El Miedo

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El miedo, como arma de lucha electoral, se ha hecho ya presente en la guerra por la alcaldía de Puebla.

Es un recurso que empieza a ser utilizado por el candidato de la alianza “5 de Mayo”, Enrique Agüera Ibáñez.

“No hay que tener miedo”, “Es momento de dejar atrás el miedo” y “vamos a ganar, sin miedo”, dice.

Y al decirlo imita una táctica usada en 2010 por Rafael Moreno Valle, quien durante su campaña casi convirtió la frase “Yo no lo tengo miedo a (Mario) Marín” en un himno de guerra.

Así, inteligentemente, el entonces candidato de la coalición Compromiso por Puebla centró su ataque de tierra en, primero, ubicar al góber precioso como el tirano al cual el pueblo debía derrocar, y segundo, en erigirse él como el “héroe”, el único capaz y con valor de vencerlo, creando en el inconsciente colectivo del electorado el eficaz paradigma villano-justiciero.

Una vieja teoría de la psicología aplicada al terreno de la lucha por el poder.

El “Yo no le tengo miedo a Marín” (nunca, nunca dijo: “Yo no le tengo miedo a López Zavala”) funcionó estupendamente, encendió los ánimos de la gente, que encontró una causa concreta para ir a las urnas, y a la postre se convirtió en otro factor clave de la derrota del PRI en las elecciones.

Hoy, Agüera intenta realizar algo similar; sin embargo, a diferencia de Moreno Valle, que lo repetía y repetía y repetía en todos lados, y le ponía nombre y apellidos, el candidato de la alianza PRI-PVEM ha dudado a la hora de usar de lleno el método del miedo.

Y es que no va a fondo: en sus discursos de campaña, lo menciona de pasada, lo esconde entre frases hechas y lugares comunes; no es el eje ni el espíritu central de sus arengas; vamos: lo dice pero no lo dice para que se escuche pero no se escuche.

Como si siguiera teniendo, paradójicamente, el mismo miedo que mostró como rector de la BUAP ante Moreno Valle desde el instante en que este se hizo con el poder en Puebla.

Por ejemplo, este fin de semana, cuando hizo referencia a aquellos que “vienen de Harvard” (el alma máter del gobernador) y a “esas cosas grandes y extrañas que no tienen nada que ver con la realidad de ustedes” (la Rueda de Observación y el teleférico, proyecto del gobierno del estado), pero evitó pronunciar hasta el final el nombre y los apellidos del jefe del Ejecutivo.

Hay que recordar que en la campaña de 2010, desde El Carolino, Agüera se la jugó con Marín y con su candidato, Javier López Zavala, y que tras la derrota, vino un período muy difícil para el jefe de la máxima casa de estudios.

Una etapa oscura, de incertidumbre, temores y nerviosismo, que terminó solo gracias al pragmatismo de Moreno Valle y a la gran habilidad de Agüera para pasar de enemigo a aliado y para convertirse en un factor de estabilidad y gobernabilidad del nuevo gobierno, el gobierno de transición.

Tal vez por eso, en ese sentido, la campaña ha sido titubeante en su arranque: para convencer al electorado, los asesores no saben si seguir apelando al sentimiento de la lástima con el célebre spot de la viudez, donde casi llora, o explotar de lleno el recurso del miedo.

Aunque el problema sigue siendo ese: Agüera no quiere confrontarse con el gobernador de Puebla.

Si bien ha recogido los retos lanzados por su contrincante, el candidato de la coalición Puebla Unidad, Tony Gali, quien abiertamente lo ha desafiado a debatir al menos tres veces y a presentar su declaración patrimonial, la verdad es que no ha habido coherencia entre el dicho y el hecho, entre la realidad y la percepción, entre decir: “Es momento de dejar atrás el miedo” y lanzarse con todo, sin atajos, contra su primer y principal enemigo: el gobernador.

Para entenderlo, basta ver lo que declaró a los reporteros cuando estos le pidieron que opinara sobre las acusaciones del delegado del PRI, Fernando Moreno Peña, en el sentido de que Moreno Valle tiene las manos metidas en las elecciones.

“Prefiero que no me hagan este tipo de preguntas, mejor pregunten de mi campaña, de mis propuestas (…)  Sé que lo harán durante la campaña, pero de una vez se los digo: de lo único que voy a hablar es de de lo que escucho y de lo que propongo en mi campaña”, dijo el candidato de la alianza “5 de Mayo”, esquivando por completo el tema.

Enrique Agüera no puede seguir peleando contra molinos de viento ni titubeando ni evadiendo una lucha que forzosamente debe dar si es que de verdad quiere ganar.

De nada sirve pedir dejar los temores atrás si no es él el primero en predicar con el ejemplo.

En otras palabras: debe dejar de tener miedo.

A menos que tenga razones de verdadero peso para seguir teniéndolo.

gar_pro@hotmail.com

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