ESTEFAN, EL NULO, Y LA UNIDAD VACÍA DEL PRI

PRI

Sin autoridad moral ni argumentos para seguir al frente del Comité Directivo Estatal del PRI, Jorge Estefan Chidiac está condenado al naufragio.

No podrá contener a los aspirantes adelantados a 2018 ni amarrar los acuerdos para la renovación de los comités municipales.

No tiene autoridad moral para pedir la unidad, porque todo mundo sabe que él mismo busca la candidatura priísta dentro de dos años.

Así lo dijo muchas veces durante la pasada campaña. Cuando se supone que debía ayudar a su amiga Blanca Alcalá, él construía su proyecto.

De este modo, sus esfuerzos por reunir este fin de semana a los tiradores para “marcar las reglas” y cohesionarlos, son infructuosos y ociosos.

Su colega legislador Alejandro Armenta Mier ya lo dejó solo a su suerte y se destapó hace tres días en Teziutlán.

El sub secretario de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Juan Carlos Lastiri, ya hizo lo propio y construye su caída.

Sigue mandando recaderos a solicitar su renuncia, como este miércoles hizo a través de Josué Conde, de “Creo en México”.

El ex coordinador alterno de la campaña, Alberto Jiménez Merino, quiere el PRI estatal y para ello trabaja soterradamente.

Juan Manuel Vega Rayet, el delegado de Desarrollo Social (Sedesol), fue el primero en pedir su cabeza como dirigente partidista.

Javier López Zavala recibió frente a él una airada acusación de que “dormía en las sábanas” del morenovallismo, y Estefan apoyó la descalificación.

Con Enrique Doger se sentó a platicar y a “aclarar malos entendidos”, pero el delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) sigue viéndolo como enemigo.

Jorge Estefan Chidiac tampoco tiene argumentos para ser dirigente partidista, porque en esa posición lo puso Manlio Fabio Beltrones y él ya renunció.

Porque su llegada al edificio de la Diagonal, luego de que la ex candidata pidió la cabeza de Ana Isabel Allende, fue con miras a ganar el pasado proceso y perdió por casi 12 puntos.

Encima, Jorge Estefan carece de verdadero liderazgo estatal. Más allá de su distrito, el 14 federal, que integra a la Mixteca, nadie lo apoya.

(Por cierto, esa demarcación desaparecerá con la nueva redistritación que realiza el Instituto Nacional Electoral, por lo que el diputado federal quedará sin representación territorial formal).

Es incapaz de mandar siquiera en casa. ¿Quiénes lo apoyan en el tema de comunicación social y operación política, por ejemplo?

En los días en que le llovieron críticas y ataques, ni un flácido boletín a su favor apareció, como tampoco apareció este martes cuando se reunió en la ciudad de México con la presidenta interina, Carolina Monroy.

De apoyos a su alrededor, salvo los apapachos de la Confederación Nacional Campesina (CNC), cuyo dirigente, el senador Manuel Humberto Cota Jiménez, estuvo el pasado lunes en Puebla, nada más ha habido.

LA UNIDAD SIMULADA

La unidad que busca construir el todavía dirigente estatal del tricolor es un intento que en su insipiencia está ya condenado a la muerte.

Sí, al menos declarativamente tiene el respaldo de los sectores y las organizaciones, pero éste durará el tiempo que tarde en llegar una nueva dirigencia nacional del PRI.

Es ahí que Jorge Estefan tiene tantas veladoras como puede prendidas al arribo de su “amigo”, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray y Caso.

Por ahora es poco probable.

Será interesante ver -si finalmente se concreta- la convocatoria que tendrá su intento de sentar este fin de semana a los aspirantes al 2018, “para leerles la cartilla”.

Mucho tienen que hacer los priístas y mucho que reflexionar todavía.

Nada mal estaría que den una lectura al artículo que este miércoles publicó el presidente del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político A.C (Icadep), Guillermo Deloya Cobián.

“La unidad no se puede conjurar desde lo caprichoso o desde lo conveniente. De nada nos sirve envolvernos en la bandera tejida en un discurso de unidad cuando no se ha sido componente de su construcción y testigo de la adversidad que implica edificarla”.

“Me estás oyendo Estefan, me estás escuchando Lastiri…”, así pudo concluir su texto Deloya Cobián.

O bien: “¿Me están oyendo, inútiles?”.

gar_pro@hotmail.com

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