Pablo Fernández y los Ediles Electos: Operación “Moche”

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Falta ya muy, muy poco para que Pablo Fernández del Campo deje la dirigencia del PRI en el estado, un cargo que le quedó grande pero del que, eso sí, saldrá con los bolsillos llenos.

Y es que en las últimas semanas, con un cinismo muy cercano a la procacidad, el actual diputado local por la vía plurinominal se ha dedicado a pedir obra pública a los presidentes municipales electos del tricolor.

Bajo el pretexto de que las finanzas del Comité Directivo Estatal están en números rojos y por tanto sin un peso para cubrir salarios y gastos operativos, se ha presentado ante por lo menos tres de ellos –dos de los cuales están dispuestos a hablar en público en su momento- para “recomendarles” a sus amigos constructores.

Amigos que por supuesto pretenden acaparar todos los proyectos que salgan del control del gobierno del estado mediante el programa “Peso a Peso”, previa entrega de entre el 10% y el 15% de “diezmo”.

Como buen hampón de la política, Fernández del Campo no les dice que lo grueso del “moche” irá a parar a su cuenta bancaria, ya de por sí abultada gracias a la venta de candidaturas en el proceso electoral de 2013, operación conjunta con el tristemente célebre Fernando Moreno Peña.

Pero eso no es todo: a los futuros ediles les ha dicho que “lo ideal”, “lo más conveniente”, es que contraten a un despacho contable para la fiscalización de sus cuentas públicas, despacho que “casualmente” es encabezado por el papá de Héctor Sánchez Ruanova, otro de sus grandes amigos, quien fungió como su chofer y que hace no mucho el propio Pablo nombró como secretario de Vinculación con la Sociedad Civil del Comité Directivo Estatal.

El cochinero del todavía líder del PRI en Puebla no se queda ahí ni es una casualidad.

Y es que no conforme con todo lo anterior, también viene presionando a los alcaldes electos a que contraten a su secretario de Finanzas, Gustavo Mena Porras, para que les elabore –previo pago millonario- sus planes municipales de Desarrollo, triangulando a través de PINFRA, empresa a la que este sujeto de gris currículum ha estado vinculado toda su vida.

No es extraño: la doble moral que maneja en privado, Fernández del Campo la lleva siempre al plano político. Y sin escrúpulos de ningún tipo.

Sabe que ya se va de la dirigencia del partido, dejándolo sumido en la peor crisis institucional de toda su historia, y por eso apura sus negocios con los presidentes municipales que entrarán en funciones en febrero, y a quienes busca sorprender para garantizarse ingresos permanentes, adicionales a los que devengará como integrante de la 59 Legislatura local.

A cambio, claro, les ofrece “protección” –lo que sea que eso signifique tratándose de un cadáver político como él- y ayuda, mucha ayuda cuando sus cuentas públicas tengan que pasar por el filtro de la Comisión Inspectora de la Auditoría Superior, a la que quiere pertenecer desesperadamente para cerrar el círculo perfecto de lo que huele a kilómetros de distancia a extorsión.

Y es que podrá ser, sí, el “payaso de las cachetadas” y el peor dirigente que los priístas hayan tenido en el estado –tanto que después de él, cualquiera puede llegar al cargo, hasta Alberto Jiménez Merino -, pero nadie lo podrá acusar de tonto para los negocios, para la transa, para el “moche”…

Su verdadera vocación, su auténtica religión.

Amén.

gar_pro@hotmail.com

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