La Crisis en el Sector Salud (Origen y Destino)

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La estela de destrucción encontrada en los Servicios de Salud en el Estado por la presente administración que encabeza Jorge Aguilar Chedraui, tiene como explicación vicios de origen de una relación de complicidad que por años sostuvieron directivos y sindicato.

El subejercicio del gasto observado por la Auditoria Superior de la Federación, las compras con sobreprecios de medicamentos, el abandono de la infraestructura, la carencia de materiales de curación, insumos y medicamentos; la falta de personal, al igual que el rezago en sueldos, salarios y prestaciones, además del aplazamiento para culminar el proceso de regularización de personal, son sólo una muestra de la multitud de problemas que todavía no pueden ser resueltos en la institución, en especial por el principal encargado de hacerlo: el citado Aguilar Chedraui.

En lo que atañe o concierne al subejercicio del 80% encontrado por la ASF y el cuestionamiento que hizo al manejo de los 4,515 millones de pesos que tuvo en 2010 la dependencia, al frente de la cual estuvo Alfredo Arango García, preso por enriquecimiento inexplicable, los dirigentes sindicales no hicieron objeción alguna ni antes ni después. Julio Alfredo García, actual secretario general de la sección 25 del sindicato, y su antecesor, Malco Ramírez Martínez, sospechosamente no levantaron la voz.

En cambio sí protestaron -y fuerte- estando ambos al frente del comité ejecutivo en 2009 para desbarrancar al entonces secretario de Salud, Antonio Marín López, con argumentos como el desabasto en las unidades de salud, maltrato al personal, retraso en el proceso de homologación de trabajadores y rezago salarial. Pero la operación oculta era allanar el camino al inefable Arango García.

Malco Ramírez se convirtió en diputado federal y luego Alfredo García en secretario general del gremio. Ese mismo año, en la fiesta de Navidad realizada en el Centro Mexicano Libanés, ambos líderes, jefes jurisdiccionales y Arango por supuesto, públicamente comprometieron el voto de los trabajadores de la secretaría en favor del entonces candidato marinista Javier López Zavala.

En tanto, unas 300 unidades de salud en todo el estado siguieron en el abandono, no se contrataron médicos especialistas que a la fecha hacen falta, se inauguraban hospitales sin personal, los sueldos y prestaciones del personal homologado o regularizado se mantuvieron por más de dos años con un tabulador rezagado y, en general, reinaba el caos en la organización interna.

Y es que resulta que la regularización del personal homologado se estancó por el desorden administrativo predominante y la “falta de dinero” que utilizaba como justificante la dirección, pero que no puso en duda el sindicato pese a la montaña de dinero del que dispuso. Este proceso consistía en darle a los “homologados” las mismas prestaciones y nivelación de sueldos que a los trabajadores de base.

Casi 90% de los médicos, enfermeras, veterinarios y demás personal se encuentra comisionado en centros de trabajo que no corresponden con la plaza o adscripción que consta en sus documentos. Como consecuencia de ello, el pago a quienes tienen esos códigos por un concepto denominado Alto Riesgo está congelado y este equivale hasta un 20% de su sueldo según reglamentos laborales internos.

Lo anterior es producto de la negociación de lugares dados por conveniencia, por pago de compromisos, por tráfico de influencias, etcétera. El hecho es que el empleado que se encuentra fuera de su adscripción no cumple con el perfil por reglamento y es excluido de ese beneficio. Ahora, “casualmente”, el sindicato ejerce una presión que no aplicó con Arango para que se les reconozca ese derecho.

Otro pendiente que es resultado de este desorden es la falta de un concurso de plazas federales por escalafón, así como el pago de un fondo de ahorro capitalizable que en Puebla no se ha constituido, pero que, en contraste, sí se aplica a trabajadores de base a nivel nacional, quienes llegan a recibir al año unos 9 mil pesos de ahorro. Para ello haría falta un presupuesto de 30 millones de pesos anuales, que a la fecha no saben de dónde podría salir.

Por si fuera poco, y esto no se reporta en los bonitos informes de gobierno, se mantiene un déficit de casi un centenar de médicos con especialidad para que los hospitales de los Servicios de Salud en territorio poblano operen como realmente se requiere.

La verdad es que a un año –y pico- del cambio de administración estatal, el trabajador ha sido uno de los primeros damnificados de la corrupción y el desorden dejado a su paso por la Secretaría de Salud Alfredo Arango García, quien es señalado como el principal culpable por sus acciones comprobadas de mal manejo del presupuesto. Empero ¿es el único?

A todas luces no lo es. El peor ciego es el que no quiere ver, así que la omisión y el silencio manifiesto de parte de los dirigentes sindicales que han conducido la relación laboral durante los últimos dos sexenios también tendría que ser investigada.

Está visto que de la mano del sindicato fue posible encumbrar en la dirección general de los Servicios de Salud al ahora encarcelado Alfredo Arango. También se intentó de igual forma, pero sin éxito, llevar a la gubernatura del estado al marinista López Zavala.

Ahora el secretario general en turno, Julio Alfredo García, tiene un gran dilema por resolver, pues por una parte admite que el compromiso político electoral del gremio a nivel nacional -y de su líder Joel Ayala- está suscrito con el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, y por otra sigue obediente la línea del gobierno del estado, con quien debe trabajar para atender los asuntos pendientes de sus representados y el cual está –al menos en teoría- con la panista Josefina Vázquez Mota.

En resumen: el caos en la SSA es evidente. Y dependerá del secretario Jorge Aguilar Chedraui resolverlo, sobre todo si quiere, como jura, ser el próximo presidente municipal de Puebla.

gar_pro@hotmail.com

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