GUERRA DE SEXOS Y DE AMBICIONES EN EL PRI POBLANO POR EL SENADO

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Aunque pareciera que hay varios aspirantes para ser el abanderado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Casa Puebla, la realidad es que muchos de ellos sólo buscan “pegar arriba para ganar abajo” y hacerse al menos de una de las dos fórmulas en las candidaturas al Senado de la República. La exigencia en el tricolor es que en este 2018 esas posiciones sean para varones. La obligación constitucional es cumplir con la paridad de género, sí, pero en la suma global de los abanderados y abanderadas en las 32 entidades del país. Y ya que en el pasado proceso de 2012 Puebla fue sacrificado para alcanzar la equidad entre ellos y ellas, con la postulación de mujeres, los aspirantes hombres advierten que ha llegado el tiempo para ellos y por supuesto ya hay varios apuntados.

De entrada, no dude que en realidad el juego del subsecretario de la SEDATU, Juan Carlos Lastiri Quiros, sea para llegar a la Cámara alta y no la gubernatura.

Podría estar camuflando su Plan A como Plan B.

Lastiri fue el principal afectado con la postulación de féminas en la entidad en 2012, pues debió bajarse de su aspiración al Senado, para dejar pasar a Lucero Saldaña, quien acompañó como segunda en la fórmula a Blanca Alcalá, y hoy despacha en el edificio de Insurgentes y Reforma.

En aquella elección, aún no era obligatoria la paridad de género, que se dio con la reforma constitucional de 2014, pero desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priísta se decidió que Puebla era para las mujeres.

De ese modo, además de él, se quedaron con las ganas el eterno perdedor de todo, Javier López Zavala; el hoy delegado de Desarrollo Social, Juan Manuel Vega Rayet; y el actual presidente estatal del PRI, Jorge Estefan Chidiac, entre otros.

Todos ellos siguen en la intención de conseguir lo que, por su género, se les negó hace seis años.

Pero ahora se han sumado otros, pues además quienes lleguen a la Cámara alta en 2018 podrán reelegirse y sumar hasta 12 años en lo que algún día, en corto, Felipe Calderón llamaba “el estado ideal del hombre”.

Así como de la mujer, ahora con la paridad de género.

El ex presidente no se equivocaba, pues además de una abultada dieta que puede superar los 250 mil pesos mensuales, dependiendo del nivel de importancia de cada legislador y del partido al que pertenezca, también viven su propio sexenio de lujos y séquito financiado con el erario, pues el escaño comprende dos legislaturas de 3 años.

Sin contar la posibilidad de reelección, por supuesto.

Entre los poblanos que sueñan con ese “estado ideal” cuente usted ahora también al góber precioso, Mario Marín Torres, quien le endulza el oído al director de la Conagua en Puebla, Alberto Jiménez Merino, con la promesa de que será su compañero de fórmula.

Sí, el ex delegado de la Sagarpa, quien tanto rogó para tener un cargo en el gobierno federal, ya se prepara para dejarlo, a más tardar en febrero, y sus seguidores ya publican en redes con el torpe y largo hastag #VamosConJimenezMerino.

Todo un sinvergüenza.

Un chapulín y trapecista que solamente utilizará a la Comisión Nacional del Agua como trampolín.

En la lista de quienes se ven rindiendo protesta el 1 de septiembre de 2018 como senadores, está Víctor Giorgana, quien ha sentenciado: “estaremos en la boleta de 2018”.

En su baraja de opciones se ve como abanderado a la alcaldía capitalina, al Senado o hasta a Casa Puebla.

En esta rebatinga, aunque el PRI estatal no tiene cuadros femeninos de peso, nunca falta quien haya levantado la mano a esa posición, como la delegada de Gobernación, Ana Isabel Allende Cano.

La lucha es, desde cada trinchera, hacer valer el Artículo 13 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe), en su apartado 4, que establece que “las fórmulas para senadores y diputados, tanto en el caso de mayoría relativa, como de representación proporcional, los partidos políticos deberán integrarlas por personas del mismo género”.

Sin caer en los chocantes “ísmos”, la lucha por el Senado en el PRI no está exenta de convertirse en una disputa también de géneros.

Además de ser un pleito fratricida, es una guerra de sexos.

¿O hay alguna duda?

gar_pro@hotmail.com

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