Notarías: ¿habrá premios de fin de sexenio?

Arturo Luna Silva

Desde Casa Aguayo se construye a pasos lentos una decisión política que, de concretarse, causará escándalo: la entrega –discrecional, por supuesto- de patentes de notarios públicos como una forma de blindaje a determinados personajes clave del marinismo.

Y es que a pesar de que en los últimos años ha habido reformas a la ley correspondiente, que hacen obligatoria, por ejemplo, la presentación de un examen de oposición, las facultades meta constitucionales del gobernador en turno para premiar a sus allegados con una patente siguen vigentes.

Desde Alfredo Toxqui Fernández de Lara, ningún gobernador se ha resistido a tal práctica. Premiar a amigos, compadres y colaboradores con una notaría pública ha marcado el fin de los sexenios de Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz y Melquiades Morales Flores. Y todo parece indicar que la historia se repetirá con Mario Marín Torres.

Especialmente ante el escenario político arrojado por el 4 de julio, que le ha puesto fecha final al largo reinado del PRI en el poder estatal.

Entre los mencionados extraoficialmente como probables beneficiarios de las bondades, que no son pocas, de la Ley del Notariado de Puebla, destacan dos: Valentín Meneses Rojas y Javier López Zavala.

Director de Comunicación Social, director del DIF, presidente estatal del PRI, secretario de Comunicaciones y Transportes, y secretario de Gobernación. Tal fue el recorrido sexenal de uno de los hombres sin duda más útiles, leales y cercanos a Marín Torres, quien tal vez ha considerado que “El Vale”, le pese a quien le pese, se merece el seguro de vida que significa una notaría pública. No sería, además, el primer secretario de Gobernación que fungiese como juez y árbitro en un proceso de esta naturaleza. Ahí está el ejemplo de Carlos Meza.

El caso de López Zavala es significativo también. Se trata ni más ni menos que del “hijo” político del jefe del Ejecutivo. Aquel a quien éste, en una decisión unipersonal –pero avalada, claro, por priístas, empresarios, caciques y medios-, había elegido para heredar o continuar con el control del poder estatal. Pero, como todo mundo sabe, se atravesó el 4 de julio y la historia cambió radicalmente. Hoy, el ex secretario de Gobernación y de Desarrollo Social, así como candidato perdedor a la gubernatura, sigue delineando su futuro político. Hay quien lo ubica al frente del Comité Directivo Estatal del PRI a partir de octubre. Hay quien está haciendo hasta lo imposible por evitarlo. Hay igualmente quien afirma que su lugar está otra vez dentro del gabinete. Sea lo que sea, tal vez su creador lo quiera bien protegido con una notaría. Para lo que se ofrezca.

Hay que recordar que ya una vez López Zavala estuvo a punto de convertirse en notario. Sucedió en los estertores del gobierno de Melquiades Morales Flores. El expediente se concluyó total y satisfactoriamente. Sin embargo, una decisión política -¿de qué otro tipo?- de última hora, relacionada directamente con la designación de Mario Marín como el entonces candidato del PRI a la gubernatura, echó todo por la borda.

En el “círculo rojo” poblano todavía es célebre aquel famoso aviso público del 21 de enero de 2005, a través del cual el secretario de Gobernación en funciones, Rómulo S. Arredondo Gutiérrez, daba cuenta sin más ni más de que el Consejo de Notarios declaraba desierto el examen de oposición correspondiente.

Además de López Zavala, entre los damnificados de ese anuncio estaban Luis Alberto Morales Solís, Manuel Méndez Marín, Elizabeth Vite Vargas, Arturo Wong Cortés, Humberto Jiménez Jiménez, María Elena Luna Campos y Aldo Enrique Cruz Pérez.

Pero la situación puede ser hoy, en el ocaso del marinismo, completamente distinta. Sobre todo a la luz de las señales que han empezado a correr entre los enterados en Casa Aguayo estos tiempos de transición.

¿Habrá premios políticos de fin de sexenio?

¿Con todo y el costo político que ello significa?

Habrá que esperar.

Por cierto: esta tradición pura y típicamente priísta, nacida indudablemente de un acto autoritario y de abuso de poder, ¿llegará a su fin con Rafael Moreno Valle Rosas?

¿O acaso él también, ya como gobernador, la va a continuar para premiar a sus cuates?

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Esta columna volverá a publicarse el 3 de agosto.

gar_pro@hotmail.com

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