Zavala y Alcalá: del ridículo a la indignidad

No conformes con exhibir las miserias de su partido, y la ambición desmedida que los mueve, Javier López Zavala y Blanca Alcalá han perdido toda conciencia del ridículo: basta ver el triste espectáculo que vienen ofreciendo desde el pasado sábado, cuando acudieron al PRI por separado a registrarse como precandidatos al Senado, para concluir que no, no tienen cura.

Si Zavala representa hoy el rostro más visible –al tiempo que el más oscuro- de un grupo político, el del marinismo, que no supo manejar el poder y que no sólo terminó por perderlo, sino perseguido por la justicia dado el latrocinio cometido por sus integrantes, Alcalá simboliza la oquedad e hipocresía de aquellos políticos que condenan en público lo que practican en privado: la simulación, la mentira, el engaño.

Divididos, enfrentado; inenarrable su rivalidad pasada y presente, ambos reclaman para sí el primer lugar de la fórmula al Senado.

Escudado en polvos de viejos lodos, Zavala argumenta ser el “dueño” de 800 mil y pico de votos, pero en los hechos, el fallido candidato a Casa Puebla demuestra que no está seguro de poseerlos; de ahí que, tembloroso, busque garantizar el escaño desde ahora.

Alcalá, por su parte, puja por la garantía que le daría encabezar dicha fórmula, pues o accede a la Cámara Alta o estará firmando su sentencia de muerte política: los escandalosos pendientes por mil millones de pesos en su cuenta pública son un camino seguro al cadalso. Y el fuero siempre será el fuero.

Y así están, contribuyendo no sólo a su propio desprestigio, sino a la tendencia negativa ya marcada en el PRI nacional gracias a los desatinos y autogoles de su candidato presidencial, un Peña Nieto que cuando no cae, resbala: un día es su ignorancia, otro su falta de contacto con la realidad y mañana sus aventuras de cama.

Lo más divertido de todo es que tanto Zavala como Alcalá corren el riesgo de dinamitarse a sí mismo, y parece que no se dan cuenta –o no quieren darse cuenta- de tal peligro.

Y es que aun cuando supuestamente configuran un “equipo”, no solicitaron su registro en fórmula, sino de forma individual, lo que dejaría sin efecto jurídico sus “precandidaturas”. Sería suficiente con que cualquier priísta impugnara sus registros, para sacarlos de la contienda, en beneficio, claro, de Fernando Morales y Alejandro Armenta, sus contendientes y quienes sí tuvieron el cuidado de acatar los acuerdos de la Comisión Política Permanente del Consejo Político Nacional del PRI.

De hecho, ya casi no importa quién de los dos, Zavala o Alcalá, irá en primero o segundo lugar de la fórmula, sino si llegarán a la convención de delegados del próximo 15 de febrero.

La abrupta ruptura de la alianza con el Panal causó un tsunami en el PRI de Puebla y pocos, muy pocos han sabido actuar con algo de dignidad.

Pero el caso del “hijo” político de Marín y de la ex presidenta “que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina”, es sin duda el más patético de todos. Patético y vergonzoso.

gar_pro@hotmail.com

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