TSJ, Transición de Terciopelo

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Será el próximo 14 de febrero, tras rendir su informe anual de labores, cuando el magistrado David López Muñoz abandone la presidencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) para dar paso al abogado, especialista en derecho fiscal, Roberto Flores Toledano, el soldado del gobernador Rafael Moreno Valle en el poder Judicial.

Por la vía de la jubilación, López Muñoz saldrá por la puerta de atrás y con más pena que gloria, pues, al igual que sus antecesores, no pudo -ni quiso- modernizar a una institución que arrastra las peores calificaciones a nivel nacional en materia de calidad y eficiencia, y que históricamente sobrevive en medio de la corrupción, la abyección y el conformismo.

De esta forma, mediante una transición de terciopelo, Moreno Valle logrará un sueño largamente acariciado: controlar por completo al TSJ, un requisito indispensable para su proyecto transexenal de poder.

Gracias a una larga cadena de sucesos esperados, que comenzó con la jubilación anticipada de aquellos magistrados identificados o vinculados con el ex gobernador Mario Marín y que terminó con la elección escalonada de 12 nuevos magistrados a modo de Casa Puebla, el gobernador habrá cerrado su círculo perfecto:

Y es que al control que ya ejerce sobre los órganos electorales (el Instituto y el Tribunal Electoral del Estado), el poder Legislativo, la Comisión de Derechos Humanos, la nueva Auditoría Superior del Estado, el PAN –sobre todo desde el arribo de su empleado Rafael Micalco- y la Comisión de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado (CAIP), hay que sumar, ya, el control que ya amarró del poder Judicial de Puebla.

Flores Toledano es parte esencial del esquema morenovallista.

Amigo cercano de Moreno Valle y con apenas experiencia en el ámbito judicial, será impuesto como nuevo presidente del TSJ, donde ya despachan otros soldados del gobernador, como Roberto Grajales Espina, operador político y electoral a las órdenes del mandatario; Jared “El Dinamita” Albino Soriano, el juez que decantó a favor de Casa Puebla el caso de Valle Fantástico, y María de los Ángeles Camacho, la juez que los sacó del apuro cuando una mente brillante tuvo la ocurrencia de presentar demandas contra un grupo de periodistas, tema que devino en escándalo nacional.

Designado magistrado hace muy poco, el abogado especialista en derecho fiscal será electo por el pleno el próximo viernes y asumirá su nueva posición ocho días después, es decir, el 15 de febrero, como regalo –nada rezagado- del amor y la amistad.

Según fuentes cercanas al TSJ, Flores Toledano, cuya oficina incluso ya se acondiciona en estos precisos momentos, llega con tres encargos de Casa Puebla: el primero, terminar la limpia de magistrados “indeseables”, forzarlos por las malas o por las peores a su jubilación o renuncia y encontrarles relevos ad hoc; el segundo, gestionar la creación y aprobación legislativa –¡por fin!- del Consejo de la Judicatura, el garrote que ningún juez y magistrado quiere ver ni en pintura; y el tercero, sacar al poder Judicial de los últimos lugares en calidad, confianza y rapidez en que se encuentra según el más reciente estudio de la Asociación de Bancos de México (ABM), el ITAM, el Consejo Coordinador Financiero y Moody´s de México.

Moreno Valle ya tenía un pie y la mitad del otro en el TSJ; con la tersa salida de David López Muñoz y el cantado arribo de Flores Toledano terminará de garantizarse el control absoluto del poder Judicial poblano, algo que también hicieron todos, absolutamente todos sus antecesores, incluso aquellos que hoy se dicen “demócratas” y respetuosos de la división de poderes: desde Alfredo Toxqui y Guillermo Jiménez Morales hasta Mariano Piña Olaya y Manuel Bartlett, pasando desde luego –¡cómo olvidarlos!- por Melquiades Morales y Mario Marín.

gar_pro@hotmail.com

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