ARÉCHIGA: ¿SECRETARIO DE GOBERNACIÓN O CANDIDATO?

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Al cumplir sus primeros 100 días al frente del ayuntamiento de Puebla, el alcalde Tony Gali Fayad ha tenido tiempo suficiente para medir la capacidad, la experiencia y, sobre todo, el grado de compromiso de los integrantes de su gabinete. Y si bien la mayoría ha cumplido, hay tres, en específico, que sencillamente han resultado una verdadera decepción y hasta un lastre, con el agravante de que están pensando más en su futuro político, que en ofrecer resultados en las dependencias a su cargo.

Es el caso, por ejemplo, del secretario de Gobernación Municipal, Guillermo Aréchiga Santamaría, quien llegó con cartel de estupendo operador político pero se ha quedado muy por debajo de las expectativas, abriendo serias interrogantes sobre sus verdaderas intenciones al incorporarse, con el aval del gobernador Rafael Moreno Valle, al equipo galicista.

Y es que el ex dirigente magisterial y ex diputado local no sólo no ha podido con los problemas básicos de su área, sino que se ha entrometido por protagonismo en otras que le son ajenas, complicando procesos y programas que en condiciones normales deberían salir sin apenas despeinarse.

Desde su terrible debut, cuando el exceso de confianza y un gravísimo descuido en el manejo de información política causó un zafarrancho en la primera visita del alcalde a la junta auxiliar de San Miguel Canoa, Aréchiga Santamaría no ha logrado quitarse la etiqueta de artículo decorativo.

Más de una vez, el ex presidente del Congreso local y militante del Partido Nueva Alianza aseguró que antes de los primeros 100 días del
gobierno municipal, resolvería el problema del comercio informal.

En específico lo relativo a los puestos de venta de comida y antojitos, bisutería y ropa que permanecen sobre la avenida Fidel Velázquez en los alrededores del Hospital General del IMSS, en La Margarita.

El secretario de Gobernación incumplió su palabra, pues no sólo reubicó a los ambulantes, sino que en términos reales les extendió un cheque en blanco.

¿La razón? Se está cuidando para las elecciones federales del 2015, en las que asegura será candidato a diputado federal por el PANAL.

Es decir: Aréchiga Santamaría prefiere irse haciendo de una base electoral en la ciudad de Puebla, para su lucro político, que cuidar la imagen del presidente municipal. Pone primero por delante su interés político y después el interés de su jefe y el interés de la ciudad.

Como diría el clásico: Pretende nadar “de a muertito”, sin sufrir rasguños, en lugar de resolver los problemas por los cuales se le contrató y se le paga un salario.

No vaya a ser la de malas y los profesores que están metidos de vendedores informales le retiren su apoyo electoral para cuando se vaya del ayuntamiento con el fin de llegar a San Lázaro.

Eso por no hablar de su supina -¿o deliberada?- incapacidad para adelantarse a la manifestación de un grupo de sexoservidoras –ocurrió este lunes- que llegaron hasta el zócalo para denunciar abusos y malos tratos por parte de la autoridad. Una muestra más de su falta de compromiso con el gobierno municipal de Puebla.

No es, como he dicho, el único caso: hay otros dos, que en futuras entregas abordaremos.

Ya en una reciente entrevista con El Sol de Puebla, el propio Tony Gali hablaba de que, lamentablemente, no todos sus funcionarios estaban jalando al mismo ritmo. Y ante la posibilidad de cambios (es decir, renuncias y ceses), decía:

“No, vamos a continuar el mismo equipo que está entregado (sic), hay compromiso y como en todo, no puedo decirles que todos jalen al mismo ritmo, existen algunos que van a un ritmo más lento y otro más acelerado, pero me siento a gusto y agradecido con el equipo de trabajo”.

Pero a pesar de las palabras del alcalde, nadie debe confiarse. De hecho, que nadie se sorprenda si al regreso de su gira de trabajo por Francia ruedan una o dos cabezas. Por más que se sientan protegidos y elegidos por el Dedo Divino.

¿Voy bien o me regreso?

gar_pro@hotmail.com

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