El Nuevo Bono Democrático

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Si bien los comicios intermedios consolidaron y confirmaron su poder, aseguraron la sobrevivencia de su grupo y le permitirán gobernar con tranquilidad y todos, todos los hilos en las manos prácticamente hasta el final de su sexenio y tal vez más allá de este, alumbrando incluso una nueva clase política, lo que ahora se impone de cara al futuro inmediato es sacudir las inercias y revitalizar la legitimidad con que Rafael Moreno Valle llegó a Casa Puebla, tras convertirse en el hombre que, desde el PRI, rompió al PRI para despojarlo del control que había ejercido desde que el tiempo es tiempo y la historia se escribe con mayúsculas.

El poder desgasta y el estilo personal de ejercerlo causa tantos equilibrios como desequilibrios en el sistema. El pasado es prólogo. La aprobación ciudadana se gana todos los días, todas las horas, todo el tiempo. Y la sociedad tiene memoria corta y suele ser desagradecida.

Tras haber ganado todo el pasado 7 de julio –y todo es todo, incluido el Congreso del estado- y literalmente desaparecido a la oposición que podría haber generado los contrapesos que hoy literalmente no existen, parece este el mejor momento para adentrarse en un nuevo marco: el marco de un nuevo aire al bono democrático de Moreno Valle.

Así parece haber sido entendido en Casa Puebla, desde donde se han emprendido, en las últimas semanas, acciones que deben leerse dentro de ese contexto.

La detención de un notario público, inédita por más que se pretenda enfocar desde la venganza política; la limpia en el Registro Público de la Propiedad, infestado de corruptos; los cateos a los Ceresos del estado, auténticas escuelas del crimen; el programa de #FotoMulta, que busca reducir el número de accidentes y muertos pero sobre todo atacar la impunidad social, y hasta el arresto y la exhibición pública de un agente vial captado exigiendo “mordida”, son hechos que forman parte de una sola directriz: acabar con viejas prácticas que contaminan el sistema, que lo vuelven vulnerable y que de tolerarlas, hacen que el gobierno se vuelva cómplice. Y por tanto, conformista.

La Estrella de Puebla, los ajustes al gabinete, la reconversión del SOAPAP, el énfasis en los temas de seguridad, la iniciativa de endeudamiento municipal, la tersa transición entre Eduardo Rivera y Tony Gali, la luna de miel con la BUAP y su rector Alfonso Esparza, y el anuncio de la megacelebración con motivo de las fiestas patrias, obedecen también a esa misma lógica de renovación y cambio continúo.

No es momento de dormirse en sus laureles. Hoy se trabaja en varias pistas en busca de un nuevo “golpe” –político, económico y mediático- del tamaño de la llegada del gigante AUDI: desde la CONAGO, para fortalecer (vía las reformas estructurales) la relación con el presidente Enrique Peña Nieto, y desde una Puebla viva y activa que aspira a insertarse en una dinámica global de competitividad y crecimiento, donde son claves las negociaciones que viene sosteniendo Moreno Valle con actores imprescindibles del gobierno federal para al menos igualar en 2014 el presupuesto de este año.

El juego que hoy se juega consiste en refrescar, desde distintos flancos, la vigencia del bono democrático ganado a pulso en 2010. No está de más y lo que viene, conviene.

Porque con todo y que la coyuntura sonríe y el futuro luce a modo, no es momento de echar las campanas al vuelo: es hora de volver a trabajar como desde el primer día de gobierno. Como si nada se hubiera ganado el 7 de julio. Con el ritmo frenético de los 100 días. Porque cada día que pasa es un día menos del sexenio. Y esto va a acabar. Irremediablemente.

Una lección que, por cierto, deben empezar a entender algunos integrantes del gabinete, más ocupados en planear el futuro, su futuro personal, que en procurar el presente del grupo político al que pertenecen.

gar_pro@hotmail.com

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