Tony Gali: Transición y Legitimidad

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El encuentro público de este lunes –el primero tras la jornada electoral del pasado 7 de julio- entre el gobernador Rafael Moreno Valle, el alcalde Eduardo Rivera Pérez y el presidente municipal electo, Tony Gali Fayad, fue más, mucho más que un buen pretexto para la foto durante el banderazo de inicio de las obras de pavimentación con concreto hidráulico en la 11 Norte-Sur.

En realidad se trató del inicio formal de la transición política, una etapa difícil y larga –tan larga como 7 meses- que implicará un doble reto para Gali.

Por un lado, consolidarse ante los ojos de quienes votaron por él –y también de quienes no lo hicieron- como un futuro gobernante capaz de tomar sus propias decisiones en el ámbito de su competencia, pero al mismo tiempo con la suficiente habilidad política para poder aterrizar con el apoyo de Moreno Valle un verdadero proyecto de ciudad para 4 años y 8 meses.

Y por el otro, consolidar su transformación de candidato a presidente electo a edil del municipio más importante del estado, dejando atrás las ocurrencias de la campaña que se fueron dejando por ahí, dispersas, sin demasiada sustancia, obviamente por la necesidad del triunfo.

Ambas acciones deberán ir acompañadas, forzosa y necesariamente, por un proceso de legitimización, tal vez el punto más importante para Tony Gali, quien además no deberá tardar mucho en hacer público con quiénes va a gobernar, y no sólo los perfiles, sino los nombres y los apellidos, además de las reputaciones, los méritos, las experiencias y las capacidades de los elegidos.

Y es que si bien el 44% de la votación es el promedio normal de toda elección intermedia, como la del pasado 7 de julio, y no hay una sola duda sobre la legalidad de cada uno de los votos conseguidos por el ex secretario de Infraestructura, sí hay un saldo pendiente con la ciudadanía, escéptica –hasta donde se alcanza a ver- de la política y los políticos, en materia de credibilidad.

Durante la campaña se dijeron muchas cosas y en la guerra de lodo todos salieron perdiendo, sin diferenciaciones.

De ahí que sea imperioso que Gali empiece a legitimarse en los hechos, desde esta etapa de transición, revirtiendo percepciones negativas que podrían seguir dañando su imagen y mandando señales en el sentido de que, efectivamente, sí sabe cómo hacerlo y de que no dependerá única y exclusivamente de Casa Puebla, pero, claro, sin desvincularse de esta porque, como todo mundo sabe, buena parte del éxito o del fracaso del nuevo gobierno dependerá, y no sólo desde el punto de vista económico, del respaldo de Moreno Valle.

No por nada el propio Eduardo Rivera reconoció este mismo lunes que “nunca antes hubo tanto trabajo conjunto entre un gobernador y un alcalde” y que obras como la que fue iniciada en la 11 Norte-Sur, con una inversión de 170 millones, “sólo se pueden lograr a través de la coordinación con la autoridad estatal”.

Sí. Tras la borrachera por la victoria, por demás merecida –la victoria, no la borrachera-, viene el choque con la realidad:

No es ni será sencillo y en el camino por supuesto surgirán contratiempos y una serie de obstáculos hasta ahora no previstos, sucesos inesperados en la escalera del poder que sólo la inteligencia, el trabajo y la constancia podrán sortear.

Pero Puebla ya no puede esperar.

Y en Gali, en nadie más, estará aprovechar el momento histórico que le toca encabezar o desperdiciarlo perdiendo el tiempo y con este, los consensos sociales que logró reunir a su alrededor y que finalmente lo encaminaron a convertirse en el presidente municipal electo.

Un presidente municipal electo con todo por delante y con todo por hacer a partir de hoy. De hoy que el primer encuentro Moreno Valle-Rivera Pérez-Gali Fayad marca el inicio de la transición, pero también el reto de la legitimización.

gar_pro@hotmail.com

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