MISERIAS Y PENURIAS DE EL YUNQUE POBLANO (TRAS LA DEPURACIÓN DEL PADRÓN PANISTA)

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Antes que festejar el resultado del refrendo de afiliados al Partido Acción Nacional (PAN) en Puebla, los integrantes de El Yunque -otrora sórdida organización secreta de ultraderecha y hoy club de desempleados- deberían tomar un curso intensivo de aritmética básica. Y es que la “depuración” de militantes dejó en evidencia que los Rivera Pérez, los Aguilar Coronado, los Micalco, Espina y Mondragón tienen una fuerza menos que marginal, de apenas 4 por ciento, mientras el morenovallismo conserva la aplastante mayoría, superior a 70 por ciento del padrón. Con base en éste se definirán las 261 candidaturas a cargos de elección popular en la entidad, sin contar las plurinominales, regidurías y suplencias. Ya sea por un proceso abierto o por definición cupular, en 2018 los yunquistas aprenderán que el tamaño -en caso de la cifra de militantes- sí importa... y mucho.

La operación con la que el también autodenominado, con exageración, “panismo tradicional” intentó recuperar la mayoría del partido que perdió hace mucho tiempo, y en el que hoy es convidado, pero ya no protagonista, resultó burda y fracasada.

En sus giras por el estado, los yunquistas pedían a la militancia sabotear el refrendo.

“No lo hagan”, era la instrucción.

Con evidente torpeza sacaron muy mal sus sumas; sus cuentas fueron demasiado eufóricas.

Suponían que, al entorpecer ese ejercicio, darían un “golpe brutal” al panismo afín al ex gobernador, pero se dispararon en propio pie y les salió el tiro por la culata.

En detrimento suyo, no refrendaron casi 13 mil.

¿Eran acaso fantasmas o muertos vivientes?

¿Fueron entonces sacados del directorio telefónico al azar?

¿Pues no que quienes inflaban el padrón eran los simpatizantes del aspirante presidencial?

Veamos las cifras duras que muestran con precisión el declive de los custodios de El Yunque.

De los 23 mil 061 militantes que refrendaron en este proceso que fue por entero controlado por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), 70 por ciento realizó su afiliación durante el periodo comprendido entre 2014 y 2015, en la segunda mitad del gobierno de Rafael Moreno Valle.

El otro 30 por ciento está integrado por lo que queda, sí ¡lo que sobrevive!, del número de militantes que tenía el PAN cuando llegó Rafael Micalco Méndez a la dirigencia, que no superaba los 13 mil afiliados.

“Haiga sido como haiga sido”, el PAN poblano se fortaleció en la entidad con la llegada del morenovallismo, eso es innegable y tangible.

Se convirtió en la primera fuerza política estatal, se nutrió y se transformó en un instituto competitivo y ya no solamente testimonial en la vida legislativa y gubernamental de Puebla y sus municipios.

Sin ninguna calculadora a mano y menos un ábaco, el potosino Micalco jura que, con la depuración del padrón, ahora hay “piso parejo”.

Falso.

Evidentemente él vio otra película.

El morenovallismo sigue con control absoluto.

De nuevo a las cifras duras: sí, efectivamente se limpió el padrón y de 35 mil 900 militantes, ahora se cuenta oficialmente con 23 mil 061.

(Aunque todavía faltará sumar a quienes no lo hicieron a tiempo, o por fallas técnicas o por causas justificadas).

Pero la rasuradora no tocó la fortaleza del morenovallismo y sí, en contraste, menguó la presencia de los yunquistas, que hoy ni siquiera tienen capacidad de incidir en las candidaturas.

Esta depuración, por ponerlo con claridad, fue inercial y ocurrió en muchas otras entidades.

En Jalisco, el PAN tenía 37 mil afiliados y quedará oficialmente con 21 mil 700, aproximadamente.

La Ciudad de México tenía entre 35 mil y 37 mil, pero ahora apenas cuenta formalmente con unos 15 mil.

El padrón del PAN en Puebla será, de hecho, el primero o el segundo a nivel nacional, dependiendo de cómo cierre Veracruz.

Pero hay todavía más malas noticias para el ex alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez y sus amigos.

En el proceso interno para elección de candidatos a la gubernatura, presidencias municipales y diputaciones, locales y federales, no aplicaría el nuevo padrón, sino el anterior.

Así es, una razón menos para dejar de lanzar confeti.

Y es que los estatutos señalan que, en dado caso, el corte del padrón debe realizarse 6 meses antes del proceso interno.

Debió ocurrir, para los intereses de Rafael Micalco, Humberto Aguilar Coronado y compañía, el pasado 11 de julio, con la intención de que los plazos se sincronizaran con el 11 de enero, fecha de arranque de éste.

Y peor: será hasta octubre que el nuevo padrón se “legalice” al registrarse formal y debidamente ante el INE.

El morenovallismo navega para arrasar en las internas del PAN y conservar a Puebla como su feudo.

(Claro, si MORENA y el PRI no dicen otra cosa).

De hecho, sin importar el método, lo que más le conviene al régimen es la elección abierta a los militantes.

¿Cómo va a ganar El Yunque con sus menos de mil militantes en todo el estado?

¿De qué forma ir a una guerra electoral interna con su raquítico 4% del padrón?

Tal es la “fuerza” de cuatro ex dirigentes estatales del PAN (Rivera, Micalco, Mondragón y Juan Carlos Espina) y un ex senador de la República (“El Tigre” Aguilar).

Dicen por ahí que “nadie sabe para quién trabaja”.

Aquí aplica.

gar_pro@hotmail.com

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