus candidatos y dirigentes, César Camacho no.  Debe estar muy ocupado.

8. A las imposiciones de candidatos, la intromisión del góber precioso –el próximo galán de la pantalla grande, Mario Marín-, los traidores que no quieren el triunfo del PRI por así convenir a sus intereses en el 2018 y al bajo, bajísimo, perfil de la mayoría de los candidatos a diputados –especialmente en la ciudad de Puebla-, hay que sumar el escándalo del (obvio) uso electorero de la Cruzada contra el Hambre, que ya se ha denunciado en Veracruz pero que en Puebla también viene operando, en el mismo sentido, el delegado de la Sedesol, Juan Manuel Vega Rayet, bajo el mando del subsecretario federal de la dependencia, el poblano Juan Carlos Lastiri. Ya se empieza a documentar el uso clientelar que se está dando en municipios poblanos con gran peso electoral al programa estrella de Peña Nieto. Y si hay videograbaciones como las exhibidas en Veracruz, es algo que se sabrá en la campaña, cuando la bomba ya no tenga mecanismo de desactivación.

Lo dicho: todavía no empiezan las campañas y el PRI poblano ya da muestras de agotamiento, descontrol, división y desorden.

La situación está tan mal que ya hasta lo ven los propios militantes, huérfanos de mando, hambrientos de liderazgo.

Y es que si la forma sigue siendo fondo, la gran pregunta que hay que hacer es: ¿Y dónde está el piloto?

gar_pro@hotmail.com

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