EL PESO DE LA ALIANZA “TODOS CONTRA EL PRI”

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Desde que el pasado 23 de febrero se anunció la megacoalición morenovallista, además de lamentos y diatribas, los priístas no han dejado de emitir toda clase de descalificaciones sobre la unión del PAN con los partidos Nueva Alianza, del Trabajo, Compromiso por Puebla y Social de Integración (PSI), buscando minimizar el potencial de un bloque electoral de esta naturaleza. No quiero imaginar lo que dirán si, en los próximos días, finalmente se concreta que Movimiento Ciudadano y el Partido Encuentro Social se sumen a esta megacoalición mediante la vía de la candidatura común, lo cual implicaría, entre otras cosas, que el ex alcalde Tony Gali aparezca siete veces en la boleta, por sólo dos de la senadora priísta Blanca Alcalá.

Seguramente a algunas de las mentes más lúcidas del PRI, la frustración o la impotencia por no haber logrado amarrar más que al PVEM, les impide ver que más allá de los membretes, los colores y las (inexistentes) ideologías, ya ha habido oportunidad de verificar el éxito de la fórmula “Todos contra el PRI”. Los comicios locales de 2010, por ejemplo, fueron un ejemplo contumaz de ello, pero también, más recientemente, el proceso de 2013, cuando la “receta” volvió a demostrar su viabilidad tanto en términos cualitativos como cuantitativos.

De hecho, desdeñar –como lo vienen haciendo- la fuerza de los partidos políticos estatales –o “la chiquillada”-, podría estar representando otro grave error a la ya extensa cuenta de los “estrategas” del tricolor. Sólo es cosa de recordar el relevante papel desempeñado en la pasada elección local por, por ejemplo, el Partido Social de Integración, nacido desde las entrañas del sistema priísta –con el apoyo de personajes como Javier López Zavala- pero paradójicamente empleado para ayudar a derrotar en las urnas al propio PRI.

En 2013, cuando estuvieron en disputa las 217 alcaldías y el Congreso del estado, el PSI, encabezado por Carlos Navarro Corro, fue en candidatura común con la alianza “Puebla Unida” en no pocos distritos y municipios, y a la postre resultó determinante para inclinar la balanza a favor de los candidatos de Casa Puebla.

En términos numéricos, el peso del PSI resultó literalmente catastrófico para el Revolucionario Institucional, pues le causó la pérdida de al menos 5 diputaciones y 22 ayuntamientos, municipios estos en los cuales la diferencia entre el PRI y “Puebla Unida” fueron los votos, precisamente, que obtuvo el PSI, como quedó plenamente documentado por el propio tricolor en un detallado informe que, en su momento, envió el entonces dirigente estatal, Pablo Fernández del Campo, al Comité Ejecutivo Nacional de su partido.

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Surgido de la nada y tras un primer fracasado intento de constituirse en el Partido Esperanza Ciudadana, el PSI fue, de hecho, uno de los grandes ganadores de 2013, pues en su primera incursión electoral logró ganar cinco ayuntamientos, una regiduría en el Cabildo de Puebla, varias regidurías de minoría en otros ayuntamientos y dos diputados locales, uno de representación proporcional y otro como “el gran perdedor”, con un total de 113 mil 958 votos en todo el estado.

Ello le garantizó no sólo obtener su registro oficial por cinco años y las jugosas prerrogativas económicas del IEE, sino sobre todo constituirse como un actor importante no para ganar futuras elecciones, sino para ayudar a que otros las ganen, o las pierdan, según el caso y la conveniencia, que de ellas, las conveniencias, está escrita la historia del mundo.

No es casual que el PSI haya decidido sumarse a la megacoalición morenovallista “Sigamos Adelante” en este 2016, pues un triunfo el próximo 5 de junio reafirmará su sobrevivencia, y le dará acceso a posiciones de poder dentro del gobierno del estado, de cara al proceso de 2018, cuando todo estará en juego, desde la Presidencia de la República hasta los ayuntamientos y las diputaciones locales.

En la lógica de que es más fácil ganar cuando todos se unen contra el PRI, el PSI ha decidido arropar la candidatura de Tony Gali y sumarse al bloque constituido por el PAN, PANAL, CPP y el resucitado PT, y al cual en breve podrían anexarse tanto Movimiento Ciudadano como el Partido Encuentro Social (PES), un auténtico trabuco que mal haría tanto el tricolor como su candidata Blanca Alcalá en seguir desdeñando con tanta facilidad.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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