PUEBLA Y SUS ALCALDES CAVERNÍCOLAS

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Analfabetas funcionales. Corruptos. Prepotentes. Soberbios. Sordos. Y convencidos de que el nepotismo es un derecho, nunca un delito. Así gobierna la mayoría de los presidentes municipales del estado, auténticos “varguitas” que en los hechos cometen peores horrores que en películas realistas como la célebre “La Ley de Herodes”. Forman parte de una legión de espanto, que reproduce los mismos vicios y los mismos excesos que explican el atraso social, económico y político que padece desde hace décadas “la otra Puebla”, esa zona oscura, empobrecida y aislada, víctima eterna de sus autoridades.

Caciques en potencia, que van por la vida sin controles ni contrapesos –reflejo de la dinámica del poder a nivel estatal-, sin conocimiento de la ley y de las facultades de los cabildos –el máximo órgano de decisión en un municipio-, totalmente ignorantes de los derechos humanos y de la libertad de expresión, de asociación y de manifestación, los presidentes municipal mandan “por sus pistolas” y si la realidad no es como ellos quieren, peor para ella, la realidad.

No saben de indicadores de desarrollo y tampoco es que mucho les interese dejar un legado de progreso a sus comunidades. Fueron electos –por ser los más hábiles o los más perversos o por tener más dinero que el rival de enfrente- y sólo por eso los pueblos deberían estar agradecidos y obedecer sin chistar. Allá no hay medios de comunicación, mucho menos ese “diablo” llamado Internet, y por tanto no hay vigilantes que entrometan sus narices en lo que no les importa.

Un dato duro, sacado de un estudio de gobernación: a la fecha, el 69.9% de los 217 alcaldes en funciones ni siquiera ha elaborado un Plan Municipal de Desarrollo, a pesar de que la ley los obliga a someter un documento de esa naturaleza a sus cabildos antes de los 100 días de gobierno. So pretexto la autonomía, por supuesto no hay sanciones.

Y los ejemplos del modo anárquico, lleno de arbitrariedades y locuras, en que la mayoría de ellos lleva sus administraciones, abundan, y ya debería preocupar a autoridades superiores:

En Tehuacán, la alcaldesa, Ernestina Fernández, es un mero juguete de su marido, Álvaro Alatriste, el ex presidente municipal impedido legalmente de repetir en el cargo y que impuso en el poder a su esposa, un ama de casa sin mayor conocimiento de la administración pública, para cumplir su capricho. Hoy son los habitantes quienes están pagando los platos rotos de esta genial ocurrencia, pues ya lo dicen empresarios, comerciantes, industriales, religiosos, directivos de escuela y ciudadanos de a pie: Tehuacán es un caos, una ciudad sin pies ni cabeza. ¿O cómo entender que el director de Seguridad Pública, Severino Álvarez, haya reprobado el examen de control y confianza y que la alcaldesa y su marido lo sostengan en el cargo contra viento y marea?

En Teopantlán, el edil Esteban Ramírez Rosales y el regidor de Industria y Comercio encarcelaron durante 13 horas a un menor de edad por romper los vidrios de una escuela. Tan grave es el caso que sacó de su modorra e ineficiencia a la Comisión de Derechos Humanos del Estado, que ya emitió una recomendación.

En Tlalancaleca, el alcalde panista, Óscar Anguiano Martínez, se negó a reconocer a cuatro regidores –del PRD, PT, Nueva Alianza y PT-, bajo el argumento de que le “llevaron las contras” en la campaña. La pasada semana, tuvo que ser el Tribunal Electoral del Estado el que le enmendara la plana, ordenándole que los reinstale en el Cabildo y les pague los sueldos caídos, bajo amenaza de cometer desacato y ser fuertemente sancionado por ello.

En San Andrés Cholula, el panista Leoncio Paisano -personaje de comic- tiene al municipio sumido en la improvisación administrativa, las ocurrencias y sobre todo la corrupción en áreas estratégicas como obra pública, giros negros, seguridad y adquisiciones. Más que un edil, es un rehén de los caprichos de su hermano Guillermo, el poder real, y de su tesorero, el también ex presidente Omar Eudoxio Coyopol Solís, quienes lo manejan como un títere.

En Acatlán de Osorio, el alcalde Guillermo Martínez va de tumbo en tumbo, sin poder presentar un solo proyecto de impacto social en sus primeros 100 días de gobierno. Desorganizado e improvisado, está a la espera de que la federación y el estado le digan qué tiene que hacer, especialmente en materia de obra pública y seguridad ciudadana. Ya se peleó con Antorcha Campesina, que en mayo le hizo un primer plantón bloqueando incluso la carretera federal 190 México-Oaxaca, a la altura de la presidencia municipal.

En Tecamachalco, el alcalde Inés Saturnino López Ponce ya fue denunciado, junto con su secretario general, por conspiración y sedición, pues tiene por costumbre realizar sesiones de Cabildo clandestinas, a las que no invita a los regidores de oposición, para aprobarse toda clase de locuras. Mediante desplegados públicos, cuatro regidores –entre ellos el de Gobernación, Luis Ernesto Galicia- han señalado que sus firmas han sido falsificadas y que Saturnino lo único que busca es un Cabildo cómplice, para manejar el dinero público de acuerdo “a su antojo”.

En Xicotepec de Juárez, Juan Carlos Valderrábano se ha convertido en un edil “fantasma”: nadie sabe dónde está ni qué hace si es que algo hace a favor de los habitantes. Se la pasa viajando o de fiesta en fiesta, desentendiéndose de los problemas, como el surgido en la junta auxiliar de La Ceiba, cuya presidencia lleva 20 días tomada por grupos inconformes con el resultado de los plebiscitos de mayo, sin que él o sus colaboradores se inmuten.

En Coxcatlán, no es el alcalde Vicente López de la Vega quien está a cargo del ayuntamiento, sino su cuñado, Jesús Erick Morales Montiel, autor de toda clase de arbitrariedad y abusos, como el reciente despido de 15 trabajadores de diversas áreas mediante amenazas de muerte. El cuñado del alcalde hace y deshace en el municipio, y sin ostentar cargo algo, decide absolutamente todo en el gobierno, manejado a punta de pistola, literalmente.

Y así por el estilo…

Y es que situaciones similares –o todavía más graves- se viven en otros tantos municipios del estado, donde los ediles asumen que el pueblo entero es de su pertenencia y por tanto tienen “derecho” a decidir sobre las personas y sus bienes; ahí el erario no es público, sino privado, para el uso de la familia presidencial, y se impone la ley del más fuerte, la del “o te chingas o te jodes”, en pleno siglo 21.

Lo peor es que no hay quien ponga quietos o en orden a estos presidentes cavernícolas y por tanto sus “crímenes” sociales y políticos quedan sin castigo, condenando a sus comunidades a seguir en el subdesarrollo, el hambre, el atraso, la violencia y la corrupción, en un círculo vicioso y pernicioso que no tiene ni tendrá fin porque, para nuestra desgracia, esta vez, por única y primera vez, van a gobernar por un periodo total de 4 años y 8 meses, una auténtica tortura para miles y miles de poblanos indefensos ante tanta, tantísima, pre modernidad.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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