Arturo Luna Silva
Hoy hay elecciones para elegir consejeros universitarios en la BUAP.
Son elecciones intermedias.
Y revisten gran importancia, entre otras cosas porque son las primeras que observará de cerca el nuevo gobierno del estado encabezado por Rafael Moreno Valle.
Tras las tormentas de julio, la calma y la política, más política, toda la política.
Hoy, las relaciones entre el rector Enrique Agüera Ibáñez y el jefe del Ejecutivo poblano son buenas, tirándole a muy buenas.
Es verdad que Moreno Valle tiene su propia visión de la universidad pública, pues no es egresado de ninguna de ellas.
Y también que en su agenda tiene el impulsar fuertemente en Puebla a la UNAM, de cuya Fundación su padre, Rafael Moreno Valle Suárez, es presidente.
Pero el gobernador ha demostrado en los hechos que conoce las entrañas del sistema poblano, pues ha decidido que con la BUAP, todo; sin la BUAP, nada.
Tanto Moreno Valle como Agüera son dos animales políticos –en la acepción clásica del término- y más que eso: dos profesionales de la política que saben que el poder sólo se habla con el poder (Coetzee dixit).
Es, cierto, una relación que apenas empieza, pero tanto el rector, en lo particular, como la BUAP, en lo general, tienen grandes posibilidades de construir una nueva relación institucional Universidad-Gobierno, basada en el respeto y reconocimiento mutuos, y que consolide la autonomía, que vea hacia el futuro y que promueva una participación más activa en la vida de los poblanos.
Y es que más allá de la elección de quienes serán los nuevos consejeros universitarios, a mediano plazo hay algo que no se puede evadir ni evitar: el relevo del actual rector de la máxima casa de estudios.
Proceso en el que por supuesto, en su momento, el gobernador deberá ser tomado en cuenta.
Y es que la sucesión en la BUAP, tome el rumbo que tome, pasa forzosamente por Casa Puebla.
La universidad vive tiempos de calma, estabilidad y progreso gracias a Agüera y su equipo, pero también gracias a Moreno Valle.
La larga transición (los casi siete meses que antecedieron a la alternancia en el gobierno poblano) sirvieron, entre otras cosas, para poner las cosas en su justo lugar.
Moreno Valle actuó de estadista y la BUAP entendió su circunstancia y el momento histórico.
Mucho sirvió que Agüera apostara por sumarse sin remilgos a un proyecto que ve y va por Puebla, y que rebasa a los hombres y a las pasiones propias de la política electoral.
Hoy, la BUAP sabe que debe enfocarse en lo importante, no sólo en lo urgente o coyuntural.
Más: que debe ser actuante, consciente de su nuevo entorno político, más participativa y más moderna sin perder su visión humanista.
De hecho, la universidad pública debe opinar, influir y establecer una agenda mediática y social que aporte, critique, legitime y, sobre todas las cosas, construya.
Nunca más debe alejarse de la realidad.
En ese sentido, tal vez este sea un buen momento para reformar y consultar con la comunidad universitaria una nueva Ley Orgánica de la BUAP y otros estatutos internos, con el fin de modernizarla, afianzar su autonomía y ponerla a tono del Nuevo Tiempo Poblano.
Hoy, la BUAP, junto con la Universidad Veracruzana, es una de las dos más importantes macro universidades del sur sureste del país.
Año con año crece el número de jóvenes que buscan un lugar en la universidad y son rechazados.
Cerca de 15 mil jóvenes no alcanzan un lugar en la BUAP.
A veces se nos olvida, pero se trata de la más grande universidad de Puebla.
Muchos jóvenes de diferentes clases sociales buscan un lugar en la BUAP, lo mismo de otros estados del sur.
Y en ese contexto, su liderazgo es inevitable, así como grandes son sus necesidades.
No hay ninguna duda y mucho menos alguna fuerza interna que le dispute la mayoría a la corriente agüerista.
Por su trabajo, por los resultados, por la labor política interna, el rector tiene garantizado el triunfo este jueves en la mayoría de las unidades académicas, institutos y escuelas preparatorias.
Sólo en Físico Matemáticas, Filosofía y Letras, Biología, Economía y Derecho hay cierta participación opositora a través de la LED (Liga Estudiantil Democrática).
Pero como siempre: mucho ruido y pocas nueces.
Una vieja amenaza, Guillermo Nares Rodríguez, director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, mantendrá como siempre su coto de poder en Derecho, Educación Física y la preparatoria “Enrique Cabrera”.
El padrón es de más de 60 mil universitarios.
El Consejo está integrado por 178 miembros: 35 son directores de las unidades académicas; 70 representan a los trabajadores académicos; 70 a los estudiantes, y tres a los trabajadores administrativos.
Tiene 14 unidades regionales.
Los nuevos consejeros toman posesión de sus cargos el 18 de marzo.
Se registraron 143 fórmulas.
Simultáneamente habrá elecciones para director en las facultades de Ciencias de la Computación y Electrónica.
Y claro, votará un importante número de universitarios.
Universitarios que también observan algunas debilidades: algunos directores que no acaban de entender la misión de la BUAP, que ejercen su poder mediante formas autoritarias y que se divorcian de su comunidad.
Universitarios que están contra la burocracia y que tienen demandas muy concretas: más seguridad interna, mejores conexiones de Internet, más material bibliográfico…
Universitarios que se sienten orgullosos de ser parte de la BUAP y que también reconocen públicamente que, pese a todo lo malo que se cuenta, Enrique Agüera le dio un giro y otro rumbo a la institución.
Universitarios que agradecen la alianza con Moreno Valle pero que al mismo tiempo reclaman que el gobierno apoye e invierta más en la BUAP.
Universitarios que hoy van a ratificar en los hechos el mandato del rector y a contribuir decididamente al desarrollo democrático de su casa de estudios, uno de los pilares en que se funda la estabilidad del estado.
Sí, hoy hay elecciones en la BUAP.
Y por estas, y muchas razones más, la gobernabilidad está más que garantizada.
Para fortuna de Puebla y de los poblanos.