VERIFICENTROS DE PUEBLA: LA RED DE CORRUPCIÓN

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Aunque se argumenta que han sido arbitrarias o que obedecen a conjuras políticas o a intereses oscuros e inconfesables de empresarios supuestamente ligados al gobierno estatal, detrás de las recientes clausuras de al menos 20 Centros de Verificación Vehicular de la ciudad de Puebla, hay únicamente tres razones de verdadero peso: corrupción + corrupción + corrupción, en una extendida red de complicidades y abusos que ya ha sido plenamente documentada.

Sí, en efecto: los operativos de supervisión efectuados por la Secretaría de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial a los también denominados verificentros, han puesto al descubierto la cloaca. Es decir, una mafia perfectamente organizada para torcer la ley y generar ganancias ilícitas so pretexto el cumplimiento de las normas ambientales vigentes.

A ellos hay que añadir una serie de anomalías que no garantizan la calidad en el servicio que ofrecen.

Se ha detectado, por ejemplo, el uso de vehículos distintos a los de los usuarios, conocidos como unidad “madre”, ocupados para garantizar la verificación. Incluso, hay evidencia de que para poder efectuar esta acción anómala, fueron alterados los sistemas de video vigilancia, que permitían omitir los registros gráficos.

Era la constante en la mayoría de los verificentros que han sido clausurados entre el 22 y 30 de marzo de este año.

Pero eso no es todo. Una investigación a fondo permitió conocer a plenitud el modus operandi de dueños y empleados de los centros, mismos que además, desde el inicio del sexenio morenovallista, se han resistido a entrar a un proceso para transparentar sus mecanismos de trabajo y para modernizar sus equipos en beneficio del público en general.

Se trata, en esencia, de actos de corrupción cometidos por trabajadores de los centros de verificación y “gestores”: mecánicos o personas ajenas pero con visibles vínculos con personas de dichos centros, a fin de obtener la verificación sin ser sometidos los vehículos a examen alguno.

Si no, véase con detenimiento –sin apasionamientos- la descripción de algunas de las irregularidades y quejas detectadas y documentadas durante las visitas de inspección de la dependencia a cargo de Mario Rincón.

En los verificentros de la colonia Chapultepec, “aceleran el motor unos minutos, sacan un trapo y un tubo, lo insertan en el escape, ponen aceite nuevo en el orificio de la bayoneta y repiten el procedimiento, antes de entrar al verificentro” (sic).

En los de la colonia Volcanes, “al llegar el cliente, la persona que atiende pregunta: ¿Por la izquierda o por la derecha?, ¿con brinco o sin brinco? Al mencionar “por la izquierda”, solicitó los documentos y pidió que entre las hojas se metiera el dinero (la mordida)” (sic),

En los de Jardines de San José, “se asigna un número, se piden los documentos, el pago, y al revisar visualmente el vehículo, se refirió que no pasaría (la verificación), pero que con una gratificación, todos la pasan” (sic).

En los de San Baltazar Campeche, “piden 150 pesos para el operador de la máquina, para dar el brinco” (sic).

En los de la colonia Independencia Caleras, “preguntan: ¿con o sin propina? Al acceder, se le dio el dinero, pidió esperar entre 30 y 45 minutos, y al salir se pagó” (sic).

Y en los de Santa Cruz Buenavista, “un mecánico se acerca y propone una revisión para emitir un diagnóstico previo; al aceptar, se acerca al motor y al parecer manipula algunas mangueras. Después, pide que se pague por adelantado por la verificación. Habló en secreto con uno de los verificadores, dijo que todo estaba arreglado y cobró la supuesta verificación” (sic).

El gobierno del estado tiene pelos y señales, nombres y apellidos, fotografías y videos, de los corruptos e ilícitos que día a día se presentaban en la mayoría de los verificentros hasta hoy clausurados.

Por eso sorprende, y mucho, que los propietarios, a través de José Luis Góngora Calvario, presidente de la Asociación de Verificadores Automotrices de Puebla, hablen de acciones “arbitrarias” y que incluso amenacen con ampararse ante lo que simplemente, aquí y en China, es un acto de autoridad fundado en el descubrimiento de una red de corrupción, totalmente perjudicial para los ciudadanos.

La cloaca de los verificentros es una cloaca grande, maloliente, con múltiples ramificaciones, y ya era hora que alguien le pusiera freno.

¿O no?

gar_pro@hotmail.com

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